CAPITULO 38

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Helena caminaba por los pasillos del hospital escuchando las voces de los oficiales detrás de ella los cuales seguían repitiendo la misma mierda una y otra vez, estaban más que convencidos que su hermana había estado secuestrada todos estos años. La teoría de que que alguien con poder logró falsificar su acta de defunción para borrarla del mapa y que si alguien se acordaba de ella la dejara de buscar porque según los registros estaba enterrada junto a la tumba con sus padres era la de la que más intentaban aferrarse para explicar la repentina aparición de su hermana. El abuelo Ackerman debió ingeniárselas muy bien para pagar todo lo necesario y que eso terminara creyéndose de esa forma.

Intentaba calmar su respiración y los temblores que comenzaban a invadirla cada que recordaba los detalles de la condición en la que habían encontrado a su hermana. Existían una infinidad de cosas que podían llevar a una persona normal a perder la cordura, los estribos y la cabeza, pero las personas normales tenían la capacidad de controlarse sin hacer mucho esfuerzo, ella nunca sería parte de ese grupo de personas normales, estaba lejos de alcanzar el nivel de normalidad en la que podría controlarse sin hacer nada, ella simplemente no era así.

Detrás de la hermosa mujer a la que todo mundo se detenía a apreciar en más de una ocasión, se encontraba una verdadera bestia asesina, alguien capaz de matar con una sola mano y sin hacer mayor esfuerzo, pero quitando todo lo que podía llegar a ser cuando entraba en ese estado lo que más sorprendía era el hecho de que disfrutaba hacerlo. Sabía que Eduardo tendría la protección de Megan y todo MRLL, pero eso solo le causaba gracia ya que fácilmente podría acabar con ellos en un abrir y cerrar de ojos, incluida Megan que a pesar de intentar dialogar con ella para llegar a un común acuerdo lo único que logro fue obsequiarle un pasaje directito a la mierda, podía tolerar un sinfín de cosas, podía permitir poner en peligro el culo de ella y de sus amigas porque sabía que al igual que ella, Andrea, Vanessa y Camila eran otras bestias enjauladas que de vez en cuando necesitaban ser liberadas para hacer lo que todas disfrutaban hacer: asesinar. Pero Hannah... Su Hannah ni siquiera entraba en discusión.

-Bandek- estaba tan sumergida en sus pensamientos que ni siquiera se percató del estúpido rostro que tenía enfrente.

-Sandra- susurraba -Entraré-

-Antes de que lo hagas me gustaría que habláramos de ciertas cosas- la enfocaba por un momento pensando que no importaba el tiempo que dejara de verle la cara, la molestia de tenerla enfrente era la misma de siempre -Ella esta en un estado de shock, casi no habla con nadie... Lo único que pudo decirme fue su nombre-

-Solo quiero verla- pedía con seriedad -Puedes decirme estas cosas después, ahora si me lo permites- intento avanzar, pero sintió el agarre en su brazo, oh Sandra... pensó al tiempo que lograba zafarse y en un rápido movimiento lograba tomarla del cuello golpeándola con fuerza contra la pared

- ¡Bandek! ¡Suéltame! ¡¿Qué crees que haces?!-

-Recordándote... Porque creo que eres tan imbécil que has olvidado que tú a mi ...no me tocas- susurraba entre dientes.

- ¡Bandek! Baje a la inspectora ahora mismo- gritaba alguien, pero estaba demasiado concentrada disfrutando del rostro asustado de la imbécil de Sandra.

-Que sea la última vez que olvidas tu puto lugar- la golpeaba una ultima vez y la soltaba con fuerza -Imbécil- se sacudía las manos pensando que tal vez fue muy lejos con Sandra, pero en el fondo era algo que deseaba hacer desde hace mucho tiempo. Tomaba una bocanada de aire antes de entrar a la habitación donde tenían a su hermana -Hannah...- susurraba sin poder creer lo que sus ojos veían, tuvo que tragar grueso para poder acercarse a ella, no había parte de su rostro que no estuviera lastimado -Hannah...- con un hilo de voz sintiendo como su voz comenzaba a cortarse, no era el momento para sacar la puta debilidad.

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