CAPITULO 14.

341 39 3
                                        

Aida ayudaba a lavar las ultimas tazas después de que todas quedaran fascinadas con el chocolate de Diana, ahora todas se preparaban para ver una película.

-No te encontraba- se giró un poco notando a Helena acercarse lentamente, sintió sus manos rodear su cintura y como apoyaba su mentón sobre su hombro - ¿Necesitas ayuda? -

-Ya casi termino- respondía - ¿Ya se decidieron por la película? -

-Llevan más de una hora, creo que será nuevamente frozen- escucho con molestia - ¿Quieres que vayamos a la habitación y veamos algo nosotras? -

-No- se alejaba lentamente mientras secaba la última taza y la guardaba en el estante -Sera de mal gusto perdernos cuando todas estarán reunidas, hemos venido para pasar tiempo en familia antes de tu audiencia- soltaba con seriedad -Tu podrías subir si gustas-

- ¿Pasa algo? - escucho -Te siento un poco extraña-

-No- respondía secándose las manos -Vamos- sintió como tomaban su brazo con suavidad y la hacía quedar frente a ella.

-Dímelo- suplicaba con un susurro -No puedo adivinar lo que te pasa-

-Helena- con un hilo de voz -Te perdiste dos días... No contestabas tu móvil, no estabas en tu casa. Nadie sabía nada de ti y apareces después como si nada- mordía su labio inferior intentando contenerse -No sé qué te pasa a ti, actúas extraño... Estas aquí pero tu mente está en otra parte...- desviaba la mirada de su rostro conteniendo las lágrimas -Siento que volvemos a lo mismo de ocultarnos cosas...-

- ¿Confías en mí? - sentia la caricia sobre su rostro -Aida-

-Si- susurraba -Pero... No me gusta no saber de ti... No tienes por qué contarme todo de lo que haces a cada momento- sus manos apretaban la blusa de Helena -Pero nada costaba responderme un mensaje y decirme que todo estaba bien para no preocuparme-

-Lo es- escucho suavemente -Siento mucho el haberte preocupado así, no volverá a pasar... Lo prometo- sintió los labios de Helena en su frente.

- ¿Y tú confías en mí? - la veía alejarse un poco.

- ¿De qué hablas? Claro que lo hago- los ojos grises cansados la veían fijamente.

-A veces siento que no lo suficiente...- desviaba la mirada nuevamente -Pero tampoco puedo obligarte- sentia como tomaba su mentón obligándola a enfrentar sus ojos -Se que tienes problemas como todas los tenemos... Pero siempre pasa que cuando mejor estamos ocurre algo que me hace ver que tu aun no te abres conmigo...- sintió como la abrazaba con fuerza.

-Confía en mi... Por favor- suplicaba Helena con voz temblorosa, algo muy extraño en ella -Te lo pido... Confía en mí, nunca hare nada para lastimarte Aida- la ponía contra el lavado y podía notar la respiración entrecortada -Yo... Te necesito ¿sabes? - no sabía si era el tono de voz o el rostro adolorido de su mujer lo que le provocaba una enorme presión en el pecho -Cuando pienso en ti, todo mejora... Y cuando te veo todo desaparece... Te amo Aida, nunca dudes de eso te lo suplico- tomaba el rostro de Helena entre sus manos -Yo...- abría los ojos con sorpresa al ver las lágrimas abandonar los ojos grises que tanto adoraba -Siento que ya no puedo mas con todo... He vivido engañada todo este tiempo...-

-Amor...- decía preocupada - ¿Qué sucede? - sentia los suaves sollozos ahogarse en su hombro, su cuerpo entero temblaba -Helena...-

-Solo quédate así un momento- suplicaba -Un momento...- la envolvía en sus brazos acariciando la larga melena negra tratando de calmarla un poco, no sabía cuál era la carga y preocupación que su mujer tenía, pero entendía que Helena no estaba preparada para hablar de ellos por lo que se conformaba con abrazarla fuertemente como muestra que pasara lo que pasara ella estaría con ella siempre.

Nuestro TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora