Matthew camino alejándose de esa chica, era la segunda vez que la veía y se tomaba demasiadas licencias, él en cambio ni siquiera recordaba su nombre, tiró las palomitas de maíz que recién había comprado, porque la chica sin ningún tipo de miramiento había metido sus dedos en ellas y quién sabe en dónde había estado esa mano antes, el pensamiento sobre gérmenes y bacterias era usual en su cabeza, pero en ese momento lo desbordaba un poco.
Él no era particularmente abierto a las personas, era todo lo contrario, más bien podría describirse como un solitario acérrimo y eso no era nuevo, pero con todo lo que había ocurrido con William y Rebecca se había cerrado aún más, la simpatía no era de sus cualidades, aunque tampoco solía ser déspota, después de todo era una descortesía y aunque los valores de su padre fueran una farsa, los suyos no, responder adecuadamente era un tema de educación, aunque fuera complicado con personas tan confiazudas como la chica con la que se acababa de cruzar.
Ingresó a la sala solo, le gustaba mucho ver cine, era uno de sus pasatiempos , de lo poco que extrañaba de su vida privilegiada era su salón de cine en casa, pero no le molestaba mucho ir hasta hasta la sala de cine del centro comercial a disfrutar de un buen clásico, en esa ocasión sería algo de Chaplin, según el itinerario hoy le correspondía el turno a "tiempos modernos", era una buena película con un trasfondo crítico de la sociedad industrializada.
Miró el reloj notando que tenían dos minutos de retraso con respecto al folleto promocional, le molestaba mucho los incumplimientos, los consideraba grotescos y sin duda alguna groseros, pero desde que no era un tipo privilegiado tenía que lidiar con retardos continuos, no se quejaba mucho de ello, no obstante su apellido siempre le había abierto los caminos y ahora no quería que nada se abriera para él más que lo que él mismo pudiese abrir.
El escozor que le generaban los negocios turbios de su padre no había cesado, aunque ya había pasado un año y medio desde que se enteró de todo, era difícil que las personas que admirabas fueran ídolos de barro.
Aún no se sentaba, pero las personas que estaba tras él lo miraron mal, seguro los incomodaba tapándoles la pantalla, él miró el asiento con desconfianza y sacó uno de los muchos pañuelos que llevaba y limpió la superficie del asiento, no sabía cuántas personas se habían sentado previamente en ese lugar, no podía controlar su mente, miles de ideas al respecto se vinieron, pensó en gente con las manos sucias, flatulencias, incluso fluidos y la sensación indescriptible que lo aquejaba ante esos escenarios se apoderó de él.
Con la punta de sus dedos dobló sobre sí mismo el pañuelo y lo guardó en el zis pac especial en el que metía sus pañuelos cuando ya habían sido usados, no podían volver a entrar en contacto con él, no le gustaban para nada los gérmenes. Tomó otro pañuelo nuevo y volvió a pasarlo por la superficie del asiento y sólo hasta ese momento pudo sentarse.
Matthew era un hombre de rutinas, ninguna de ellas podía alterarse, en cuanto a sus rituales, eran diversos, él era lo que llamaban un maniático, no sólo del control, sino también un obsesivo compulsivo, las compulsiones eran actos repetitivos que solía efectuar, como mirar el reloj constantemente porque algo se estaba tardando más de la cuenta, como era el caso; y las obsesiones, esas eran mucho más difíciles, porque eran ideas intrusivas, pensamientos que no lograba controlar, sólo los apaciguaba haciendo una compulsión, así que era un gran círculo vicioso que si se salía por un ápice de la forma se volvía un gran caos y estar en caos no era algo que él considerara.
En los últimos años había vivido un gran caos, le costaba mucho organizarse después de algo así, su caos irónicamente era su propia manera de curarse, porque ella era... La obsesión, la compulsión y la manía junta, todo en una sola y por eso era tan peligrosa para él, cuando por fin la había conocido no se había imaginado que fuera así.
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Una locura llamada Simona [Terminada]
ChickLitLas aventuras están siempre frente a tus ojos, sólo debes saber en dónde pescar. Su táctica: brindar sonrisas acompañadas de miradas pícaras. Su estrategia: colarse en todos los espacios de su vida y volverse su colorido secreto. Sus obstáculos: él...