Atarugarse de comida era usual en ella, a veces pensaba que esa sería una linda manera de morir, atragantándose con comida, porque solía pasarle, como en ese instante, que se metía tanta comida que empezaba a sentir dolor en la garganta porque no pasaba por completo, seguramente tenía un problema con eso, pero Simona no solía pensar mucho en los problemas que tenía o terminaría pensándose como una cosa totalmente averiada y ella no se veía así, todo lo contrario.
Muchos podrían pensar mirándola desde lo lejos lo poco que se amaba por los métodos que implementaba a diario para vivir la vida, sin embargo la gente sólo señalaba desde su propia visión de las cosas, nunca como algo posible desde el actor que las estaba experimentando.
Por ejemplo no se pensaban lo mucho que ella disfrutaba de esa hamburguesa grasienta con tocineta y costillitas BBQ, el que dijera que no era rica seguramente era un reprimido que cuidaba en exceso su cuerpo sólo por la vanidad de seguir unos estándares de una sociedad que cambiaba más de parecer que de calzones, esa era la verdad, la gente que se desvivía por agradar a otros no tenía una idea de lo que era la vida, para Simona la vida tenía un sólo fin y era ser feliz, de la manera que fuera, pero feliz.
Ella solía encontrar muertos vivientes que sólo se la pasaban la vida siguiendo con estúpidos estándares impuestos por otros muertos vivientes, así que su forma de vivir era la opuesta, hacía lo que le pegaba la gana incluso estar desayunando con costillitas y no con un smoothie de vegetales ¿a quién se le ocurría desayunar así? Se suponía que llevabas horas sin tragar y pretendían meterse un té verde o alguna mierda con lechuga, noooo, eso no era con ella ¿acaso era vaca? Pues no, ella no era una vaca y por ende eso de andar comiendo pasto se lo dejaba sólo a las vacas.
Por su parte comía lo que se le antojara y no todos los días eran hamburguesas, a veces era su cereal de arroz inflado de chocolate con kumis, otras veces eran pancakes, como podía ser un calentado de frijoles del día anterior, ella no era muy resqueñosa con la comida, después de todo en el vivir estaba el placer y en el comer estaba el vivir.
Esa era otra razón para llevarse bien con los hombres, ellos no solían pensarse "ay Simona no te jartes eso que te vas a volver como un hipopótamo", ellos sacaban su barriga cervecera con orgullo y eso era definitivamente algo más lindo que una Barbie huesuda que se limitaba de comer todo, sólo para mantener un cuerpo que iba a ser alimento de gusanos, Simona tenía muy en cuenta a sus gusanos y esperaba que no murieran de hambre y que se tragaran todo su cuerpito repletito de la grasa que sagradamente le metía.
Pese a eso ella no era gorda, aunque tampoco una de esas mujeres con piernas tonificadas y abdomen plano similares a una tabla de lo duro que estaba, no, lo suyo era carnita blandita, dos rollitos que se le hacían al sentarse, pero que al pararse desaparecían, un par de buenas tetas talla 36 B y un trasero a donde se le iba la grasa, porque sí, no le avergonzaba reconocer que tenía algo de celulitis, como cualquier mujer normal, esas mujeres perfectas, sólo estaban en las portadas de revista con mucho photoshop o una vida de privaciones y a ella, a Simona, no le gustaba privarse.
Uno de sus amigos le agarró una de sus papas fritas y ella cual marimacho le lanzó una patada, a ver que no se le debía quitar su amada comía o el monstruo que llevaba adentro aparecía, a menudo Simona tenía un humor bastante risueño, pero no cuando osabas robarle comida, eso era impensable y todos lo sabían, sólo que habían incautos que creía que sólo porque ella no estaba mirando no se daría cuenta.
En apariencia era un día bastante normal, con una Barcelona tornándose algo fría debido al otoño, sin embargo cual si fuera un cliché, su vida estaba a punto de cambiarle justo como ella deseaba que cambiará, al recibir una llamada que contestó aun con la boca llena y con los dedos grasientos porque sólo el que comía hamburguesa sabía que era muy complicado no untarse.
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Una locura llamada Simona [Terminada]
ChickLitLas aventuras están siempre frente a tus ojos, sólo debes saber en dónde pescar. Su táctica: brindar sonrisas acompañadas de miradas pícaras. Su estrategia: colarse en todos los espacios de su vida y volverse su colorido secreto. Sus obstáculos: él...