Parte 60 "La jaula"

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Estaba agotada, era como si su cuerpo entero se negara a dar un paso, como si incluso en aquella cama le costara moverse, la fiebre iba y venía, pero al menos ella era dueña de su consciencia, aunque serlo, no era mucho mejor que no serlo, porque se sentía como una marioneta sin decisiones, su papá era el que lo hacía y ella quería luchar, largarse de ahí, pero el cuerpo no la dejaba.

Tenía puesto un enorme suéter, no era por el frío, aunque a veces iba y venía, como la fiebre, pero lo usaba para evitar que fueran visibles las erupciones que tenía en la piel, la de la cara era la única que dejaba visible y eso que con el cabello intentaba cubrirla, estaban por todas partes, incluso en sus manos, por lo que estiraba el saco lo más que podía para cubrirse, además de éstas sus articulaciones estaban inflamadas, dolía mucho moverlas, dolía, era lo único que su mente captaba y lo odiaba, odiaba que el dolor fuera todo en lo que podía pensar, en eso y el picor por las erupciones.

Sus manos, cara y piel estaban sudadas y podría ser natural por el tema del saco, sin embargo lo era si se lo quitaba, el cuerpo... El dulce cuerpo rebelándose...

María estaba molestándola, le faltaba meterse al baño a orinar con ella y Simona no exageraba, dado que María Antonia no la dejaba largar, iba y chequeaba su puta orina, era asqueroso que hiciera eso, que mirara el aspecto, Simona torció los ojos, estaba irritada con su amiga y no era tanto porque le vigilara la orina, eso se lo entendía y se lo aceptaba, lo estaba porque le había llamado a su papá cuando ella sabía que no deseaba eso, por algo ella era su contacto de emergencias, si quisiera a su papá controlando su vida pues sería diferente.

-Deja de mirarme así Simon, lo hice por tu bien.

-De cuándo a acá mi bien estar presa en esta casa que no es mía y aguantándome a Linda fingiendo que le importo.

-Bueno Simon, acá estás mejor que en ese cuchitril que llamas apartamento, ese piso es terrible Simon, mira que acá estoy más cómoda y puedo quedarme contigo sin que mamá se infarte.

-Al fin salieron tus verdaderas intenciones, es que el estrato se te sale por los poros, por el perfume caro que usas.

-No, te juro que no, yo sólo no sabía qué hacer cuando te internaron y Simon, la cosa no está nada bien, quisiera no decir te lo dije.

-Pero lo harás, de hecho lo acabas de hacer.

-Simon es que tú insistes en...

-¡Ya!

-Simon que estuve mirando la medicación y vi que no te la tomas.

-No la necesito.

-Pues tus riñones dicen otra cosa.

-¡Ya basta Toni! ¡Basta!

Largo el sanitario antes que María Antonia pudiera mirar el color de su orina, de haberlo hecho María se habría percatado del color oscuro de la orina, María Antonia la increpaba por haber vaciado el váter, pero para Simona los alegatos de su amiga sonaban en off, lejanos, como un narrador de esos aburridos a los que nunca escuchas, se apagaba un poco de esa manera para olvidar lo rápido que se podía perder el control de la vida.

Mientras pensaba, pensaba que tan pronto pudiera escaparía, se iría de esa casa como antes ya lo había hecho, tan sólo requería que María Antonia se fuera un rato, después de todo su padre tenía un circo que dirigir y su madrastra no le importaría en absoluto que ella se marchara, de hecho, Simona estaba casi segura, que se alegraría por no tener que tenerla allí, en su lujosa casa.

Había mucho tipo de jaulas, no sólo los presos soñaban con fugarse, ella había sentido por mucho tiempo ese deseo en esas mismas paredes que ahora se sentían tan ajenas, cualquiera le diría que había gente que tenía problemas reales y eso era verdad, por eso no se enfrascaba en creerse una víctima, pero tampoco era la niña privilegiada de papá que muchos veían.

Simona Saldarriaga Martin lo tenía todo, era lo que las revistas decían, la adolescente envidiada, la niña de papi, la joven promesa que continuará con el emporio de telecomunicaciones, pero en realidad Simona Saldarriaga no tenía nada, sin embargo negó con la cabeza y cerró sus ojos negándose a comparecerse, saldría de esa jaula y viviría su vida a su manera, como venía haciéndolo, no quería verse a sí misma como alguien que despertara compasión, no era eso, no lo era, ni siquiera su cuerpo podría dominarla, porque era ella quien lo hacía.

Una locura llamada Simona [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora