CAPITULO 5.

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Se encontraba en la sala de juntas escuchando la propuesta de uno de sus candidatos, observaba al joven exponerle sus ideas, pero su mente se encontraba en otro lugar. Aun recordaba los sucesos de la semana pasada, jugaba con la pluma en su mano imaginando el rostro dormido de Aida a su lado, no se despegó de ella los tres días que estuvo en cama... No sabía cómo reaccionar o como hablar con ella después de eso, tenía miedo... No, estaba más que aterrada por todo lo que estaba sintiendo por ella. Temía lastimarla y sabía que eventualmente como todo lo que pasaba en su vida terminaría arruinando todo. Esos días mientras se despertaba a media noche y la contemplaba dormida en la silla junto a su cama pensaba en que lo que Aida le provocaba era más que una atracción física... Mordía su labio inferior tratando de concentrarse en la voz del joven, pero nuevamente los ojos azules cielo la invadían por completo.

Toda persona que se acercara a ella terminaba hecha pedazos, Aida era demasiado importante como para lastimarla así... No quería hacerlo, pero deseaba estar con ella, deseaba compartir felicidades, conocerla más, conocer sus miedos, sueños... Saber que desea, cumplir todo... Pero ¿Por qué tenía tanto miedo?

- ¿Helena? - alzo la vista enfocando el rostro preocupado de Vanessa y la mirada de todos los invitados.

-Disculpen- respondía aclarándose la garganta -Eso ha estado muy bien Fabio-

-Muchas gracias por acompañarnos, nos estaremos comunicando con ustedes esta tarde para hablar de los últimos detalles- escucho a Vanessa mientras trataba de recordar de que compañía era esa gente -Dennos un momento por favor- pedía Vanessa al resto de la junta directiva. Aprovechaba para estirarse un poco y caminar al ventanal - ¿Puedo saber que te pasa? ¿Segura que ya te sientes mejor? ¿No quieres regresar a casa y descansar unos días más? -

-No- respondía secamente, sabía que frente a Vanessa le era muy difícil mantener sus pensamientos.

-Apenas y has estado presente en las reuniones, aun nos faltan 5 clientes más ¿Segura que podrás? - cuestionaba.

-Si- se giraba para verla fijamente.

- ¿Quieres hablar de algo? - negó apartando la vista de su mejor amiga -Es Aida ¿cierto? - trago grueso bajando la mirada sin atreverse a verla - ¿Qué sucede? -

-Nada- con un hilo de voz -No sucede nada-

-Helena- escucho -Sabes que puedes hablar conmigo- ambas clavaban la vista en el ventanal observando las pequeñas gotas de lluvia estrellarse en el - ¿Te gusta? -

-No- mentía -Jamás podría poner mi atención en alguien como ella- hasta decirlo le quemo el interior -No es mi tipo y es demasiado...- mordió su lengua ya que decir aquello comenzaba a arder -Diferente a mi-

-Aida- alzo la vista rápidamente sin atreverse a girarse -Que bueno que estés aquí, pronto empezaremos la siguiente reunión y espero nos acompañes, mira quien está de regreso-

-Buenos días- escuchaba la dulce voz que invadía todo su interior.

-Hola- intentaba disimular si preocupación.

-Iré por agua los folletos, ahora vuelvo- la mirada azul ni siquiera se posaba en ella.

-Vanessa- se apresuraba a tomar el brazo de su amiga - ¿Sabías que estaba allí? ¿Crees que me escucho? Vanessa por favor- suplicaba.

-Oye- su amiga con tono despreocupado - ¿Qué si escucho? Tu atención jamás será puesta en ella, es demasiado partido para ti- dejaba salir sin piedad -Tienes razón después de todo ¿Quieres saber por qué? - la miraba confundida -Ella no es una hija de puta cobarde- la soltaba rápidamente al ver al resto de los directivos entrar al salón -Se siente bien estirarse un poco ¿no creen? - decía sonriente.

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