Simona suspiró, se podía decir que le gustaba caminar, pero siempre era un coñazo ir a la casa de María Antonia, desde la parada del metro le tocaba caminar un gran trecho y la verdad no estaba muy interesada en hacerlo por esa zona, no era lo que cualquiera imaginaría, no temía por su seguridad o algo por el estilo, todo lo contrario, Toni residía en Pedralbes uno de los barrios más pijos de toda Barcelona, todo en él se respiraba a dinero y no en pequeñas cantidades, sobre todo en la zona en la que su amiga vivía que era la norte.
Para la gente como María Antonia esa era la mejor zona, la que hablaba de la historia del dinero, del recorrido, la herencia y otra cantidad de gilipolleces a las que Simona jamás les prestaba atención como el cuento de la alcurnia, en esa zona norte hallabas mansiones impresionantes con jardines inmensos que se perdían en medio de las múltiples murallas que usaba esa gente para ocultarlos.
La otra zona, la zona sur, era lo que María Antonia clasificaba en los nuevos ricos, gente sin clase alguna que había conseguido dinero y había terminado allí, viviendo en bloques o edificios con pisos de alto standing, habían muchos jugadores de fútbol que vivían por esos lares.
Simona no tenía buenos recuerdos de ese sector, pero recuerdos no era una palabra con la que ella estuviera muy familiarizada, para Simona otra de sus filosofías de vida era vivir en el aquí y en el ahora, desgastarse con cosas que ya eran agua pasada era una pérdida de tiempo y esfuerzos, después de todo lo hecho, hecho estaba, por mucho que lloriquearas.
María Antonia vivía en una casa guais de la que presumía bastante imitando a su frívola madre, a Simona la gente así le daba ronchas y si alguien la interrogaba sobre su amistad con Toni no podría dar cuenta de nada, ellas dos eran como el agua y el aceite, no coincidían para nada en la manera de ver el mundo, sin embargo al igual que lo que pensaba de las relaciones románticas también lo consideraba en referencia a las amistades, no importaba que Toni fuera su polo opuesto porque entonces podría enriquecerla más.
María no estaba tan disponible ese día, compartía con unos compañeros más pijos que la propia Marian Antonia y algo empollones, Simona nunca había sido particularmente matadita, eso de estudiar no era lo suyo, siempre le interesaron más lo que la gente llamaba hobbys, de hecho había tenido que escuchar mucho en su vida que lo que hacía era una pérdida de tiempo y que así no se iba a ganar la vida, la madre de María Antonia era una de las personas que se lo decía, lo chistoso es que ahora podría contradecirla, porque si se ganaba la vida de eso.
Para Simona no era ajeno que no le agradaba a la madre de su amiga, ella tampoco era una de sus personas favoritas en el mundo, pero si algo tenía Simona es que no se quedaba mucho tiempo dándole vueltas a asuntos como esos, era una pérdida de energías y la vida había que gastarla en cosas que realmente merecieran la pena.
El chicle que tenía en su boca produjo un sonido de chasquido, por lo cual varios de los amigos de Toni la miraron, ella les brindó una sonrisa que ninguno devolvió, pero volvieron la cabeza a sus libros hasta que haciendo una bomba con su chicle ésta al estallar generó que la volvieran a mirar.
Alcanzó a oír que uno en susurro le pedía a María Antonia que le dijera a ella que se marchara, notó que Toni suspiraba y cuando iba a voltear a mirar Simona se le adelantó poniéndose de pie.
-Mejor vengo después, cuando no estés ocupada- habló Simona, María Antonia movió su cabeza afirmativamente.
-Ando liada con los parciales.
-Lo entiendo.
Simona no entendía ni una mierda, pero la verdad era asunto de su amiga cómo vivía su vida, ahí apretada en 4 paredes, entre libros viejos que nada decían sobre la vida o realmente disfrutando del aire que en ese momento inflaban sus pulmones, Simona sentía que pequeñeces como esas eran más significativas, es que algo tan mínimo como el dedo pulgar frente a una lesión impedía que hicieras cantidad de actividades, entre las cuales se encontraba no poder coger los controles del play 4 y eso era una total "fatality", a ella nunca le había pasado, pero a Rodrigo, un amigo suyo, si y ese pobre había sufrido como el infierno.
Ella en cambio sufría más porque no había salido la play 5, no veía la hora de tenerla literal entre sus manos, era toda una fantasía que prometía muchas cosas y esperaba que las cumpliera.
Iba a salir cuando se encontró de frente con Carlos Alberto Iturriaga, el padre de Toni, el hombre se quedó rígido como cada vez que veía a Simona, la joven notó que él bajaba su mirada hasta sus labios en forma de corazón, por lo que ella simplemente hizo una nueva bomba con su chicle y la estalló generando un ruido molesto, algo que intensificó al mascarlo.
Sí, era verdad que deseaba irritarlo y que dejara de mirarla como si quisiera desvestirla, Simona no era una mojigata, al contrario, aunque eso no implicara que fuera una libertina, solamente con una mente amplia, tenía que serlo para ver tanto gore, yaoi y yuri, incluso algo de hentai y lo reconocía sin pena alguna, los japoneses estaban bien dañados, sin embargo a ella le fascinaba ver sus creaciones.
No obstante habían cosas que no quería recordar para nada, ni tampoco se sentía particularmente orgullosa, una de esas cosas era todo lo vivido con ese hombre, había ocurrido algunos años atrás, ella pasaba por un momento de su vida bastante particular en el que desde luego no quería jamás ahondar y simplemente vio todo eso como algo estimulante, algo que añadirle a la "fase" que su padre aseveraba se trataba todo lo que le ocurría, naturalmente no era una "fase", pero para su padre era más fácil asumir sus culpas de esa manera.
Evidentemente él jamás se había enterado de su episodio con Carlos Alberto Iturriaga o seguramente ya no serían amigos, todo lo que ese tipo había hecho con sus manos debajo de su falda de colegiala había quedado entre los dos, ni siquiera los empleados se habían enterado, todo el mundo en esa casa sabía que Simona era la amiga de infancia de Toni y era normal verla merodear por cualquier rincón de la misma.
Para la flamante Clemencia de Iturriaga, ella era sólo una mocosa mal hablada que podría llegar a pervertir a su hijita, pero dudaba que esa mujer supiera que el pervertido era su marido, que sin ningún miramiento la había empotrado contra su escritorio mientras jugaban al profe y la alumna o bien habían jugado en la vida real al cliché de la mejor amiga que seduce al padre de su mejor amiga y lo enreda entre sus calzones.
Claro que sí, si esa versión la contara él, diría que él estaba inocente en su casa y que ella había cruzado su puerta cual si fuera la enviada del mismo demonio para tentarlo con sus deliciosas tetazas de adolescente, era siempre lo que decían los pedófilos ¿no? Que aquella ninfa despampanante había cruzado las piernas con toda intencionalidad.
También sería así si la historia fuera contada por un narrador moralista, ¡oh no! Claro que no, de ser así la pequeña Lolita sería la víctima y el cerdo de Carlos Alberto un pervertido; sin embargo Simona creía que los extremos eran nocivos y pararse en alguna de esas dos versiones lo sería, la verdad era más simple: ella si pasaba por un momento complejo de su vida donde se redescubría y él... Pues él era un doble moral y ya.
No obstante el punto es que ambos se habían traído ganas y ni ella era una enviada de Satán, ni él era una clase de Humbert Humbert, se habían disfrutado, a ella le valía que cachoneara a su mujer, ni que por ese entonces tuviera 14 y él 42, las cosas trascendían a esas, para ella no había un abuso si la persona estaba dispuesta y ella lo estaba; tampoco era virgen así que ni al caso con el cuento de la violación, nada de eso había, sólo ella y él calientes y con deseos de vivirlo.
Por esos y muchos secretos más es que a Simona no le gustaba pensar en el pasado, ya estaba hecho, no se podía deshacer aunque quisiera, tampoco se podía revivir como la cara de morbo de Carlos Alberto necesitaba, ella ya andaba en otro momento de su vida y ya no le resultaba estimulante meterse entre los huevos de aquel hombre.
Vivir era simple y si todo el mundo viviera como ella quizás nadie andaría preocupado o triste, el secreto de la vida era centrarse en el aquí y el ahora y dejar ir el pasado y no añorar mucho el futuro.
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Una locura llamada Simona [Terminada]
ChickLitLas aventuras están siempre frente a tus ojos, sólo debes saber en dónde pescar. Su táctica: brindar sonrisas acompañadas de miradas pícaras. Su estrategia: colarse en todos los espacios de su vida y volverse su colorido secreto. Sus obstáculos: él...