Ryan entraba a una habitación blanca y vacía y dentro de ella, un hombre de unos 57 años de edad que estaba durmiendo en una cama, inmóvil y respirando con un aparato artificial.
Él se acercó con miedo de adentrarse más, pero esa persona era alguien que él perfectamente conocía. Era su padre, quien estaba internado en un hospital.
Se sentó a su lado mientras lo observaba. A su lado, una flor en una jarra y una foto familiar sobre la mesa. Había una pequeña biblia y un vaso con agua, seguramente alguien venía a menudo a visitarlo.
-papá... -dijo con lástima viendo el estado de su progenitor, quería tocar su mejilla pálida-
El señor Ross empezó a estremecer su cuerpo y a toser con fuerza.
-Ry... Ryan... -pudo escuchar su nombre con sus últimas fuerzas-
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El castaño sobre exaltó en el lugar y quería escuchar que tenía para decirle. Lo extrañaba mucho pero por mucho que su padre se esforzará solo abría sus ojos y miraba a su alrededor, ojos vacíos y sin esperanzas.
-¡Padre! ¡Padre! -el muchacho se aferró fuerte pero el señor Ross tosía mucho, carraspeando su garganta y pecho-
Él no sabía que hacer, ya que no había nadie quien pudiera ayudarlo. No había enfermeras alrededor. Salió a buscar a alguien por los pasillos pero nadie le prestaba atención, era como un fantasma para el resto. Volvió a la habitación y se sentó nuevamente, mordió sus labios de la rabia e impotencia que sentía por dentro.
Observó que su padre le caían algunas lágrimas pero sus ojos seguían cerrados. Ahora estaba impactado, jamás pensó que él era muy importante en su vida. De niño lo obedecía y hacia muchas cosas para que él se sintiera orgulloso, en algún momento sintió que le falló, que era imposible complacerlo pero escuchar su nombre y ver algunas lágrimas, sentir el dolor palpable que este le trasmitia le partió su corazón. Ryan lloró también a su lado.
-Ryan... hijo mío siempre estuve orgulloso de ti. -escucho una voz detrás suyo, al voltear el castaño su padre estaba parado y se veía más joven- te amo y cuídate mucho.
-¿Qué? -conmocionado volvió a ver la cama pero el señor Ross dormía, detenidamente fijo su vista en él y se dio cuenta que su corazón se había detenido- no puede ser...
Las lágrimas del castaño cortonearon sus mejillas y trató de ser fuerte.
-ahora entiendo.... Gracias papá. También te amo y perdoname por no haber estado contigo -dijo el chico Ross limpiando sus lágrimas que caían de su rostro-
Cuando volvió a voltear hacia atrás, su padre ya no estaba.
Miró a su alrededor y sintió un alivio que por lo menos su alma descansaría en paz de la agonía de su enfermedad y que su padre se había despedido con una lindas palabras que lo dejaba tranquilo.
