Parte 17 "La señora LeBlanc"

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Simona estaba francamente aburrida, cada una de esas actividades le parecían sosas, además eso de confraternizar con sus compañeros le resultaba algo escuelero, las relaciones humanas se daban de forma espontánea, no poniendo dinámicas de integración, encima el ambiente estaba pesado, nadie quería hacer amigos, sólo rivalizar y ver competencia en el otro, todos tenían por objetivo ganarse el dichoso programa, pero los objetivos de Simona eran distintos, sólo que no estaba teniendo nada de éxito.

Se había inscrito en ese programa para poder estar más cerca de Matthew, quería conocerlo, compartir con él, mirarlo, sólo mirarlo ya sería mucho, no obstante él no se había presentado, llevaba una semana participando de las grabaciones del dichoso programa y no lo había visto ni una vez, ella sólo compartía con sus compañeros, los 3 presentadores y los jurados, pero él brillaba por su ausencia.

Sabía que tenía un puesto ejecutivo en el canal, pero algo en ella esperaba que estuviera más involucrado en la producción del programa, pero no... Había perdido el tiempo y el tiempo era lo único que no se podía perder, porque no se recuperaba jamás.

Meditaba qué hacer al respecto, mientras parecía estar perdiendo su tiempo, porque era mucho más desfachatado quedarse ahí en posición derrotada sin hacer nada y Simona no era de ese tipo de personas, sin embargo su creatividad andaba de paseo, porque no veía la forma de zafarse de eso, ya que había firmado un contrato y no planeaba desembolsar la multa, ni más faltaba enriquecerle el bolsillo a José Saldarriaga, a costas de que el suyo se viera enflaquecido, no, ni hablar, el altruismo a los ricos no iba con ella.

Pero también sabía ver cuándo había tenido una mala idea y haberse metido en ese programa lo era, antes al menos era libre de manejar su tiempo como quisiera y podía asecharlo de ser necesario, estiró su boca porque tal y como sonaba en su cabeza se veía algo denigrante y no era tan así, simplemente Simona era una mujer determinada que sabía lo que quería y luchaba por eso.

Para ella era un poco anticuado quedarse fingiendo no estar interesada, Simona era ese tipo de mujeres que si quería las estrellas se las bajaba ella misma, no esperaba que un otro lo hiciera, en el caso de los hombres no los subestimaba, ni los pretendía castrados como una feminista de extrema, pero tampoco era de esas machistas que atesoraban prácticas de antaño donde la mujer se quedaba en la torre de un castillo esperando a que la rescataran, definitivamente eso no era con ella.

Ni fingir mojigatería de ven y me conquistas o callarse lo que sentía por pudor, no era la más indecente del mundo, de hecho a su vagina le hacía falta una buena podada, el vello púbico rubio abundaba en esa zona de lo abandonada que andaba, porque tampoco era de andar teniendo relaciones sexuales sólo por tenerlas, las tenía con alguien que le gustara y si nadie le gustaba pues esa zona andaba desértica sin nada de acción.

Ahora mismo si quería darle un poco de alegría a su cuerpo macarena, pero con esa falta de avances estaba visto que ella volvería a ser virgen antes de que pasara algo con Matthew Shepard, que era el que le gustaba en ese mismo instante.

Por tanto a la una de la tarde del día octavo cuando todos jugaban a las integraciones ella escapó y se fue a la cafetería de los ejecutivos, estaba harta de quedarse esperando a que algo interesante le pasara a su vida, cual damisela en peligro al estilo de Rampunzel soltando su cabello porque no se le ocurría que así como servía pa que el príncipe trepara también podía servir para que ella amarrándolo de algo pudiera bajar, la falta de imaginación de esa mujer la sorprendía.

Y luego le andaban diciendo que por qué le gustaba tanto la princesa Leia, pues ella era más de ese estilo, ya sabes de esa que se vuelve la líder de la alianza rebelde, Leia podía haberse quedado desentendida de todo lo que pasaba con el imperio, pero no lo había hecho porque ella si tenía ovarios, los ovarios que le faltaban a todas esas pinches princesas de Disney que siempre andaban lloricas, bueno menos Mulan, Mulan, Merida y Elsa se salvaba, pero el resto eran una vergüenza pa todas las mujeres, por eso es que luego habían tontas como María Antonia esperando que otros les resolvieran la vida, porque habían sido criadas a punta de Blanca nieves y Aurora.

Simona no podía decir que a ella la hubieran criado diferente, en realidad si se remitía a su crianza seguramente estaría igual que Rampunzel esperando que alguien la rescatara de su miseria, lo diferente en ella es que por miles de cosas en las que prefería no pensar había tomado distancia de la crianza que le habían brindado, Simona desde muy joven había visto la crueldad de la vida, a fuerzas de males se había dado cuenta que no podía dejar su destino en manos de otros y que la vida podía ser una mierda a menos que ella misma se hiciera el tipo de vida que quería.

Por eso estaba ahí, porque a ella no le iban a llover las cosas del cielo, la vida había que aprovecharla, sacarle el jugo, tomar lo que querías y no dejarlo para mañana, el tema siempre era lo mismo ¿y si no había mañana? No había nada que torturara más a la gente cuando estaba agonizando que pensar en toda la vida que habían desperdiciado, ella no quería que le pasara eso, deseaba decir que había vivido todo lo que había querido, que no la torturaba los hubiera, que de hecho ella no conjugaba ese verbo nunca, porque entre otras cosas ni existía.

Matthew le gustaba, le gustaba mucho y lo mínimo que quería era al menos conocerlo, saber si todo lo que pensaba sobre él era producto de su imaginación, de ser así al menos perdería el encanto y se daría cuenta que no era lo que ella quería, pero si no era así, si él resultaba mejor de lo que imaginaba, pues también quería saberlo.

El tema es que desde el momento en que lo había visto había sentido una especie de flechazo, por eso no le incomodaba estar haciendo esas cosas por él, aunque en ese momento nuevamente se estaba escondiendo esa vez detrás de una de esas mesitas de bufé repleta de platos sucios, no había tenido de otra porque Matthew no estaba en esa sala, pero José Saldarriaga sí, lo miró un segundo con su cabeza calva que brillaba casi como una bola de billar y su escaso cabelle negro a los lados, estaba distraído, no miraba en su dirección, de hecho hablaba con alguien, Simona sabía que Gerad era su mano derecha, así que no le sorprendió verlos, lo que si le alegró fue haber hecho todo eso con sigilo y pasar desapercibida como una ninja.

Salió de ese restaurante al ras del suelo caminando en cuclillas, un par de personas la miraron y dejó caer su cabello rizado por su cara evitando que se la vieran, los ninja no podían ser descubiertos.

Una vez estuvo fuera y en menor peligro se rascó la barbilla pensando en dónde podría estar Matt, el tipo no había ido a comer ahí, lo cual no le sorprendió, el otro día había salido a comer con la señora flacucha con la que andaba, quizás ese día también era así, pero ya que José Saldarriaga estaba en el restaurante ejecutivo de la compañía almorzando, sabía que se quedaría ahí incluso un rato más después de haber terminado de comer, por lo que contaba con tiempo.

Cuando llegó al piso en el que suponía él debía encontrarse efectivamente lo vio a lo lejos hablando con alguien, lo observó curiosa, dado que sus ademanes eran gráciles y febriles, hablaba con una mujer enfundada en una de esas faldas tipo lápiz que se abrazaban a su anatomía mostrando la figura perfecta que ostentaba.

Pero no fue eso lo que le llamó la atención, Simona estaba acostumbrada a ver en ese edificio modelos con ese tipo de apariencia y la verdad lo suyo no era hacer dietas pa verse así, a ella no le acomplejaban las llantitas que a ella si se le hacían cuando se sentaba ni el pequeño rastro de celulitis en sus muslos.

Lo que si le pareció demasiado curioso era la actitud poco contenida que él tenía al hablar con ella, notó que a menudo se le escapaba una sonrisa, algo que ella muy bien sabía cuánto costaba sacarle en la cotidianidad.

Se acercó a una de las mujeres de los escritorios, sin dejar de mirarlo y le habló:

-Daisy.

-¿Si señorita?

-¿Quién es la persona que está con Matthew?

Daisy que si miraba a Simona dejó de hacerlo para volverse al hombre que seguía mirando a la mujer con mucha candidez.

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-La señora LeBlanc.-Contestó Daisy y Simona desvió su mirada esta vez enfocándose en la mujer de cabello cano que conocía hace un tiempo.

Una locura llamada Simona [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora