BOSQUES DE STARLING

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A la mañana siguiente, cuando el amanecer estaba cerca pero aún no había amanecido, Sara hizo despertar a los miembros de su tripulación y los reunió en la cripta frente a la estatua de su hermana. Cuando llegaron, ella se encontraba allí de píe con la mirada fija en la estatua.

– ¿Para estos nos has hecho desperar tan pronto? –dijo Rory indiferente entre bostezos – ¿Para rezar unas oraciones en honor a tu hermana?

– A lo mejor la capitana se ha vuelto religiosa –bromeó Ray.

Charlie soltó unas pequeñas carcajadas.

– Lo dudo. La capitana no puede entrar en un templo sin terminar ardiendo en llamas.

– Por qué no os calláis un poco –les regañó Zari en voz baja –. Ya sabéis lo sensible que se pone la capitana cuando se trata de su hermana.

Finalmente, Sara se volvió hacia ellos.

– Creo que va siendo hora de que os cuente como me hice inmune a la magia –la atención de los presentes aumentó mucho, ya que todos estaban deseosos por saber por qué su capitana era inmune a la magia; incluso los "invitados", Ava, Rip y Gary, se morían por saberlo. Los únicos que no estaban ansiosos eran Imra y Constantine, quienes ya conocía la historia –. Os he reunido aquí, en presencia de mi hermana, para dejar bien claro que lo hice por ella, para vengar su muerte. No me siento orgullosa de lo que hice, pero volvería a hacerlo sin dudarlo.

– Nos salvaste de Mallus gracias a eso –dijo Zari –. Sea lo que sea, lo entenderemos.

– Pero ¿Qué puñetas hiciste? –le interrumpió Rory – Cuéntalo para que podamos irnos, aquí hace un frío de cojones.

Sara lo fulminó con la mirada.

– Mick, ya sabes que no tolero el lenguaje malsonante en presencia de mi hermana. Vuelve a hacerlo y no beberás más ron en un mes.

Mick hizo el gesto de cerrar una cremallera en su boca y Sara continuó con su relato.

– Como ya sabéis, los enfrentamientos con Damien Darhk siempre terminaban igual. Él siempre utilizaba sus poderes para paralizarme y me obligaba a escuchar impotente como se mofaba de haber matado a Laurel. La única solución era encontrar una forma de anular su magia, así que recorrí el Continente buscando brujas y hechiceros que pudieran ayudarme. Fue en las peligrosas tierras del sur del Continente donde encontré a alguien que pudo ayudarme, una hechicera llamada Zatanna. Esta me habló de la inmunidad a la magia y como conseguirla.

Sara hizo una pausa y respiró hondo antes de continuar.

– Lo primero que había que hacer era encontrar un hechicero. Este debía encontrarse en una situación crítica, ya que no se iba a prestar voluntariamente a lo que había que hacer. La hechicera se había protegido con un hechizo para que no la utilizara a ella. Aunque, no lo necesitaba, era muy guapa y no creo que hubiera podido hacérselo a ella.

– Ya, seguro que le hizo otras cosas –dijo Rory en voz baja con una sonrisa de sarcasmo. Zari, Nate y Charlie se rieron por lo bajo ante el malhumorado rostro de Ava, a quién no le estaban haciendo gracia esos comentarios.

– Zatanna me habló de un poderoso hechicero que había llegado a esas tierras no hacía mucho y se encontraba en peligro –continuó Sara –. Había llegado a esas tierras huyendo de un grupo de orcos que habían abandonado la Tierra Media tras la caída de Sauron y se habían establecido en el Continente.

– Disculpe que la interrumpa, capitana –dijo Nate –. Pero ¿Un hechicero poderoso huyendo de unos simples orcos? A mi no me cuadra.

– A mi tampoco, hasta que escuché la historia. Unos años atrás, cuando era un joven hechicero novato, la comarca donde vivía estaba siendo asolada por esos orcos, los cuales saqueaban las aldeas, se comían a los hombres y violaban a las mujeres. Los lugareños le pidieron ayuda y él se vio obligado a hacer un pacto con los orcos. Si abandonaban esas tierras, él dejaría que se lo comieran pasado un tiempo –los rostros de los presentes se llenaron de asombro –. Los orcos tienen la creencia de que si comen la carne de un hechicero pueden adquirir sus poderes y esos orcos codiciaban los poderes del hechicero.

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