METRÓPOLIS

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Lena y Andrea se materializaron en los jardines de la Fortaleza Luthor. En cuanto el humo negro se disipó, Lena se soltó y casi cae al suelo debido a la desorientación a causa del viaje por las sobras.

– ¿Te encuentras bien? –preguntó Andrea mientras trataba de agarrarla.

– ¡No me toques! –respondió Lena bruscamente apartándose de ella como si quemase.

Andrea alzó las manos en señal de paz mientras retrocedía unos pasos. Lena. furiosa y conteniendo sus lágrimas, la fulminó con la mirada.

– Así que de eso se trataba. Me hiciste daño para que me alejara de ti y alejarme de la maldición que padece tu familia. Una maldición de la que nunca me hablaste.

– Yo no sabía nada. Mi familia no me habló de ella hasta que supieron que yo era la nueva portadora. De haberlo sabido, jamás te hubiera regalado el medallón. Yo solo quería que estuvieras a salvo.

Lena alzó una ceja.

– ¿A salvo? ¿Tienes idea del daño que me hiciste? ¿De lo mal que lo pasé? Si Sam no hubiera estado allí para apoyarme, habría terminado suicidándome.

– Yo también lo pasé mal. Es duro tener que renunciar a la mujer que amas.

Lena asintió con una sonrisa irónica forzada.

– Se que tú también lo pasaste mal, no hace falta que me lo digas –volvió a ponerse muy seria –. Pero, al menos, tú tuviste elección. A mi no me dejaste elegir. Yo hubiera estado a tu lado en todo momento. Te habría acompañado en los momentos más duros. Habría hecho todo eso y mucho más, porque te amaba.

Andrea también contenía las lágrimas, pero no pudo evitar que una de ellas le cayera por la mejilla.

– Yo solo quería protegerte... Alejarte del peligro...

– ¿Y no se te ocurrió preguntarme si yo quería enfrentarme al peligro contigo...?

Andrea se quedó muda, ya que no tenía respuesta para esa pregunta. Lena se cruzó de brazos.

– Pero, todo eso es ya agua pasada. Nuestra relación es historia –Andrea no hizo ningún gesto, pero aquella afirmación la estaba destrozando por dentro –. Es posible que llegue a perdonarte el daño que me hiciste, ahora que se la verdad, pero no esperes que retomemos nuestra relación. Ahora, otra persona ocupa mi corazón.

Andrea asintió.

– La kryptoniana...

Lena volvió a fulminarla con la mirada.

– Se llama Kara y, desde que estoy con ella, he vuelto a ser feliz de verdad. Si quieres ganarte mi perdón, regresa a esa maldita cueva y tráela de vuelta; a ella y al daxamita.

Andrea se apresuró a asentir.

– Lo haré inmediatamente.

Retrocedió un par de pasos y se preparó para volver a viajar por las sombras. Lena la miró fijamente.

– Andrea... –la joven Rojas la miró, encontrándose los verdes ojos de Lena clavados en ella – Regresa con Kara sana y salva o, de lo contrario, no regreses jamás...

Andrea volvió a asentir antes de desaparecer envuelta en humo negro. Una vez sola, Lena cayó de rodillas sobre el césped y rompió a llorar. Tras unos minutos llorando, se secó las lágrimas, se puso en píe y se encaminó hacia el interior del castillo.

***

Dentro de su estudio, Sam dejó caer el rollo de halcón sobre el escritorio mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.

RESURGENCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora