Parte 45 "Ménage à trois"

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Mucho tiempo sin publicar, pese a que este capítulo y otros tres más están listos desde abril, ando apática, no hay otra palabra, no es desinterés en general, porque de hecho ando entusiasmada con proyectos que tengo a nivel personal, con series, películas y leyendo muchoooo; pero la escritura es otra cosa, no me provoca ni publicar y ni hablar de hacer líneas de texto nuevas... ¿La razón? Aún me la pregunto, ni siquiera puedo decir que la falta de apoyo, porque la saga de los mandamientos cada día consigue más lectores sin yo mover un dedo... No sé, no sé qué pasa... Quizás simplemente quiero otras cosas.

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CLAIRE


Claire Dauphin no era una mujer que se diera por vencido tan fácil, nada en la vida le había resultado sencillo, ella había venido de abajo a arriba. Había crecido en la periferia noreste de París, con problemas sociales endémicos muy graves, muy lejos del mítico glamour con el que usualmente la gente relacionaba a París, pues bien, ella había crecido rodeada de pobreza, donde hasta ésta podía olerse.

Salir de ahí no había sido fácil, muchos decían que haberlo logrado tenía que ver con su apariencia física y en parte podría verse así, desde la adolescencia Claire había deslucido con ese lugar, su apariencia típica francesa de piernas largas, piel clara, ojos azules y cabello castaño habían hecho que muchos la ficharan y le hablarán de modelaje, ella había hecho unas cuantas fotografías para campañas pequeñas.

Pero lo que la había cautivado eran las tablas del teatro, era como si pudiera ser ella misma y era extraño, dado que los actores siempre eran otros, pero alguien como Claire había crecido rodeada de máscaras, de fingir ser de dónde no era, para poder abrirse paso lejos de ese lugar, así que sus muchas máscaras encajaban perfecto en un lugar donde no eras nada y eras todo al mismo tiempo.

Había conocido a Matthie cuando tenía 25 años, en uno de esos eventos de caridad a los que él solía asistir, ella iba en calidad de mesera de catering, quedó deslumbraba en cuanto lo vio, los magnates no solían ser como en las novelas, generalmente eran hombres viejos y sin atractivo, habían contadas excepciones y generalmente eran los herederos, no el magnate en sí mismo, pues Matt era otro heredero, un heredero bellísimo.

Ese día él llevaba uno de esos smoking de diseñador que ella obviamente no recordaba, él distinguía entre Dolce Gabbana de Christian Dior, ella no distinguía nada, para Claire era sólo un smoking cualquiera que bien podría ser rentado, sólo que los rentados se veían más como la ropa que ella tenía, sutilezas que saltaban a la vista, telas caras, de telas sintéticas.

Todo él respiraba dinero, aun cuando en ese tiempo ella no sabía de su afición por los Rolex, sabía que su reloj era caro, las imitaciones también se veían diferente, como el que ella llevaba en la muñeca, que hasta mala ortografía tenía.

Claire sabía que tenía una buena apariencia, lo sabía prácticamente desde los once años cuando su padrastro había querido abusarla y ante las miradas de lascivia que causaba en sus vecinos. De hecho en eventos como esos ya había adquirido mecenas que habían estado dispuestos a patrocinarle ciertos caprichos que ella había querido darse, como poder vivir en un barrio trending en las inmediaciones del Canal Saint-Martin, cerca de un sin número de tiendas de moda, galerías de arte contemporáneo, pequeños restaurantes para comer, terrazas de cafés y otros bares de cócteles, aún vivía en ese lugar, aunque desde luego sus mecenas habían ido cambiando.

A Claire le gustaba hacer uso de su aspecto, sentía que si lo querían debían poder pagar por él, algo que gracias a las máscaras que empleaba nunca se veía como prostitución, ni interés, sólo algo que fluía natural, ahora mismo su mecenas era Bashar, llevaba ya un tiempo con él y sabía que para él pagarle sus gustos no era nada del otro mundo, a ese hombre le sobraba el dinero, lo tenía por cantidades.

Para cuando conoció a Bashar ella ya tenía casi 30 años, él era mayor que Matthie, sin embargo no era algo que se le notara.

Más que la cuenta bancaría lo que le había llamado la atención de Bashar era el leve parecido que tenía con Matthie, a ella siempre le gustó, ambos le gustaban, pero sin ningún tipo de pudor admitiría que lo que la tenía con el árabe era el sutil parecido que tenía con Matt: sus ojos grises, su cabello negro, su estatura y bueno, algo que reconocería a ojos cerrados es que Bashar era más liberal en la cama y menos drástico con muchas cosas, aunque en otras tantas si resultaba muy extraño, pero ella no lo cuestionaba, entre menos lo molestara de mejor humor estaría, no le gustaba enojarlo, solía ser algo brusco cuando lo estaba, aunque usualmente era bastante atento y calmo.

Pero a pesar que no estaba mal con Bashar, ella quería seguir con Matthie, volver con él era algo que añoraba, no sólo porque era bello y rico, sino porque era su amor, cuando lo había conocido no le había importado el uniforme de chacha que llevaba, de hecho nunca la había hecho sentir en menos, aunque se había dado cuenta por accidente de sus oscuros orígenes, jamás hizo un comentario al respecto porque él era un caballero de ensueño.

Ella sabía que era cuestión de tiempo antes que él recapacitara, aunque dijera que no, aunque se lo negara, siempre, a pesar de haber estado con la periodista él había seguido prefiriéndola y hasta el cuerno le había montado a esa mujer con ella, siempre fue así, durante su absurdo compromiso con la desabrida de Pauline, Claire seguía estando, así que aunque se habían dejado, eso en realidad nunca pasaba, sólo que Matt era terco y algo necio, a ella le gustaba dejarlo estrellarse porque sencillamente la que lo entendía era ella y sólo ella, como ese lado pervertido que tenía y ocultaba con su moralidad, pero bien que le encantaban los ménage à trois en los que siempre terminaban envueltos.

Se sonrió triunfal cuando firmó por el contrato de alquiler de un dúplex en la zona de Les Tres Torres de Sarrià- Sant Gervasi, uno de los mejores barrios de Barcelona, le asintió al hombre que también parecía conforme con el trato, Bashar se lo estaba costeando mientras estaba allí por la obra que había estrenado en el teatro Goya, le había dicho que lo mejor para "su nena".

Y no exagerada, no sólo estaba súper bien comunicado, sino que contaba con cerca de 260 metros cuadrados, acaba de ser totalmente reformado, por lo que se aprovechaban todos sus espacios con un estilo muy chic, ella no sabía nada de arquitectura, él en cambio lo sabía todo, así que era él quien se había encargado de todo.

Soltó el aire cuando le cerró la puerta al hombre y miró todo el espacio, en la primera planta se encontraba un gran salón comedor de tres ambientes, salida a la terraza de unos 7 metros, la cocina era abierta al comedor, porque a Bashar le encantaba cocinar, así que para él era importante esa parte, pese a que ese dúplex era enorme no tenía nada que ver con los sitios en los que Bashar solía vivir, aunque rara vez ellos estaban en un ambiente suyo, decía que prefería que ella estuviera cómoda, porque siempre era muy considerado.

La zona de noche, contaba con cuatro habitaciones en suite todas exteriores, con armarios empotrados. Además de suelos de algo llamado parquet, que él decía era bueno, calefacción de gas por radiadores, splits de aire acondicionado, preinstalación para internet, alarma de seguridad y salida de servicio.

Volvió a suspirar extasiada pensando en con qué clase de excentricidades podría amueblar ese lugar y todo sin pensar en cuánto gastaba, lo cual era lo mejor de todo el asunto, miró el forro de billetes que llevaba en efectivo, él se los había dado precisamente para que se diera unos "gusticos", los hacía ver tan pequeños y si, para él lo eran, para Claire en cambio no eran ínfimos, era ver cómo esa niñita pobre escalaba.

Todo eso era un triunfo, hacía mucho no estaba tan cerca de Matthie y añoraba eso, poder convencerlo que eran el uno para el otro.

Era verdad que estaba un poco parco, pero Matthie era así, era cuestión simplemente de llevarlo a dejar la necedad, así que simplemente le llamó, tenía ganas de verlo, de verlo más, no como hasta ahora que lo hacía de forma ocasional, ya no estaban las barreras espaciales, ambos estaban en la misma ciudad, gracias a ese enorme papel que ella se había ganado y lo primero que haría, sería invitarlo a una función.

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Algunas sabrán más de lo que a simple vista cuenta este capítulo, otras sólo lo verán como la narración de una mujer y sus amantes.

Una locura llamada Simona [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora