METRÓPOLIS

283 33 1
                                    

En el Salón de los Maestres, había una gran zona habilitada para que estos pudieran atender a los heridos de la batalla. El lugar estaba muy lleno pero, afortunadamente, no había muchos heridos graves y la mayoría pronto se recuperarían de sus heridas. Zari ocupaba una de las camas. Nate se encontraba de píe a su lado. Ambos charlaban y reían, pero dejaron de hacerlo en cuanto vieron que Sara se acercaba a donde estaban ellos.

– Ahí está –dijo Zari un poco seria – ¿Se lo dices tú o se lo digo yo?

– Díselo tú –respondió Nate con preocupación –. A ti no te hará daño.

Zari soltó unas pequeñas carcajadas.

– No seas burro, Nate. No creo que se lo tome a mal. Recuerda que nos permitió ser novios.

– Ser novios es una cosa. Esto va más allá.

Sara llegó hasta allí y pronto advirtió que algo ocurrió en los rostros de Zari y Nate.

– ¿Ocurre algo, chicos? –preguntó ceñuda.

Zari respiró hondo antes de empezar a hablar.

– Veras, Capitana. Estos años en la Waverider han sido los mejores de mi vida. He disfrutado mucho siendo una pirata y, sobre todo, siendo uno de tus juguetes. Y te agradezco mucho que dejaras a Nate ser mi novio. Sin embargo, después de haber estado cerca de la muerte por enésima vez, Nate y yo hemos pensado que va siendo hora de que sentemos la cabeza. Así que vamos a casarnos y a llevar una vida tranquila aquí, en Metrópolis.

Sara se quedó en silencio durante unos segundos que a los dos prometidos se les hicieron horas. Pero, finalmente, sonrió y se inclinó para abrazar a Zari mientras, detrás de ella, Nate respiraba aliviado.

– Déjame darte la enhorabuena.

– Entonces ¿No estás enfadada? –preguntó Zari sorprendida cuando dejaron de abrazarse.

– ¿Por qué iba a enfadarme que mi pequeña Zari se case con el hombre al que ama?

Zari se puso seria.

– Pensé que te molestaría perder a tu juguete favorito... –dijo cruzándose de brazos y mirando para otro lado.

Sara sonrió de forma más enternecedora mientras giraba el rostro de Zari hacia ella agarrándola suavemente por la barbilla.

– Té voy a echar mucho de menos en la Waverider, créeme. Pero, lo más importante para mi es tu felicidad. Y no te preocupes, aunque ya no estés en la nave, siempre serás mi favorita.

Zari sonrió y Sara se inclinó más hacia ella, juntando sus labios en un apasionado beso ante los atónitos ojos de Nate.

– Esto... Capitana...

– No molestes, Nate –le dijo Sara sin tan siquiera mirarle –. Cuando os caséis, pienso respetar vuestros votos. Pero, hasta que se celebre la ceremonia, ella sigue siendo mi juguete ¿Entendido?

– Si, Capitana... –dijo Nate resignado.

– Yo misma me encargaré de oficiar la boda –continuó Sara, quién puso una sonrisa picarona –. Y también te organizaré una buena despedida de soltera. La noches que quedarán por delante antes de que se celebre la boda hay que aprovecharlas bien... –y las dos volvieron a besarse.

No muy lejos de donde estaban, uno de los milicianos que lucharon junto a ellos contra los daxamitas y que estaba también en una de las camas con una pierna rota, observaba la escena perplejo. 

– ¿Sé puede saber que está pasando ahí? –le preguntó a Rory, que pasaba junto a él en aquel momento.

– Nada importante –respondió Rory indiferente –. Esos dos bobos van a casarse y la amante de la novia les ha dado su bendición.

Boquiabierto, el tipo resopló.

– Debería haberme hecho pirata...

Mientras, continuaba la conversación entre Sara y Zari.

– ¿A qué os vais a dedicar aquí, en Metrópolis? Espero que hayáis decidido llevar una vida honrada.

Zari asintió.

– Los dos vamos a ingresar en la Guardia Real. Dicen que se paga bien y podremos vivir en este Castillo. Además, hemos comprobado que Lena Luthor es una buena reina y queremos estar a su servicio.

Sara sonrió satisfecha mientras asentía.

– Yo también pienso lo mismo. Por eso, voy a aceptar las Patentes de Corso.

Zari y Nate arquearon las cejas a la vez.

– ¿Estás segura...? –preguntó Zari.

Sara volvió a asentir.

– Puede que antes desconfiara de ella. Pero, ahora que la he conocido personalmente, veo que Lena Luthor no es solo fachada y palabrería. Es sincera y está dispuesta a cambiar de verdad las cosas. Es una buena gobernante y, como todos los buenos gobernantes, tendrá muchos enemigos y va a necesitar mucha ayuda y, sobre todo, protección. Con vosotros en la Guardia Real y nosotros en la Waverider como corsarios al servicio de la Corona, la reina estará más segura.

Zari también sonrió.

– Me alegra que pienses así. Nate decía que pensarías que somos unos necios por ponernos al servicio de la Corona –Nate miró disimuladamente para otro sitio y se puso a silvar, pero Sara no lo miró y continuó mirando a Zari, cuya sonrisa se volvió más picarona –. Ava se va a poner muy contenta ¿Lo sabe ya?

Sara negó con la cabeza.

– Pero lo sabrá pronto.

La sonrisa picarona de Zari adquirió un tono más de complicidad.

– Supongo que se lo dirás en una de tus habituales visitas. Porque no ha habido un solo día que no la hayas ido a visitarla –Sara le respondió devolviéndole la sonrisa de complicidad y Zari adquirió un tono más amable – ¿Sabes? Me alegra que la hayas perdonado. Las dos hacéis muy buena pareja.

– Lo sé ¿Y sabes qué? Creo que voy a intentarlo –el rostro de Zari se iluminó –. Va siendo hora de que yo también tenga una relación estable, ya soy un poco mayor para seguir jugando con juguetes ¿Quién sabe? Supongo que yo también seré capaz de llevar una vida basada en la monogamia.

Detrás de ella, Nate no pudo evitar soltar unas carcajadas que intentó disimular en vano. Sara se giró hacia él y lo miró con ojos llameantes. Él, tratando de escapar de esa situación, se unió a Rory que pasaba cerca de esa cama en aquellos momentos.

– Mejor os dejo solas –dijo nervioso mientras se alejaba con él –. Mick y yo vamos a tomarnos unas cervezas para celebrar el compromiso ¿Verdad, compañero? –le dio unas palmadas en el hombro.

Rory lo miró con mala cara.

– Vuelve a tocarme y acabarás en una de estas camas...

Nate se acercó más a él para hablarle en voz baja.

– Ayúdame a salir de aquí, Mick, o la será la Capitana la que me deje en una de estas camas. Yo invito a la cerveza.

– ¿Qué has hecho para cabrear a la Capitana? ¿Tan mal se ha tomado que le vayas a quitar a su zorra favorita?

A Nate no le hizo ninguna gracia aquel comentario, pero tuvo que aguantarse. 

– Es que no he podido aguantarme la risa cuando ha dicho que... –empezó a susurrarle al oído.

En cuanto Nate terminó de susurrarle, Rory se puso a reír con unas carcajadas tan fuertes que se escucharon en toda la sala. Sara y Zari rodaron los ojos.

– Que poco ha tardado Nate en contarle a Rory tus intenciones con Ava –dijo Zari fastidiosa.

– Y verás cuando se enteren los demás. Seguro que Charlie hace una apuesta con él.



RESURGENCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora