CAPITULO 48.

487 35 12
                                    

Sandra bebía un poco de jugo de frutas mientras observaba como Hannah bailaba con Claudia quien intentaba moverse al ritmo de la música, pero lo único que provocaba eran carcajadas a su alrededor por su falta de coordinación. Podía ver como Bandek y Andrea abandonaban el salón por lo que pensó que sería una buena oportunidad para hablar con la rubia, sonreía al verla quitarse los zapatos rápidamente mientras se dejaba caer en una de las sillas.

- ¿Arrepentida? - preguntaba sentándose frente a ella.

-Ahórratelo Sandra... No quiero que Helena se entere porque me molestara toda la noche- sonreía al ver el sonrojo en el hermoso rostro de Aida - ¿Cómo te sientes? -

-Mucho mejor ¿Y tú? Veo que tu pancita se comienza a notar- decía.

-No sé cómo explicártelo- la veía acariciar su vientre con suavidad -Aún no termino de creer que una personita crezca dentro de mí, la espero con ansias y desde ya la amo tanto...-

-Me imagino que Bandek está igual-

-Ella está peor- Aida reía por lo bajo sonrojándose aún más -Le habla todo el tiempo... Le canta todas las noches antes de dormir, lo único que necesito para sentirme bien es tenerla cerca... Sandra disculpa, hable de más-

-Para nada Aida, no te contengas- pedía -Es más ahora que tenemos un poco de tiempo a solas quería hablar contigo de algo-

-Claro Sandra- los ojos azules la veían con curiosidad - ¿Pasó algo? -

-Si- susurraba acercándose un poco más ya que la voz de Vanessa inundaba todo el salón al intentar cantar una canción de Laura Pausini -La verdad es algo que pensaba hacerlo desde que volvieron a transferirme a esta ciudad- tomaba una bocanada de aire antes de liberar todo lo que cargaba -Tenemos casi 21 años de conocernos y desde que recuerdo yo siempre estuve enamorada de ti, trataba de llamar tu atención de todas las formas posibles, cuando supe que los rumores de que tú y Gabriela estaban juntas eran ciertos créeme que fue la primera vez que se me rompió el corazón...- confesaba en un hilo de voz -Después de eso decidí que haría todo lo posible para que me notaras, lo único que yo deseaba era eso... Ser importante para ti, que supieras que yo estaba allí, sentirme especial para ti-

-Sandra...- escuchaba.

-Déjame terminar- pedía enfocando el rostro triste a su lado -Todos estos años estuve tan ciega que no me daba cuenta que tu... siempre me notaste, siempre sabías que yo estaba allí... siempre me hiciste sentir especial... Cuando me acompañabas a las olimpiadas de matemática, que por cierto que vergüenza- ambas reían por lo bajo -Cuando trabajabas horas extra para poder comprarme un regalo para mis cumpleaños, cuando te quedabas hasta tarde esperando a que terminara el entrenamiento... Siempre fui especial para ti y yo nunca lo vi porque siempre esperaba más de ti y es por eso que quiero disculparme contigo- hacía una pequeña pausa -Oh Aida, no llores... Si Bandek te ve así me romperá la cara aún más- sonreía al escuchar la suave risa.

-Yo nunca quise lastimarte Sandra...-

-Yo sé que no- apartaba los mechones rubios del rostro de Aida -Mírame... Nunca lo hiciste, fui yo la que buscaba algo en ti que nunca fue hecho para mi ¿Y sabes cómo lo comprobé? - la veía negar suavemente -El día que me hicieron la fiesta de bienvenida, volvimos a encontrarnos después de varios años sin hablar, te vi y seguías siendo la misma de siempre, la mirada triste seguía en ti, eso sí estabas mucho más hermosa que la última vez- mordía su labio intentando contenerse un poco -Tu rostro... Tu mirada se iluminaron al momento que escuchaste un apellido y luego cuando esa persona dijo tu nombre pude ver como tu mundo se ilumino, nunca había visto esa expresión en ti... Nunca te vi tan feliz como cuando Bandek llego esa noche a buscarte, que ahora que lo pienso detenidamente ¿Verdad que habían discutido? - reía al ver como Aida asentía -Me lo imagine porque estabas demasiado apagada antes de que ella apareciera, Aida. Me llevo tanto tiempo darme cuenta que finalmente habías encontrado tu lugar y aunque me costó mucho aceptarlo, sé que esa mujer te ama... Por Dios si solo basta verla ceca de ti, la bestia indomable se convierte en un cachorro en tus brazos y comprendí que yo debía dejarte ir por mi bien y por qué tú habías encontrado a alguien que estaba dispuesta a dar todo por ti y créeme... No tengo dudas que tu lugar es al lado de ella y eso me hace feliz Aida-

Nuestro TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora