CAPITULO 21.

337 33 11
                                    

Claudia era la menor de cinco hermanas, hermanas las cuales nunca la incluían en nada por ser la menor y porque siempre la tachaban del patito feo porque en comparación a ellas, digamos que no se sentia tan agraciada, su madre también se encargó de recordarle cuál era su lugar en esa familia. Su padre en cambio era todo lo contrario, era su superhéroe, su mejor amigo, su confidente y el único que la ayudo a cumplir su sueño.

Toda su vida trato de ser la mejor en todo por lo mismo de intentar superar a sus hermanas, nunca se sintió parte de algo, ni en sus tiempos de estudiante logro hacer amigos, tenía compañeros de estudio, pero nunca supo lo que era pertenecer a algo y en su puta vida creyó que vendría a experimentar eso con un grupo de lesbianas buenas y asesinas, rio por lo bajo disfrutando de los sobrenombres que siempre se le ocurrían.

Observaba a sus amigas, todas diferentes y cada una viviendo en su mundo. Gracias a las donaciones de alimentos, ropa y sabanas que la presidenta de Ackerman Enterprises hizo para los afectados de los ataques, todas ayudaban a guardar los víveres en diferentes cajas y repartirlas a las familias. Cada pareja tenía un sobrenombre, Andrea y Vanessa eran "las señoras" ellas tenían lo que ella siempre soñó al encontrar a su hombre ideal, porque si podía estar rodeada de hermosas mujeres pero a ella la fascinación por el órgano masculino nadie, jamás se la quitaría así que eso le daba todo el derecho de opinar, sonrió enfocando a "la sugar mamma y a la more" las cuales eran Camila y Daniela, ahora mismo vivían en una burbuja de amor, pasión, todo lo veían color rosa y sus muestras de cariño llegaban a ser un poco molestas para todos los presentes, jamás pensó ver a dos personas que pudieran pasar diez minutos sin besarse, desvía la mirada incomoda viendo como volvían a besarse y finalmente, "la bella y la bestia", Aida y Helen, agua y aceite, algo que si debía aceptar era la hermosa pareja que formaban, era como si Aida fuera una adiestradora de bestias la cual lograba que Bandek actuara como un cachorrito a su alrededor.

- ¿Criticando nuevamente? - alzo la vista enfocando a Diana quien le lanzaba una botella con agua.

-Estoy muerta- intentaba disimular -Quisiera dormir por tres días-

- ¿Cómo estuvo el turno? - sintió la caricia sobre su cabello -Cargas unas ojeras-

-Oye, es parte de mi belleza- bromeaba -Cuando piensas que dejaran de llegar heridos, es cuando te das cuenta que los ataques fueron una mierda ¿Sabes que es lo que me indigna Diana? Que en cosas así, los pobres y los menos afortunados son los que salen perdiendo-

-Chicas, nos iremos en un par de minutos, las necesito a todas cargando las cajas a las camionetas, recuerden que tenemos que poner la comida caliente en un solo coche, platos y vasos deben ir en ese mismo-

-Si señora- decían al unisonó y todas comenzaban a seguir las indicaciones de Vanessa, todas cargaban cajas y bolsas llenas de alimentos, todas menos Bandek ya que después del esfuerzo que hizo el día del ataque su brazo comenzaba a sufrir las consecuencias.

- ¿Cómo está el dolor? - se animaba a preguntarle a la bestia de ojos grises.

-Normal- escucho.

-Me alegro, pude traer un poco de vendas del hospital así que podre revisarte cuando regresemos- añadía.

-Eso sería muy lindo de tu parte Clau- enfoco a Aida colgarse del brazo de la bestia - ¿No lo crees Helena? -

-Si- respondía con sequedad -Gracias Claudia-

-No tienes por qué agradecerme, soy yo la que está en deuda contigo por permitirme quedarme en tu mega mansión- decía recordando que su edificio había quedado totalmente destruido, no pudieron rescatar nada de sus pertenencias ya que una explosión fue enfrente del mismo. El solo pensar que una de ellas pudo haberse quedado esa noche le provocaba escalofríos.

Nuestro TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora