METRÓPOLIS

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Habían pasado unos cuantos días desde la batalla y las cosas estaban volviendo a la normalidad. Las distintas divisiones del Ejército Real regresaron a sus respectivos destino y los aliados a sus respectivos reinos. Lena había ordenado la rápida reconstrucción de National City, que afortunadamente era la única ciudad dañada durante la guerra. Las arcas estaban llenas, así que la Corona podía hacerse cargo sin problemas de los gastos de las reparación. El problema era otro.

Lady Olsen, la gran matriarca de la Casa Olsen y gobernadora de la ciudad, se había suicidado cuando vio morir a los daxamitas y supo que Lena iría a por ella. Con James en la cárcel y Kelly aún desaparecida, la Casa Olsen ya no tenía miembros para continuar gobernando la ciudad. De todas maneras, Lena les pensaba destituir por colaborar con los daxamitas.

Veronica Sinclair, que era la guardiana del Oeste, estaba desaparecida, al igual que Maxwell Lord y Morgan Edge. Lena ya tendría tiempo de ajustar cuentas con ellos pero, de momento, necesitaba a alguien que se encargara de gobernar el Oeste y hacerse cargo de las reparaciones de National City. Muchas eran las casas del Oeste que se ofrecieron gustosas esperando conseguir a cambio favores de la Corona, por eso, Lena los ignoró y recurrió a la Casa Danvers sin importarle que fuera una casa pequeña. Alex no se lo podía creer cuando Lena le habló de sus intenciones antes de pedirle que le enviara un halcón a Eliza citándola en Metrópolis para comunicárselo.

Después de enviarle el halcón a su madre, Alex se reunió con Sam, que en aquellos momentos se encontraba con Ruby en aquel estanque donde la niña vivía. Sam ya lo sabía, puesto que era la Gran Consejera de la reina, pero había guardado el secreto por petición de la reina. Alex estaba tan entusiasmada que no dudó en besar a Sam sin importarle que Ruby estuviera presente, aunque la niña estaba muy contenta, ya que Alex le caía muy bien y la veía como una buena pareja para su madre.

Estaban las tres charlando y riendo cuando vieron a Lena acercarse al lugar. En cuanto llegó hasta ellas, Alex no dudó en inclinarse clavando la rodilla ante ella.

– Dejad que vuelva a agradeceroslo, majestad. Me hace muy feliz que  hayáis confiado en mi familia para este cometido.

Lena le indicó que se levantara antes de contestar.

– No hace falta que me lo agradezcas. Tú y tu familia habéis demostrado una gran eficiencia y una gran fidelidad. No se me ocurre nadie mejor.

Alex asintió muy contenta antes de colocarse junto a Sam.

– ¿Has venido a pasar un rato con nosotras? –le preguntó Sam sonriente.

Lena negó con la cabeza.

– Vengo a comunicaos que voy a celebrar un acto en la sala del trono y os necesito allí. Kara ya se encuentra allí, junto con todos nuestros súbditos.

Sam se puso un poco seria.

– Vaya, pensaba que tendría toda la tarde libre para pasarla con Ruby.

Lena sonrió abiertamente.

– No te preocupes, ella también está invitada –Alex, Sam y Ruby arquearon las cejas –. De hecho, es la invitada de excepción.

– ¿Estás diciendo que podré salir de este lugar? –dijo la niña entusiasmada.

Lena asintió y se inclinó hacia ella con su gran sonrisa. 

– A partir de ahora, ya no tendrás que esconderte más.

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