NATIONAL CITY

430 47 18
                                    

Lena despertó algo desorientada. Pronto se dio cuenta de que se encontraba tumbada boca arriba sobre una cama en unos aposentos parecidos a los suyos, pero que no lo eran. También llevaba puesto un vestido negro que no había visto nunca. Se incorporó y empezó a masajearse las sienes, tratando de recordar como había llegado hasta allí. Lo único que recordaba era que estaba en los jardines de la Fortaleza Luthor con Kara cuando fueron atacadas por los daxamitas. Pudo ver a Kara luchando contra ellos antes de que todo se volviera oscuro y se sintiera transportada por alguien. En algún momento del viaje perdió el conocimiento.

– Ya estás despierta.

Se giró bruscamente hacia donde provenía aquella voz que le resultaba familiar y se llenó de horror cuando vio a Rhea erguida junto a la cama.

– Rhea... –dijo con voz temblorosa.

– Veo que te acuerdas de mi, pese a que solo tuvimos un encuentro –dijo con aquella voz de superioridad.

Lena estaba muerta de miedo, pero se mantuvo fuerte.

– ¿Dónde está Kara? ¿Qué habéis hecho con ella?

– Si te refieres a la kryptoniana, ella no era nuestra prioridad. Sea cual sea su destino, no me importa. Total, ella y el resto de su pueblo serán exterminados. Como todo el que se atreva a hacerme frente.

Lena la fulminó con la mirada.

– Eres un monstruo.

La daxamita soltó unas carcajadas.

– Por qué todos os empeñáis en decir lo mismo. Lo único que busco es el bien para mi pueblo.

– Tu pueblo vivía pacíficamente en el Continente de las Esmeraldas ¿Ellos quieren esto?

La reina daxamita volvió a reír.

– Hablas igual que mi difunto esposo. Si no hubiera sido tan corto de miras, no habría tenido que matarlo –Lena arqueó las cejas al escuchar aquello –. Los daxamitas no hemos nacido para cultivar judías o criar ganado. Este mundo nos pertenece y nuestro destino es dominarlo. Puede que los kryptonianos nos quitaran lo que es nuestro en el pasado, pero míralos ahora, reducidos a una simple ciudad mientras los daxamitas volvemos a ser un gran ejército y volveremos a ser un gran imperio cuando conquistemos este continente, comenzando por tu Imperio Metropolitano.

Lena se mantuvo desafiante.

– Antes tendrás que vencernos.

La daxamita rio por tercera vez.

– Pues claro, querida, he venido aquí para ganar. Vengo de someter a todo un continente al otro lado del Océano Negro. Me ha llevado 20 años, pero la vida a los daxamitas es muy larga. Claro, que si el mayor imperio de este Continente se rindiera y me aceptara como reina, esto podría ser más corto y se perderían menos vidas.

Lena continuó desafiante.

– Eso no va a pasar. Puede que me tengas como rehén, pero ahora el mando lo tiene mi Gran Consejera y ya le ordené hace tiempo que jamás rindiera el Imperio sin importar lo que me pasase. Incluso le dije que desoyera toda orden que yo le diera si me encontraba capturada, como ahora.

Rhea sonrió maliciosamente mientras se inclinaba más sobre ella.

– Eres valiente, y eso me gusta. Pero también eres una necia. Por muy grandes que sean tus ejércitos, jamás podrán con mis hordas. Vas a condenar a tu gente a una muerte segura.

Lejos de intimidarse, Lena continuó manteniéndose firme y desafiante.

– No quiero que mi pueblo muera, pero tampoco quiero verlos convertidos en tus esclavos. Vale más morir de píe que vivir de rodillas. Espero que mueran combatiéndote.

RESURGENCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora