METRÓPOLIS

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Kara y Alex quedaron asombradas. Kara, como hija de la gobernante de Argo, y Alex, como miembro de la Casa Danvers, habían asistido a varias fiestas, pero ninguna se podía comparar a la que se celebraba en esos momentos en el gran salón de actos de la Fortaleza Luthor, con un estilo de lo más opulento y llena de invitados provenientes de la élite del Imperio. Ambas pronto se sintieron intimidadas. Se habían puesto sus mejores vestidos para la ocasión, pero parecían andrajos en comparación con las elegantes ropas que vestían el resto de los invitados.

Las dos se sentían como unas extrañas en aquel lugar, pese a que estaban entre los invitados de honor a aquella fiesta que se había organizado para celebrar el gran éxito que había tenido el torneo. Ambas recordaron como las dos habían terminado en ese lugar.

Alex y el Paladín Rojo fueron los últimos a quienes Lena condecoró en la arena de la Gran Plaza y luego les dedicó unas palabras de agradecimiento por el gran espectáculo que acababan de dar. Para los ganadores, era todo un honor que la reina en persona les dedicara aquellas palabras de agradecimiento. Sin embargo, en aquellos momentos, la atención de Alex estaba puesta en la razón de haber ganado el último combate y haber conseguido el récord del torneo, aquella preciosa mujer castaña que estaba junto a la reina y a la que no paraba de lanzarle furtivas miradas cuando no la miraba.

Una vez dadas las palabras de agradecimiento, la reina se giró para hablar en confidencia con aquella mujer y con J'onn. El Paladin Rojo, que estaba a su lado, se acercó más a ella para susurrarle.

– Es guapa ¿verdad? –le dijo en voz baja, dándole a entender que se había dado cuenta de cómo miraba a la mujer castaña.

– ¿Quién es?

– Su nombre es Sam Arias. Es la Gran Consejera de la reina.

Las cejas de Alex se arquearon mucho. Jamás pensó que aquella mujer joven y bella fuera la segunda persona más poderosa del Imperio. Pensó que se trataba de una dama de la corte o algo por el estilo. Aquello la deprimió mucho, ya que, hasta entonces, pensaba que tendría posibilidades con ella. Posibilidades que en aquellos momentos, se desvanecían.

La reina se volvió con una gran sonrisa.

– Me agrada comunicarles –comenzó a decir –que la Corona va a organizar una gran fiesta en conmemoración de este torneo y ustedes, como los ganadores del mismo, serán los invitados de honor.

– Es un honor, majestad –dijo el Paladín Rojo –. Pero no creo que sea necesario. Además, creo que debería regresar a Riverdale cuanto antes.

– No aceptaré un no por respuesta –insistió Lena sin perder su sonrisa –. La Corona os está muy agradecidos. El pueblo necesitaba animarse después de lo que ha sufrido estos últimos años y ustedes lo han conseguido.

– Si insiste. Ahí estaré.

Lena miró entonces a Alex.

– Espero que la gran campeona del torneo no tenga ningún problema en acudir.

– Acudiré encantada, mi reina. Pero, si me gustaría pedirle algo.

– Dime.

– Me gustaría llevar a alguien conmigo.

– Puedes llevar a quién quieras ¿En quién habías pensado?

Alex miró hacia donde se encontraba Kara y le hizo una señal con la mano para que se acercará. Esta se acercó tímidamente y se colocó junto a Alex. Lena no hizo ningún gesto, pero las pupilas de sus verdes ojos centellearon en cuanto vieron a aquella preciosa rubia de ojos azules.

– Es mi mejor amiga –dijo Alex –, casi mi hermana. Hoy me ha acompañado como mi paje para poder estar junto a mí y ayudarne en el torneo.

Lena la miró fíjamente y Kara sintió que el corazón le daba un vuelco cuando sintió aquellos preciosos ojos verdes clavados en ella.

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