CAPITULO 61.

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Le era imposible controlar el movimiento de sus piernas a medida se acercaban a la que hace cuatro meses había sido su casa, tragaba grueso sin poder entender porque sentía tanto "miedo" de regresar, tal vez la reacción de su hermana mayor al confesarle que se había casado con nada más y nada menos que la mujer que estuvo enamorada de su esposa por casi veinte años aún la perseguía por las noches.

-Tranquila- escuchaba la voz de la única persona que podía llevarse lejos sus miedos e inseguridades -Ya hablamos de esto, si te sientes incomoda o atacada nos iremos de inmediato ¿sí? -

-Si- respondía con un hilo de voz - ¿Tú cómo te sientes? Perdona amor... Por estar tan metida en mis pensamientos no te he preguntado...-

-Me importa más saber como estas tú- la veía sonreír y eso bastaba para que su mundo se iluminara -Y para nuestra seguridad la rubia está en casa-

-Estoy nerviosa por muchas cosas ¿sabes? Volveré a ver a Helena después de tanto tiempo y... conoceré a mi sobrina, bueno... es nuestra sobrina ahora que eres mi esposa- susurraba -No he querido ver fotos-

-No han subido ni una sola foto de Amelia, creo que no quieren que el mundo la conozca- sabía que Sandra intentaba bromear para calmarla un poco y hasta esos detalles le parecían hermosos -Estoy segura que quedaras enamorada de tu sobrina-

- ¿Crees que le guste el peluche? Sigo pensando que exageramos un poco...- susurraba observando el peluche de casi 3 metros que se encontraba en el asiento trasero.

-Aida dijo que estaba obsesionada con osos, creo que cuando vea nuestro regalo se pondrá feliz... Ya tiene cuatro meses así que...-

-Muero por verla...- decía ilusionada -Mierda...-

-Llegamos mi amor, recuerda si esto se pone muy feo-

-Nos iremos- se inclinaba para besar a su esposa -Te quiero-

-Y yo a ti, vamos- ambas caminaban a paso lento hasta llegar a la puerta de la hermosa casa -Todo estará bien- se repetía notando como la puerta se abría lentamente.

- ¡Hannah! ¡Estás aquí! - sonreía sin poder contenerse al ver lo hermosa que lucía su cuñada -Sandra-

-Aida- saludaba su esposa.

-Wow... Ese corte te queda muy bien- susurraba al ver que la melena rubia había desaparecido y ahora usaba el cabello corto un poco arriba de los hombros, pero eso no le quitaba lo bonita que lucía -Te ves muy hermosa-

- ¿Tú crees? Me gustaría que Helena hubiese tenido una reacción así, paso llorando tres días- la risa de Aida era demasiado contagiosa y el solo imaginar a su hermana llorando lo hacía aun mas divertido -Pasen chicas, déjenme ayudarles con sus abrigos- pedía - ¿Cómo han estado en su nueva vida de casadas? -

-Todo bien rubia- respondía Sandra -El lugar ha cambiado- sonreía al ver juguetes por todas partes.

-Se que morían por conocerla, pero no se imaginan cuanto me costo que tomara su siesta, si no duerme suele levantarse de muy mal humor y créanme-

-Las Bandek solemos ser muy intensas- interrumpía -Esperaremos a que se despierta ¿Tú como estas? ¿Cómo te sientes? -

-Feliz- respondía con una hermosa sonrisa -Enamorada tanto de mi esposa como de mi hija, muero por que la conozcan y la carguen, es muy bonita- escuchaba a su cuñada relatar las diferentes cosas que Amelia aprendía - ¿Cómo van tus clases? -

-Muy difíciles- aceptaba tomando la copa de vino que le entregaba -Creo que no debí estudiar tanto para el examen de admisión ya que me pusieron en uno de los cursos más avanzados y...-

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