Parte 42 "Un hombre como tú, necesita un desastre como yo"

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Usualmente los días sábados un adicto al trabajo lo que hacía era adelantar pendientes, sin embargo esa mañana no estaba en su oficina, sino acostado en su cama, tampoco era usual ese comportamiento, él no era muy amante de la cama, la utilizaba para dormir, ocasionalmente para follar, aunque siendo honesto no era mucho de fornicar en camas, habían varias razones para ello, pero la principal era su necesidad de quitar la ropa de cama una vez terminaba, era tan imperante como la de bañarse y eso evidentemente rara vez una de sus acompañantes se lo tomaba bien, simplemente le era difícil volver a dormir en un lugar repleto de fluidos.

Sin embargo Matthew no estaba pensando en nada de eso, ni siquiera se cuestionaba por qué a las 8 am él seguía ahí tendido boca arriba con los brazos cruzados en su nuca y mirando el techo de su habitación, mientras la luz del sol se colaba entre las cortinas blancas y grises que adornaban la pequeña ventana que había en su dormitorio.

Su mente estaba lejos de todos esos detalles, vagaba en una chiquilla loca que en un arrebato se había quitado sus botas y sus medias de malla y contra todo pronóstico había terminado correteando las olas y pateando el agua mientras reía e iluminaba su rostro -que ya de por sí todo el tiempo estaba rebosando alegría- al tiempo que él la observaba con cierto aire de incredulidad.

Él tampoco lo pensaba, pero no estaba acostumbrado a ese tipo de mujeres, un alma como la de Matt tan apretada y delimitada, solía atraer el mismo tipo de personalidades, evidentemente él jamás consideraba eso, aunque si creía en las leyes de la física, no se pensaba que eso también se aplicaba con las personas, para él sería algo pseudocientífico y no era admirador de ese tipo de cosas, si pensaba en una ley que hablara de la atracción, sería la gravitacional y distaba un poco de eso, dado que sólo hablaba de dos cuerpos con diferentes masas cuya fuerza se atrae mutuamente.

Aunque no se tratase de la física sino de cualquier otro factor psicológico, él solía involucrarse con mujeres acartonadas que jamás harían algo tan espontáneo como quitarse sus medias y meterse al mar a esas horas de la noche, sobre todo porque debía estar helando, finalmente ni siquiera lo comprobó, sólo la miró con cierta fascinación y ahora la recordaba con el mismo embeleso.

Lo que por mucho tiempo le habría parecido una locura, ahora mismo lo pensaba como un despliegue de espontaneidad liberador, obviamente él si no se había atrevido a tal cosa, sin embargo eso no le impidió a Simona salpicarlo con el agua entre una enorme carcajada, desde luego él se había quejado al principio, pero al final había terminado cediendo como casi todas sus locuras.

Esa noche no había habido sexo, pero le había producido una relajación similar, incluso mayor, era como si el peso de muchas de las cosas que cargaba se hubiera ido esas horas, ni siquiera pensó mucho en su padre, porque lejos de lo que se podría esperar de alguien tan insistente como ella, cuando él le pidió que no hablaran al respecto, ella lo acató sin oponer resistencia, como si entendiera que eran arenas movedizas donde era mejor no adentrarse, Matt desde luego desconocía que la chica de cabello rosa podía entenderlo más de lo que su silencio le dijo, después de todo a ella tampoco le gustaba hablar de sus progenitores.

Tampoco había pensado en Rebecca, en sus mentiras, en la decepción que le generó que todas las expectativas que tenía con ella habían resultado tan falsas como todo lo que salía de su boca, de hecho Matthew Shepard llevaba ya un tiempo sin pensar en Rebecca Bracho y eso era una novedad, dado que los últimos siete años de su vida esa mujer había consumido de forma constante sus pensamientos, incluso los más ominosos, donde se había masturbado fantaseando con el tacto de su piel, donde había fornicado con otras pensándola a ella, pero ya no le estaba ocurriendo eso y tampoco lo hizo consciente, porque hacerlo consciente habría supuesto que él pensara en ella y su nombre, sus curvas y olores, no pasaban por su mente desde hacía algunas lunas.

Una locura llamada Simona [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora