CAPITULO 24.

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Ese lugar era lo único que conocía como su hogar, las hermanas le habían contado un par de veces como fue a parar a ese lugar y que no la consideraban nada más que una bendición como al resto de los niños que dormían a su lado, esa noche el viento estaba mas enojado que otras ocasiones por más que intentaba dormir nunca podía acostumbrarse al horrible sonido del viento entrando por algún agujero de la ventana o la vieja pared de madera. Decidía bajar con mucho cuidado evitando que cualquiera de las monjas la descubriera en la cocina, escuchaba los pasos sobre la madera y a alguien abrir la puerta principal con rapidez.

-Padre Juan- saludaba la sor Cecilia -Lo esperábamos por la tarde-

-Discúlpeme hermana- escuchaba la conocida voz de su profesor -Tuvimos un atraso en el camino, pero gracias al todopoderoso y a los santos logramos venir a salvo-

- ¿Dónde está? - preguntaba la sor.

-Aun no hago que se baje del coche, no ha querido comer ni beber nada desde que la encontré- intento acercarse un poco ya que la curiosidad la estaba matando -La pobre perdió a sus padres, el ejercito los recluto y al final termino usándolos de carnada-

-Que Dios y la virgen perdonen sus almas-

-Amen hermana- respondía el padre -Yo se que las cosas se están poniendo cada vez mas difíciles, pero ella es una criatura inocente, hija de Dios, donde come 1 pueden comer 2 hija mía, así como en mi corazón nació ayudar a esta pobre alma pido también de tu bondad y cariño para recibirla-

-Así será padre, parece que ya se esta animando a acercarse- como pudo se acerco gateando hasta poder esconderse detrás de la escalera -Hola princesa, ven acércate-

-Es muy tímida- decía el padre -Ven hija mía, conoce a la sor Cecilia ella cuidara de ti de ahora en adelante-

-Hola cariño ¿Cómo te llamas? - preguntaba la sor con voz amable.

-Andrea- se acerco un poco mas para ver la cara de la niña nueva y no se fijo que estaba un balde cerca de ella por lo que termino rodando con todo y escobas.

- ¡Vanessa! ¿Por qué no estás en tu cama? - intento levantarse, pero tenía su pie atorado en el balde y no podía moverse.

-Déjala- escucho la voz del padre, pero por estar tratando de sacar el pie del balde no supo que la niña nueva se acercaba lentamente a ella.

-Deja de moverte- ordenaba con voz suave, apenas y podía ver su rostro ya que la enorme bufanda cubría toda su cabeza -Ya lo puedes sacar-

-Gracias- respondía incorporándose rápidamente -Soy Vanessa-

-Y yo Andrea-

**1 año después**

-Vanessa espero no estés en la cocina porque fui muy clara en decirte que hoy me ayudarías en el huerto- sintió como tiraban de ella con suavidad y la sacaban de la cocina por la parte de atrás.

-Andrea suéltame- insistió.

-Siempre estas buscando meterte en problemas- escucho.

-Yo solo quiero cocinar- se logro zafar del agarre -Tu solo pasas leyendo esos estúpidos libros-

- ¿Sabes leer? - desviaba la mirada avergonzada - ¿No sabes leer? -

- ¿Y a ti que te importa tonta? - se giraba rápidamente sintiendo como la detenían.

-Espera-

-Ríete, todos se ríen de mi-

-Yo no me reiré de ti- con tono suave -Puedo enseñarte-

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