CAPITULO 23.

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Helena llevaba muchas noches sin dormir, por más que intentara conciliar el sueño no lograba caer dormida, nunca imaginó que dicha noticia le afectaría tanto. Sabía que tarde o temprano le ofrecerían regresar o simple y sencillamente le darían una patada en el culo como paso con Andrea, parecido. Suspiro con pesadez intentando no pensar en la verdadera razón de porque dicha noticia no le había caído nada bien, pero el rostro de Ellie golpeaba sus pensamientos y era imposible evadir el sentimiento que eso le provocaba. Decidió salir de la habitación con sumo cuidado de no despertar a la hermosa mujer que dormía profundamente a su lado, mientras bajaba las escaleras pensaba que una copa de vino y tal vez un cigarro ayudarían a calmar la marea de pensamientos que no la dejaban en paz.

Pensó que solo sería una copa, pero paso de ser una a ser la botella completa, intentaba recordar cuando fue la última vez que lloró por la muerte de su mejor amiga, pero el recuerdo nunca llego a su mente por la sencilla razón que no lo había hecho, ni siquiera cuando le tocó reconocer su cuerpo en la morgue. Supo inmediatamente el motivo de su inquietud y es que a pesar de saber que difícilmente volvería a liderar un escuadrón y no solo porque la mayoría de sus hombres fueron asesinados en ese ataque sino porque su condición física era una mierda, jamás seria la misma mujer no cuando estaba más remendada que muñeco viejo. El ser comandante la ataba únicamente a una cosa: Ellie. Ambas lucharon, se esforzaron al máximo para poder llegar a esa posición, no era algo que ella añoraba o soñaba en convertirse, pero el ser nombrada la decimosegunda comandante había sido uno de sus mejores momentos y que mejor que poder compartir dicho logro con su mejor amiga.

El dejar esa posición significaba también dejar atrás el ultimo vínculo, lo único que aun la ataba al recuerdo de Ellie, una extraña sensación comenzó a invadirla lentamente y le estaba costando un poco de trabajo mantener la compostura, era la segunda vez que le ocurría, recordó que la primera fue cuando se desmoronó frente a sus amigas la noche antes del puto juicio y la razón era de lo más patética, estaba asustada. Pero esta vez la sensación era diferente, decidió salir al jardín tal vez el aire de la media noche lograba tranquilizarla ya que cada vez le costaba más respirar con normalidad, caminaba de un lado a otro intentando comprender lo que sucedía, el porqué de sus palpitaciones aceleradas, los recuerdos de Ellie cada vez se volvían más reales, podía escuchar su voz y su estúpida risa en sus oídos, la podía ver nerviosa caminando de un lado a otro mientras repetía una y mil veces las palabras con las que le pediría matrimonio a Camila, lo emocionada que estaba cuando finalmente la pelirroja le informó que serían madres y recordaba esa plática en el hospital el día que Lena nació.

La conexión que tuvo con Ellie iba más allá de lo que podía entender, nunca fue algo romántico le revolvía el estómago el solo pensarlo, en ella encontró un rival, una amiga, una hermana, alguien con quien podía ser ella, hablar de su pasado sin ser vista con lastima, no era que Andrea, Camila y Vanessa fueran insignificantes para ella, porque aceptaba a regañadientes que amaba a esas locas. Pero con Ellie todo era diferente, fue la primera persona con la que se sentía segura y protegida. Se detenía en seco llevándose una mano su mejilla sintiendo sus dedos levemente húmedos - ¿Qué mier...? - no logró terminar de articular cuando la humedad de sus ojos comenzaba a empapar su rostro y las palpitaciones eran cada vez más fuerte -No...- cerro los ojos con fuerza intentando recobrar la compostura.

-Helena...- abría los ojos con sorpresa escuchando a Aida a unos pasos de ella -¿Estas bien?- asentía sin atreverse a mirarla, el nudo en su garganta le impedía articular palabra y respirar se había convertido en un deporte extremo en esos momentos -Helena...- extendía su brazo en un intento de detenerla pero el temblor en su cuerpo no hacía más que delatarla, no sabía cómo controlarse, quería detenerse pero eso la estaba consumiendo por dentro la superaba en esos momentos -Amor...- sintió el suave agarre de Aida y por más que intento alejarse de su mujer está la apretaba con más fuerza, no supo en qué momento su intento de respirar por la boca se convertía en audibles sollozos que por más que luchaba no podía controlar, sus piernas parecían sucumbir al igual que todo su interior, la humedad de sus ojos le impedía ver a su alrededor pero supo que su llanto era ahogado en el hombro de su Aida quien susurraba algo que no lograba entender, sentia las caricias en su espalda y cabeza, todas las barreras comenzaban a desmoronarse frente a ella.

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