CAPITULO 64.

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-Veo que son muchos cambios en el documento- escuchaba.

-Unos pocos- dejaba escapar con un hilo de voz.

-La última vez que nos reunimos para discutir su testamento, cosas malas pasaron- suspiraba con pesadez animándose a enfocar el rostro familiar frente a ella -Tengo a mi gente trabajando en obtener toda clase de información que nos pueda llevar a encontrar al culpable de estos lamentables actos, usted sabe que tanto sus abuelos, su hermana y usted son como familia para mí-

-Lo sé-

-No soy un genio, pero puedo ver y decir con total seguridad que la carga que lleva sobre sus hombros la esta superando... No se si yo sea la persona indicada, peor quiero que sepa que si necesita hablar con alguien, puede contar conmigo-

-Lo sé- respondía apartando la mirada -Gracias por venir hasta aquí-

-Gracias a usted por llamarme, cuídese mucho... Usted es una persona muy importante-

Apoyaba su rostro en una de sus manos mientras veía las enormes gotas estrellarse sobre el cristal del desolado restaurante, suspiraba fuertemente pensando en que se estaba perdiendo ver el hermoso rostro de su hija al ver la lluvia por primera vez

-Aquí esta la cuenta- la mesera interrumpía sus melancólicos pensamientos mientras le extendía el pequeño recibo - ¿Piensa irse ya? ¿Por qué no se queda y espera a que la lluvia pase? El otro café ira por mi cuenta- alzaba los ojos enfocando el rostro sonrojado de la joven.

-Es muy amable de tu parte, pero me temo que tengo cosas que hacer- decía por lo bajo.

-Oh esto es debe ser un error, es mucho de propina... Me esta dejando casi cien dólares-

-No es un error- respondía colocándose la bufanda alrededor de su cuello seguido del largo abrigo gris.

-Lo menos que puedo hacer es darle mi paraguas...-

-No hace falta, has sido muy amable- caminaba a paso lento pensando en que tal vez no sería mala idea aceptarle el paraguas ya que el cielo parecía estar rompiéndose en pedazos y cayendo en forma de la lluvia.

-Soy Yanira- decía la chica -Trabajo aquí de lunes a viernes en el turno de la tarde-

-Cuídate Yanira- respondía sin interés mientras abría la puerta de cristal -Mierda...-

-Llueve mucho, acepte mi paraguas, puede venir a dejármelo... Y tal vez acepte mi café- sonreía por lo bajo sorprendida de como eran de atrevidas las jóvenes de hoy en día.

-Hasta luego- musitaba aventurándose a la torrencial lluvia -Debiste aceptarlo...- se decía para sus adentros.

- ¡¿Cuál es su nombre?!- gritaba la chica desde la entrada del restaurante.

-Helena- susurraba alejándose a paso lento, la bufanda húmeda comenzaba a volverse más pesada al igual que el abrigo, pero sabía que si lo tiraba su esposa la mataría ya que recordaba lo mucho que decía que amaba verla usándolo diciendo lo mucho que combinaba con el color de sus ojos -Aida...- caminaba un poco más y sacudía su cabeza en un intento de borrar de su mente la imagen de su esposa gravemente herida "hubieron complicaciones" recordaba la voz del doctor "debemos operarla de nuevo para detener el sangrado interno" apretaba los puños con fuerza porque tal vez no debió moverla para acomodarse a su lado, tal vez el dormir sobre su pecho provoco que las cosas se complicaran. Una semana había pasado desde el accidente y Aida llevaba tres días en cuidados intensivos, observaba a ambos lados de la calle antes de cruzarla lentamente mientras la suave voz de su rubia inundaba sus oídos, paso tantos años siendo una experta en contener sus lágrimas, que no entendía porque ahora con el simple hecho de pensar en el rostro de su esposa hacía que su cuerpo entero se tambaleara fuertemente.

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