Parte 28 "Entropía"

64 7 2
                                    


Abrió la puerta y lo hizo sin su pañuelo, no era como si de pronto estuviera curado de su trastorno obsesivo compulsivo, desde luego que no, cuando Matt abandonaba sus compulsiones no era porque se hablara de una cura y él de pronto mejorara, era porque sus pensamientos lo estaban desbordando al punto sin remedio que ni siquiera arribaban las compulsiones.

Y lo desbordaban porque era como si la verdad que él se había contado durante años se desdibujara y eso cambiaba las cosas, pero a la vez no, cambiaba su forma de ver a Lindsay y por eso le había pedido impulsivamente que se quedara, porque mientras la escuchó vio algo diferente a lo que vio por mucho tiempo en ella, vio ese algo que lo atrajo y que pensó había sido parte de la química cerebral y el engaño que podían ocasionar los neurotransmisores.

Sabía que había terminado indagando en dónde no debía y quien buscaba encontraba, él lo había hecho, había encontrado las respuestas y éstas no eran precisamente las que él supuso, con las que le habían dado calma y habían mitigado esa obsesión que ella despertó por años.

Suponía no era gratuito, esa mujer había sido su despertar al amor y revolver esas cosas archivadas y empolvadas solía generar conflictos, alergias, caos, todo lo que él de alguna forma estaba experimentando.

Además no era sólo Lindsay, no era ella y el pedido que le hizo de que se quedara, aunque ahora mismo él no podría brindarle nada, no estaba en condiciones de quererla y le aculpaba ser tan egoísta y rebajarla a una amiga con la cual sale y elude un poco la angustia de lo vivido y se comparte la soledad, la soledad de ambos que una vez se sintieron acompañados.

Pero no, no era sólo ella, era... Su padre, su padre que había jugado a manejarle la vida, eran las mentiras, era desconocerlo cada vez más, era entender que nada en aquél castillo de naipes había sido real.

La noche fue similar a las anteriores, whisky, poca comida, dar muchas vueltas en la cama y dejar relegado el trabajo que había metido en su maletín al salir de la oficina, sí, había tenido buenas intenciones, pero su mente no lograba parar, un pensamiento tras otro sobre lo mismo, recordando escenas de su pasado y atando cabos sueltos que en su momento no consideró como tales.

Sin mentir lo afectaba todo eso, no el hecho de haber terminado o no con Lindsay, aunque sin duda era un evento que lo había afectado en su momento, pero era más entender que como Will, su vida no había sido suya, su amigo le había hablado poco de eso, le había dicho que en el círculo del infierno nadie decidía, nadie vivía, todos sencillamente seguían guiones, como si fueran fichas de un enorme juego.

Nunca pensó que ni por asomo él fuera una ficha y eso lo indignaba, antes estaba molesto con su padre por las mentiras y los ilícitos, pero eso ya trascendía un poco, porque no se trataba de sus elecciones, sino de las que había hecho por él, en función de su vida.

Durmió poco, la mente era más ensordecedora cuando había silencio, cuando carecías de actividad, porque por lo menos las actividades te hacían pensar en lo que tenías que efectuar, pero en la cama, en medio de la noche, no había actividad, sólo estaba él con sus pensamientos y los pensamientos de Matt eran como larvas inclementes que anidaban sin darle descanso.

Notó su aspecto en la mañana cuando se vio en el espejo mientras se lavaba los dientes, tenía unas ojeras de mapache que le hacían parecer mayor y algo demacrado, todo eso consumía su energía, eran los pensamientos, eran ellos que no paraban de hacer nido en su interior.

Al llegar a su oficina Abril ya lo esperaba, como era usual en la mujer tenía un aspecto impoluto, le asintió y miró la hora en su Rolex, llegaba justo a tiempo, ni un minuto antes, ni uno después, de eso se trataba la puntualidad, así que no entendía por qué ella estaba ahí tan temprano.

Una locura llamada Simona [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora