El teatro en casa retumbaba con el sonido envolvente, no era muy cercano a la experiencia de su anterior equipo de cinema, que era casi como tener uno en casa, era sólo un reproductor de DVD con conexión inalámbrica al wifi que se conectaba con un televisor de 50 pulgadas, era modesto como todo en su nueva vida, pero al menos le permitía ver sus películas.
Andaba viendo un ciclo de David Lynch, ésta vez le había correspondido a mulholland drive, la había visto muchas veces, pero siempre la disfrutaba, como todo en Lynch era una auténtica oda a lo confuso e ilusorio, en su caso le parecía una suerte de laberinto onírico donde no se dejaba de lado la sensualidad, con esos personajes lúgubres y extremistas, el cine era en sí mismo una obra de arte y como tal había que disfrutarlo.
El timbre sonó y él frunció el ceño pausando el televisor con el mando a distancia, ya se había visto la película, pero le gustaba disfrutarla, pensó que quizás sería un error y estarían tocando en el apartamento equivocado, le había pasado en un par de ocasiones, era lo usual en ese tipo de viviendas donde en el mismo piso residían más personas, sin embargo hubo un segundo llamado al timbre que lo hizo finalmente levantarse del sofá e ir a abrir, estaba seguro que no sería Antoniette, ella solía llamarle siempre antes de ir, así que se inclinó por Claire, era de ese tipo de alma que no conocía de protocolos, sólo alguien como ella iría directamente sin siquiera hacerse invitar en una llamada previa, como correspondía.
No obstante al abrir la puerta se quedó algo atónito y enmudecido con lo que encontró, el pelo rojo era algo que siempre resaltaba en esa mujer, aunque él lo detestaba, no es que detestara que fuera rojo, detestaba el sacrilegio que le había hecho desde que había empezado a alisarlo, a él le gustaban sus rizos o al menos le gustaron en algún momento, pero su cabello artificial era sólo uno de los puntos sintéticos en ella.
No le sorprendió el leve olor de su perfume y que debajo y encima de éste pudiera sentirse el antibacterial, Lindsay no iba a ningún lugar si no tenía uno y eso era de las pocas cosas que se mantenían intactas en ella, ni siquiera se veían sus pecas, pese a que llevaba muy poco maquillaje.
No pudo evitar mirarla impávido, sin ni siquiera saludarle, aunque a menudo solía ser cortés a pesar de las reservas que pudiera tener por alguien, pero la cortesía se alejaba de él cuando sentía tan clara invasión a su intimidad, si Claire hubiera tocado la puerta la habría reñido por presentarse sin avisar, pero finalmente él le había compartido la dirección de su domicilio, así que no habría pasado de eso.
No obstante estaba seguro de no haber hecho tal cosa con Lindsay y lo estaba sólo porque era la última persona que esperaba estuviera delante de su puerta cerca de las siete de la noche, luciendo un vestido rojo que no le sentaba tan bien por ser de corte tubo, a ella le quedaban mejor los vestidos holgados resaltaban los atributos que tenía y escondían su delgadez.
-Matt...
Él siguió mirándola impávido sin llegar a contestarle nada.
»Siento interrumpir - Lindsay lo miró aturdida y de forma automática llevo uno de sus cabellos detrás de la oreja, él a su vez puso su dedo en el mentón, en un gesto pensativo-¿Puedo pasar? -Lo miró con súplica.
-¿Qué haces aquí?
Al decirle eso no se movió de un ápice de la puerta, no planeaba que ella entrara un espacio tan suyo, Matt era bastante hermético con todo lo suyo y desde hacía mucho tiempo Lindsay no hacía parte de su círculo cercano, así que no tenía mucho caso prestarse para una simulación.
-Matt no he podido dejar de pensar en la última vez que nos vimos y lo egoísta que fui esa noche contigo, así que vine a verte... De hecho lo quería hacer desde hace mucho y cuál loca yo... Tomé tu dirección de la agenda de Antoniette, de verdad no lo hice con un mal propósito, sólo que tuve miedo de pedirla y que no me la diera.
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Una locura llamada Simona [Terminada]
ChickLitLas aventuras están siempre frente a tus ojos, sólo debes saber en dónde pescar. Su táctica: brindar sonrisas acompañadas de miradas pícaras. Su estrategia: colarse en todos los espacios de su vida y volverse su colorido secreto. Sus obstáculos: él...