Lindsay estaba en la tina, olía a esencias y el agua tibia comenzaba a enfriarse, se suponía que debía bañarse para salir nuevamente, pero estaba ahí estática mirando a la nada. Odiaba sus estados de ánimo, de estar segura de irse a tener miles de dudas al respecto, no sabía lo que deseaba eso estaba claro, incluso la idea intrusiva de que Matt se arrepentía de pedirle quedarse parecía tonta.
Cuando le dijo que si, lo había hecho pensando que la vida era una sola y debía estar un poco más si era lo que ambos deseaban, pero después todo comenzó a ponerse raro, sus ideas la dejaban cansada, pero ni aun así podía dormir bien. Estaba en una nada extraña y fantaseaba no haber abierto su boca durante esa cena con Matt y pensar que quedarían para otra ocasión.
Salió de la tina desnuda y se paró frente a espejo, su cabello se veía más oscuro mojado, su cuerpo no había cambiado mucho, no había sufrido cambios dramáticos de peso, aun así había cosas evidentes, como su pechos un poco más caídos que en su adolescencia y su cintura estaba un poco más ancha, seguía siendo ella y no a la vez, porque sentía que comenzaba a perderse y no le gustaba.
Se puso un albornoz y se fue a la cama en donde su maleta seguía ahí, lista para salir, pero en cambio la abrió y comenzó a revolverla, sacó un camisón y se acostó, esa madrugada dio vueltas y tuvo que tomar algunos tranquilizantes que media hora después la dejaron profunda.
A la mañana siguiente decidió salir, caminó por la ciudad sin rumbo, con la tristeza de no tener la valentía de irse de Barcelona para siempre o buscarlo y decirle que había sido un impulso. Pero ¿de qué le serviría a él saberlo? De nada, sólo darse cuenta que seguía siendo la misma desequilibrada de años atrás.
Se sentó en una cafetería central, no miraba calles o nombres cuando estaba tan ensimismada era como si el exterior se minimizara, pidió una botella de agua cerrada y dejó la carta para pedir algo de desayuno. Pero su mirada seguía perdida en la nada, bebía agua de vez en cuando y seguía pensando en que debía levantarse y tomar el avión.
-¿Señorita? -Lindsay alzó su mirada y se encontró con unos ojos conocidos. -¿Que si me puedo sentar? La cafetería está llena y me preguntaba si podríamos compartir la mesa, claro si no le molesta.
-Por supuesto que no. -Le respondió amable.
Lindsay no era una persona conflictiva a pesar de ser tan solitaria y apática, era empática y pensó que el pobre hombre no podría tomar su desayuno.
-Gracias.
-Lo he visto antes.
-¿A mí? -El hombre se mostró sorprendido.
-Sí, sus ojos grises son difíciles de pasar desapercibido. -Sobre todo porque la hacían pensar en Matt.
-Me halaga que una mujer tan preciosa me dé cumplidos.
-Es un hecho, los ojos grises de su tipo son raros.
-Los suyos también. -Replicó el hombre.
-De donde provengo no son tan escasos, hasta el 80% de las personas pueden tenerlos en su caso en el mundo si acaso el 3%.
-Vaya una científica. Entonces no me halagaba, qué decepción.
-No soy científica. Y está en lo correcto, no lo halagaba. Los ojos grises son bellos por sí mismos, sin importar la persona. -El hombre la miró herido.
-¿Una turista?
-Podría ser. ¿Y usted?
-Soy investigador. -Lindsay lo miró con interés.
-¿Entonces es usted el científico o acaso un detective?
-No, soy arquitecto, de hecho mi especialidad son los interiores, investigo cafeterías para un nuevo proyecto.
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Una locura llamada Simona [Terminada]
ChickLitLas aventuras están siempre frente a tus ojos, sólo debes saber en dónde pescar. Su táctica: brindar sonrisas acompañadas de miradas pícaras. Su estrategia: colarse en todos los espacios de su vida y volverse su colorido secreto. Sus obstáculos: él...