Subir...
Bajar...
Un pedir de más y un dar todo a manos llenas, pero ya no quedaba mucho y lo único que había en ella era mucha confusión y una eterna sensación de alerta, no estaba confundida por ella, ella estaba clara y no era tonta, no como se lo habían hecho suponer, sabía perfectamente que mientras ella veía la luna, él lo hacía con el sol, tampoco había un engaño en eso, no había un parecer, un semblante que le hubiera dado una idea errónea, no era como con su madre y su padre, donde en esa etapa de enamoramiento él le había hecho tocar el cielo, para luego bajarla al infierno.
En su caso no había pasado eso, nadie había hecho promesas, nadie le había hecho creer ser mejor de lo que eran, había sido más un acto de fé que se seguía sosteniendo por eso, la fé que ella tenía en él, en ellos; había escuchado alguna vez que los hombres buenos iban al cielo a morir, era la promesa en la que se fundamentaba el cristianismo, lo sabía porque su madre era cristiana y le había inculcado ciertos valores, sin embargo el tema es que los hombres malos te daban un trozo de paraíso y eso se sentía muy bien.
Matt no era malo, no en la esencia misma, sobre todo porque categorizarlo sería reducirlo y ella no podría hacer algo tan complejo como eso con él, él era demasiadas cosas, un mal hombre no era una de ellas, pero sus actos, sus actos si podían ser malos, podía hacer que una chica se rompiera y estaba segura que no era la única que andaba en pedazos y de alguna manera era verdad, Simona desconocía las historias de muchas de las mujeres en la vida de Matt, jamás le había preguntado nada y él tampoco le había contado.
Sin embargo era verdad y ella sí sabía eso.
Lo cierto es que Lindsay había estado rota por años, la depresión no era adjudicable a Matt, pero él le había abierto una puerta y luego había negado tajantemente haberlo hecho y con Antoniette, con ella se había jactado de ser claro, de sólo ser el uno para el otro un acompañante en sus soledades, pero para la morena eso no había sido así, para Anto todo era más, el más que ella sintió desde su adolescencia y que sólo se volvió más doloroso al llevar una relación carnal con él y saberse tan nula en su vida.
Brooke por otra parte se había negado ese papel y había querido embaucarlo con sus peores maneras, no todas las mujeres se hacían a un lado y entienden que no son nada en la vida de un hombre, habían unas que luchaban por un lugar que jamás se les daría y así había sido Brooke, también Pauline, que en las sombras había jugado a ser la prometida de Matthew, cuando él no la veía como nada más que la hermanita de su mejor amigo.
Matt llevaba mucho tiempo sembrando espinas y aunque Simona desconocía los nombres de todas, si sabía que el pasado de Matt era turbio y lo tenía atormentado, no había oído de ellas, tampoco de Claire o Rebecca, aunque a ésta última la había visto una vez y sólo esa vez le había bastado para comprender que a quien ella reconocía como la "señora LeBlanc" era alguien importante para Matt.
Ella estaba en medio de todas y a la vez no estaba en medio de nada, le había dado todo y aun así no alcanzaba, él pedía más, sin pedirlo y ella empezaba a entender de una forma sutil que ya no le quedaba mucho por darle.
Venía así de reflexiva desde su cumpleaños, pero esto se había intensificado cuando en verano se había encontrado con ese sujeto raro, había llegado a su casa a inmediatamente revelar ese rollo y había subido los vídeos después de editarlos, pero no se había sentido llena a plenitud con eso, sólo estaba un exceso de pensamientos que era tan poco usual en ella, quien la mayor parte del tiempo estaba más concentrada en el presente que en dar vueltas en su pasado y futuro.
Sí alguien le preguntaba haría todo de nuevo a pesar de sentirse en ese instante cómo se sentía, volvería hacerlo lo mismo, iría tras él como Ícaro al sol y como él caería al no tener suficientes plumas para volar, no necesitaba imaginarlo, ni tener todos los conocimientos que alguien pudiera darle de Matthew para tener la certeza absoluta de aquello.
Los hombres como Matt tenían un poder bastante singular, despertaban una absurda necesidad y eso en muchos momentos generaba ansiedad, incertidumbre y miedos. Un hombre como ese era de los que constantemente temías perder porque sabías que nada sería igual sin él, Rebecca había sentido ese miedo y por eso prefirió pensar que ella sería sólo una odalisca y como tal se sirvió, pero buscó su cuento de hadas en otro lugar.
A un hombre así temías perderlo y una vez lo hacías lo querías de regreso, eso era lo que habían sentido Claire y Lindsay y ambas se habían aferrado a una resolución que jamás llegaría.
Porque nada en el mundo podía prepararte para perder a un hombre como Matt, para seguir viviendo en un lugar donde él te mirara con su fría indiferencia... Simona también lo sabía y también sabía que eso lo hacía no ser el indicado para ninguna mujer, a ese punto no sabía eso en qué la convertía, pero tenía ciertas claridades que la tenían a la deriva, con un vacío profundo que hacía muchos años que no sentía.
Porque cuando un hombre como Matt se iba todas las luces se apagaban...
Ella lo había intentado, había intentado decirle que no lo dejaría caer y se había esforzado por sostenerlo, pero quizás él quería eso, quería caer, era como si pretendieras preservar la belleza de una flor cuando su naturaleza era que se marchitase, ella empezaba a entender eso, entender que no porque ella viera todo en rosa significara que él también lo haría.
Ella había querido hacer muchas cosas para él, pero ya no tenía nada, no le quedaba nada, se había desangrado intentándolo y ella no era así, no se arrepentía de haberlo acechado y de darle todo, nuevamente pensaba que si tuviera la posibilidad de hacer todo de nuevo llegarían a ese mismo punto, a ella estar sentada en el balcón de su apartamento mirando hacia la nada y pensando en eso.
Él no era el villano de la historia de Simona, porque en su historia no habían villanos, ni tampoco habían víctimas, ella no lo era y las que la precedían tampoco lo eran, pero si, Simona si sentía que lo había idealizado, su cielo era gris y ella quiso pintar colores, pero desentonaban, él no le había mentido, como no le había mentido a nadie, las mentiras se las contó ella sola como las demás antes que ella lo habían hecho, se había creado una historia de amor, sin ni siquiera consultarle si era lo que él quería.
Tampoco es como si ella lo hubiese forzado, pero él sí que le había enviado señales, simplemente ella creía que de pronto él cambiaría, que podría ser el potencial de hombre que ella veía, él que no estaba roto, ni era gris, pero todo eso era su inventiva y debería perdonarla por pensar algo así, por haber querido repararlo cuando él mismo le había dicho muchas veces que no necesitaba tal cosa.
Ella llevaba mucho tiempo sabiendo todo eso, sin embargo se había aferrado a él con tanta fuerza, pero él le estaba enseñando a soltar, no había nada que ella intentara para impedir que llegaran a ese punto... Quizás tendrían otra vida, si es que eso existía, pero ella no podía seguir empeñándose en hacerlo a él su proyecto, no podía hacerle eso, porque era verdad que él no lo era, no era algo que arreglar.
Entendía sus mensajes subliminales, ya lo hacía, por fin entendía y se sentía agotada de darle algo que él no pedía.
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Una locura llamada Simona [Terminada]
ChickLitLas aventuras están siempre frente a tus ojos, sólo debes saber en dónde pescar. Su táctica: brindar sonrisas acompañadas de miradas pícaras. Su estrategia: colarse en todos los espacios de su vida y volverse su colorido secreto. Sus obstáculos: él...