Parte 46 "La sociedad y sus formas"

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No tenía claridades que le dijeran desde cuándo era un ser de rutinas, ni tampoco por qué lo descomponía tanto romperlas, tampoco las tenía sobre su soledad y la preferencia que tenía por la misma, su único amigo siempre fue William y fue más una imposición que algo que Matt hubiera buscado.

Ahora mismo le costaba mucho tener que trabajar con más personas, estaba acostumbrado a hacerlo por él mismo, le ocurría a menudo que no confiaba mucho en los demás, sentía que nadie podría hacer las cosas como él, era un perfeccionista, con los años aspectos de su personalidad se habían matizado para ser más apto con la sociedad, pero en su interior era eso lo que le pasaba, no es que subestimará a los demás, simplemente cada quien tenía sus formas y a él le costaba lidiar con los tiempos de los demás.

Miró su Rolex con cierto desespero, no era consciente que lo había mirado tres veces los últimos 15 minutos, él rara vez se percataba de sus compulsiones, sin embargo su asistente Abril si lo notaba, ella desvió su mirada con disimulo a la puerta, dado que era muy consciente de lo quisquilloso de su jefe y de lo frescos que podían ser los demás, incluso Gerard, quizás Gerard mucho más por su posición privilegiada en la BV, si bien era un hombre muy creativo, solía trabajar mejor bajo presión y a Matthew en cambio detestaba hacerlo de esa forma, para él si estabas a tiempo estabas tarde.

-¿Quieres un café?-Le preguntó a Matt, éste como que fue consciente de su presencia y le asintió.

Abril se lo preparó como a él le gustaba: cargado y sin azúcar. Casi como él mismo era, sus amigas en el canal babeaban por Matthew, le decían que ella era afortunada por pasar tanto tiempo con él, Abril no era ciega, sabía que su jefe era un hombre guapo, no al estilo convencional, tenía un aire de actor de la era dorada de Hollywood, era lo que muchas decían y ella estaba de acuerdo, de hecho se le parecía a Alain Delon, incluso más que el hijo del actor, eran bastante similares hasta en el ceño fruncido.

Pero aunque Abril aceptaba que su jefe era un bomboncito inglés, ella pasaba, cualquiera que compartiera tiempo con Matthew pasaría de él, estaba completamente loco, era muy puntilloso, hasta llegar a la excentricidad, con Matthew nada debía estar fuera de lugar y eso era agotador, compadecía a su novia, si es que la tenía, porque se la pasaba más horas de las acostumbradas en su oficina, a veces ella era víctima de su adicción al trabajo, porque no la dejaba ir o porque como en ese instante tenía que soportar su molestia, aunque fuera una guerra fría, ya que Matt no decía nada, era demasiado cortés para decirlo, pero bastaba con su cara gélida para entender que el retraso de los demás ejecutivos lo tenía irradiado.

Le entregó el café en un plato y con portavasos, porque ella había aprendido a entender sus manías, era parte de las de ella misma y no porque fueran iguales a las de su jefe, sino que siempre hacía un estudio del terreno antes de meterse en alguno, así que cuando supo que estaría trabajando para él, averiguó lo que pudo del hombre, no había mucho en internet, por eso llamó a KNC a pedirle referencias a su anterior asistente, la mujer sin duda era un desastre, pero al menos le había dicho lo suficiente como para entender que era mejor seguirle todas las manías para tenerlo contento.

Él en ese instante le esbozó una sonrisa de agradecimiento y ahí estaba ella siendo complaciente con su jefe, porque lo prefería de buen humor, nunca la había tratado mal, de hecho solía elogiarla por su trabajo y para ella eso estaba mucho mejor, porque aguantar sus malestares era francamente incómodo, él usualmente no decía mucho con la boca, pero sí con su postura corporal.

Hacía tres años Matthew había estado comprometido por seis meses con Pauline Tilman, desconocía por qué se había roto el compromiso, pero entendía a esa mujer, ella tampoco se habría casado con Matt.

Miró de reojo a Gerard cuando éste se presentó, él le guiñó un ojo y eso la hizo sonrojarse levemente, porque Gerard sí que le gustaba.

Matt iba a decir algo, pero se contuvo al ver que Gerard había ingresado con José Saldarriaga y no le parecía que su posición fuera adecuada como para decirle al dueño del canal que era inaudito que lo hicieran esperar una hora, la verdad él no sabía que estaría en esa junta.

Una locura llamada Simona [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora