Aida se daba un vistazo al espejo y estaba mas que satisfecha con el resultado que veía, aunque pensándolo bien se soltaría el cabello, como también bajaría un poco mas el conjunto para dejar un poco más a la vista e imaginación de su mujer, ya que sus fieles compañeras eran la debilidad de Helena y nunca, jamás podría resistirse a ellas. Había perdido la cuenta de cuantas semanas tenían de no hacer el amor porque a la señorita Bandek le daba "miedo" lastimarla en el acto, cosa que creía demasiado extremista y absurda, estar embarazada no tendría por qué ser un impedimento a la hora de querer "un poquito de amor" como solía decir su prometida cuando deseaba llevarla a la cama, ahora se arrepentía de las veces en las que la mandaba a dormir porque ella estaba muy cansada -Estúpida Aida- susurraba con molestia. Tomaba una bocanada de aire antes de salir del cuarto del baño para acercarse a la cama donde Helena leía un libro de "futuras madres" -Hola Bandek- susurraba con tono sensual.
-Aida ¿Sabías que hay mujeres con antojos de galletas oreo con pasta de dientes? ¡Eso supera tu apio con crema de maní! - su mujer estaba mas que concentrada en el libro que ni siquiera se dignaba a alzar la vista.
-Helena- musitaba notando como los ojos grises finalmente se clavaban en ella, amaba la reacción de su mujer -Me preguntaba... Si podría ser tan buena novia para ayudarme a desabrochar- decía girándose -Ops, disculpa creo que tire algo sin querer...- susurraba agachándose un poco para darle mejor visibilidad a Helena quien estaba más que sonrojada - ¿Me ayuda? - mordía si labio al sentir como se pegaba a su cuerpo.
-Aida... Es usted muy traviesa- susurraba a su oído -Sabes que este conjunto me vuelve loca...- sonreía satisfecha ya que era de los pocos que su mujer no había rasgado y se debía a que le fascinaba como le quedaba.
-Usted me esta volviendo mas loca a mi sin sus caricias- se giraba colocando los brazos sobre los hombros de Helena quien tenía la mirada fija en su pecho - ¿Las ha extrañado Bandek? Porque nosotras estamos desesperadas por usted- susurraba sobre los labios.
-Me estas torturando- escuchaba con voz ronca estremeciéndose al sentir la caricia en sus piernas, cintura y finalmente las manos de su mujer se apoderaban de sus pechos -No puedo seguir... Resistiéndome, no cuando te ves así de perfecta-
-No te resistas mi vida- la empujaba fuertemente haciéndola caer de espaldas sobre la cama y en un rápido movimiento se colocaba sobre ella -Hazme tuya Helena- casi gritaba de emoción al ver la mirada gris cambiar a una que conocía perfectamente bien, sintió como la colocaban sobre la cama disfrutando de lo hermosa que se veía Helena cuando se desnudaba frente a ella -Hola sexy- susurraba abriendo sus piernas para darle la bienvenida, nunca estuvo tan desesperada por los labios de su mujer como lo estaba esa noche, enredaba sus dedos en el cabello negro y cada tanto apretaba su espalda alzando su cintura para poder sentirla mejor, cerraba los ojos disfrutando del roce de su lengua en su cuello, hombros y finalmente en sus pechos. Clavaba sus uñas en la espalda desnuda de Helena al sentir las suaves mordidas en ellos, los ojos grises la enfocaban con deseo cosa que no ayudaba para mantener la cordura en su lugar - ¡Helena!- gritaba con fuerza al sentir su lengua hundirse en su intimidad logrando despertar cada uno de sus sentidos, abría cada vez mas sus piernas y no supo que la llevaba a empujar mas el rostro de Helena a ella, estaba por perder la cabeza al sentir como el movimiento se intensificaba pero mas aún al ver a su mujer comenzar a tocarse, escucharla gemir sobre su intimidad fue mas que suficiente para hacerla llegar con fuerza sobre su boca.
- ¿Tan rápido? - escuchaba el tono burlón y no pudo ni siquiera responder ya que sentía como se adentraba en su intimidad -No lo creo mi vida... Por que yo apenas voy comenzando- no supo en que momento Helena la obligaba a sujetarse las piernas con ambos brazos a medida las embestidas golpeaban su interior con fuerza, intentaba ahogar los gemidos porque lo que menos quería era despertar a las chicas, pero era algo imposible de hacer debido al enorme placer que su cuerpo recibía -Me estorba- escuchaba sintiendo como se separaba de ella para quitarle el conjunto rojo con suma delicadeza.
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Nuestro Tiempo
RomanceAida Lars decide darle un giro a su vida al mudarse a una nueva ciudad, conocerá a muchas personas que le enseñaran que todo puede mejorar si se rodea de las personas correctas, aprenderá a amar y se entregara completamente a esa mujer que ha robado...