"Gran verdad"

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Narra Ryan:

Había llegado al lugar antes mencionado por mi amigo Spencer, gracias a su papel anotado con la dirección exacta y número de departamento.

Sudaba frío, no sabía cómo reaccionaria Angy después de no verme por años y cuál sería la reacción de Brendon, seguro hará un drama artístico por no avisarle y por ausentarme durante este tiempo. Ya me imaginaba mentalmente el berrinche que haría.

Cuando me pare justo enfrente de la entrada me acerque al portero y toque timbre 2A, seguro era el segundo piso del edificio.

Me sentía extraño pero me alegraba que al menos las chicas eran felices con las personas que amaban de su adolescencia.

-¿hola? ¿Quién es? -escucho decir del portero-

Rápido contesto con un Soy yo, Ryan Ross. Vine de visita Angy. Por suerte pude reconocer su voz, no había cambiado mucho.

Mi corazón comenzó a latir de la emoción. Necesitaba hablar con ella y así poder quedarme tranquilo, que nuestra amistad siga en pie.

-pasa Ryan, estoy en el segundo piso. Puerta izquierda. -contesta y luego cuelga-

Asentí y trague grueso.

Abrí la puerta del edificio y luego llegué hasta el segundo piso subiendo por el elevador.

Tenía muchas ansias acumuladas de saber que había sido de su vida y también del Urie, ambos fueron amigos muy importantes en mi pasado, los estimaba mucho y más a ella, que la conozco desde hace mucho, incluso de antes de que fuéramos a la secundaria junto a Spencer y...

Sin darme cuenta y pensando demasiado llegué a su puerta, estaba por levantar el brazo para tocar y dar aviso de mi presencia pero justo en ese momento se abre y ahí la veo detrás de la misma, sorprendida por mi aspecto y mi nuevo look. Ya no era el niño adolescente que ella conocía, era un chico más maduro.

-Ryan, dios mío... Cómo haz crecido -musita leve y abriendo sus ojos impeccionandome con su mirada de arriba abajo-

 Cómo haz crecido -musita leve y abriendo sus ojos impeccionandome con su mirada de arriba abajo-

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Parpadee varias veces y refregué mis ojos para devolverle el gesto. Mi lengua se había trabado justo a tiempo que iba a decirle algo pero rápida fue a mi y me abrazo sin más. Con el corazón latiendo a mil solo pude respirar hondo y exhalar oxígeno sintiendo una emana tranquilidad reconfortar mi cuerpo. Sentí los pequeños sollozos de mi pequeña amiga y la aparte admirándola. Su cabello lucía lacio azabache, resplandecía y su mirada, aún con maquillaje en el contorno de sus ojos y sus labios la hacían ver más madura, ya no era la niña de secundaria, era una mujer madura. Podía notarlo en los collares y pulsera que llevaba puesto de adorno, hasta sus aretes eran bien bonitos, como una mujer delicada.

-Angy... Yo... -tartamudee un poco, no sabía por dónde empezar o que decir, me daba pena hablar de donde estuve todo este tiempo, no quería que lo supieran y me tuvieran lástima- lo siento, debí venir mucho antes a visitarte.

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