CAPITULO 4.

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Había llegado minutos antes de la hora acordada, Diana insistió en que usara uno de sus vestidos más elegantes, acto seguido sugirió rizar su cabello un poco y su concepto de "aplicar un poco de maquillaje" para ella había sido exagerado. Observo las personas sentadas en las mesas a su alrededor y todas derrochaban elegancia, el lugar en si era parecido al de los millonarios que veía en las series o películas. Ni en sus más remotos sueños imagino conocer ese mundo.

-Perdona la tardanza- enfoco el rostro sonriente de Helena quien vestía un saco negro en el cual lucia más hermosa que de costumbre -El tráfico de los lunes es un asco-

-Si- respondía nerviosa - ¿Vanessa viene con usted? -

-Me llamo hace unos minutos que tenía algo pendiente y podría retrasarse un poco- se sentaba frente a ella - ¿Esperaste mucho? -

-No- negaba tomando un poco de agua -Este lugar es muy hermoso-

- ¿Sí? Es la primera vez que estoy aquí, si me preguntas prefiero los lugares más sencillos. Suelo sentirme un poco fuera de lugar al estar rodeadas de estas personas- la vio leer el menú detenidamente apreciando cada gesto y mueca de su acompañando.

-La comida luce deliciosa- añadía.

- ¿Ya decidiste que comerás? - negaba volviendo la vista al menú y muchas de las cosas en él no lograba si quiera pronunciarlas.

-Es muy caro- respondía por lo bajo.

-Eso es lo de menos- escucho -Estamos aquí para celebrar tu logro, nuestro logro si así lo quieres ver- decía divertida.

La mesera llegaba con una copa botella de vino y no pudo evitar notar la mirada maliciosa que le dirigía a su acompañante, Helena sonreía al parecer también lo había notado.

-Mi nombre es Azucena y estaré atendiéndolas esta noche- la mesera con tono un tanto seductor - ¿Algo para comenzar? - se inclinaba un poco a Helena.

- ¿Aida? - los ojos grises la veían con ternura.

-Creo que una ensalada estaría bien- sintió la mirada molesta de la mesera.

-Trae lo que todo lo que pida- ordenaba con amabilidad Helena mientras llevaba la copa de vino a sus labios, "es tan sexy" pensó.

-Así será- la mesera hacia una pequeña reverencia mientras se alejaba de la mesa.

-Suele tener ese efecto en las personas ¿sabe? - bromeaba.

- ¿Qué efecto? - la vio apoyar sus codos a la mesa e inclinarse un poco a ella.

-Deslumbrar a las personas, la pobre mesera apenas y podía tomar la orden- decía divertida.

- ¿A ti te deslumbre? - pregunto con tono serio haciendo que todo su mundo se tambaleara ante esa mirada.

-Aquí está la ensalada- al mesera aparecía en el momento indicado - ¿Listas para la orden? -

-Tráenos dos de los mejores platos que tengas- ordenaba Helena sin mirar a la mesera.

-Enseguida- la veía alejarse mientras probaba el vino por primera vez.

-Esta rico- intentaba desviar el tema -Los vinos que probé antes sabían muy amargos-

- ¿Sí? A mi este me pareció muy dulce- reía divertida -Y bien Aida Lars ¿Cuál es tu historia? - preguntaba curiosa.

-Oh no, no se preocupe no quiero arruinar el momento hablándole de mi vida- respondía con timidez.

- ¿Arruinar? Creo que nada podría arruinarnos este momento- agregaba - ¿Es cierto que dejaste tu vida atrás solo por aplicar a mi empresa? -

-Es una historia muy larga y aburrida- insistió, pero la mirada gris la retaba y sabía perfectamente que tarde o temprano tendría que ser - ¿Realmente quiere escucharla? -

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