CAPITULO 77.

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Caminaba lentamente bajando las escaleras que llevaban al sótano de la base militar, había perdido la cuenta de las noches que llevaba sin dormir, sabía cuál era la razón de su intranquilidad y de su molestia, apretaba sus puños intentando borrar el rostro de su mujer de su mente ya que lo único que deseaba era no pensar en ella porque eso implicaba recordar la última pelea, en sus casi 15 años juntas las cosas nunca se habían salido de control como esa vez, no sabía si el no recibir respuesta a sus cartas significaba que su matrimonio de menos de 6 meses había acabado, trataba de no darle muchas vueltas al asunto porque aunque lo negara, la indiferencia de su esposa la estaba volviendo loca.

-Si, escuche que la comandante se cansó de sus actitudes de niña mimada y la mando a volar, aquí entre nos nunca me gustaron como pareja, la comandante es demasiado mujer para ella- se detenía unos pasos antes de doblar al pasillo y reconocía la voz de dos de sus soldadas.

- ¿De qué hablas? Yo diría que la capitana Brooke es demasiado mujer para la comandante Vielman, creo que haría mejor pareja con la comandante Bandek-

- ¡Estás loca! Esa mujer esa una demente-

- ¡Lo dices porque solo te cogió una noche y no te volvió a saludar! ¡Creo que ni tu nombre recuerda! -

-Espero que ambas hayan completado lo que les solicite esta mañana- interrumpía con voz seria -Creo, no se ustedes, pero algo me dice que es más importante estar vigilando a los prisioneros que estar en el pasillo hablando de sus superiores como si de una mala novela se tratara-

-Capi... Capitana Brooke- decían al unisonó haciendo una pequeña reverencia -Nosotras lo sentimos mu...-

-Ahórrenselo- pedía caminando entre ellas -Estaré un poco ocupada y lo que menos quiero es tener que lidiar con imbéciles como ustedes- soltaba con rabia -Retírense-

-Si capitana-

-Al parecer alguien se despertó con un humor de mierda- alzaba la vista enfocando a Graciela apoyada en una de las puertas -Que bueno verte, roja-

-Quisiera decir lo mismo- susurraba - ¿Qué haces aquí? -

- ¿Qué crees? Me han enviado a aprender de la mejor- escuchaba - ¿Cómo estás? No te ves bien-

-No he dormido bien- confesaba -Pero estoy segura que después de conversar con nuestros invitados de honor me sentiré mejor- susurraba antes de abrir la puerta de un golpe -Buenos días, señores-

- ¡Hija de puta! - gritaban los dos hombres encadenados - ¡Mírate, no eres nadie! ¡Por más que...! - tomaba una cadena de las gruesas y la azotaba contra el rostro del hombre.

-¿Por más que, qué?- cuestionaba acercándose al prisionero notando como la sangre comenzaba a bajar por su rostro -Debo decir que hoy- susurraba sacándose el saco militar y recogiendo su cabello en una coleta alta -No es su día de suerte... ¿Saben porque?- preguntaba esbozando una amplia sonrisa -Porque como dijo mi amiga aquí presente, desperté con un humor de mierda- decía tomando una de las varillas de hierro y la lanzaba con fuerza hasta clavarla en una de las piernas del hombre, lo que provocaba que los gritos inundaran la habitación -Oh, olvide decirles que mi puntería es casi perfecta-

- ¿Casi perfecta? ¡¿De qué hablas?! ¡Tienes la mejor puntería de todo el ejército! - gritaba Graciela.

-Gracias, eres muy amable amiga- decía divertida -Muy bien, comencemos-

-No diremos nada... Puedes asesinarnos...-

- ¿Asesinarlos? Oh no querido, lo que menos haré sera eso... Tú, tu amigo y yo... Jugaremos un poco- sonreía -Tarde o temprano tú o el me dirán las cosas que deseo saber-

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