Miró su Rolex iban con el tiempo justo para esa reunión y Adriá y Abril aun no llegaban no entendía por qué se tardardaban tanto, así que le telefoneó a Angels para que ella se encargará de transmitirles su molestia, odiaba ser impuntual por sobre todas las cosas del mundo, el tiempo era el mayor de los tesoros, por eso no le gustaba hacérselo perder a nadie.
Acomodó el nudo de su corbata color rosa y tomó su portafolio saliendo de su oficina, Abril venía corriendo, no sabía cómo podía hacerlo en sus zapatos de tacón aguja, pero su rostro no lucía mejor, sus ojos cafés estaban desorbitados, lucía asustada y no era para menos, dado que por su tardanza podían retrasarse.
-¿Dónde está Adriá?- La interrogó irritado, ella negó con su cabeza.
-No estaba con él.
Matthew le lanzó una mirada gélida que hizo que ella inmediatamente bajara la suya, volvió a mirar su Rolex y estiró su cuello a un costado haciéndolo traquear, caminó hacía el ascensor y hundió el botón con su pañuelo, si algo detestaba era impregnarse con gérmenes y los lugares como los ascensores solían tener más que incluso los baños sanitarios, por eso siempre iba con un pañuelo desechables para hundir esos botones sin ser él quien entrara en contacto directo.
Abril y él esperaban a que el ascensor arribará hasta su piso cuando finalmente Adriá se ubicó a su lado con Esteven, Matt miró a Adriá con un gesto reprobatorio, lo descomponía mucho llegar tarde a cualquier lugar y más si se trataba de un acuerdo comercial tan importante como el que iba a firmar con Dolce. Adriá giró el rostro evitando la mirada de Matthew siendo consciente de su error.
Una vez ingresaron los cuatro al ascensor la tensión era palpable, Matthew solía generar eso en sus empleados, actuaba usualmente de manera tan correcta que más que intimidados se sentían avergonzados por no estar a su altura, al menos eso pensaban los presentes, mientras evitaban mirarlo y encontrarse con su rostro plano.
Sin embargo al abrirse las puertas del ascensor su expresión cambió y su rostro se iluminó ceniciento, algo había captado su atención, ellos empezaron a caminar en dirección a la sala de juntas lugar en el cual se haría la reunión, pero él se desvió justo hacía la recepción, allí yacía Rebecca mirándolo con una expresión que no logró descifrar.
Lucía increíble, le gustaba cómo esa mujer llevaba las faldas de lápiz, se ajustaban tanto a su cuerpo que la imaginación de cualquier hombre se ponía andar y la suya no era la excepción, no sabía qué le gustaba más de esa mujer si sus piernas evidentemente tonificadas, sus anchas caderas, sus redondeados glúteos, la estrechez de su cintura aun en una blusa holgada como la rosa pálida que llevaba o su rostro, que aun sin una gota de maquillaje se veía tan terso, la deseaba tanto que era difícil no mostrarlo.
Era una mujer sinceramente preciosa, era imposible no ver su cara y pensar en una muñeca, pero no sólo despertaba ternura, sino que emanaba sensualidad, no era descabellado que lo hubiera llevado a hacer todas las cosas que había hecho durante los últimos meses, tenerla cerca se había vuelto una de sus obsesiones, Rebecca Bracho era sin duda una de las mujeres más hermosas que había visto, sin ser muy consciente empezó a esbozar una sonrisa al tiempo que se acercaba por completo hasta ella.
-Rebecca, tanto gusto- ella le asintió
-Señor Shepard- dijo con voz excesivamente formal.
Lo cual lo hizo ensanchar más su sonrisa, ella siempre era tan orgullosa y pedante, no sabía por qué, pero eso en lugar de molestarle hacía que su atractivo aumentara, era inevitable no apreciarla, tenía una elegancia nata y un gusto exquisito, ahora mismo le llamaba la atención que tuvieran los mismos colores en sus prendas de vestir como años atrás cuando apenas la estaba conociendo, él con su traje gris impoluto y corbata rosada y ella con su falda ceñida y su blusa vaporosa.
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Una locura llamada Simona [Terminada]
ChickLitLas aventuras están siempre frente a tus ojos, sólo debes saber en dónde pescar. Su táctica: brindar sonrisas acompañadas de miradas pícaras. Su estrategia: colarse en todos los espacios de su vida y volverse su colorido secreto. Sus obstáculos: él...