Parte 26 "Siente miedo, pero hazlo de todas maneras"

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Su chamarra de jean era insuficiente, lo sabía, el otoño se presentaba y la calidez empezaba a irse, algo que no era particularmente bueno para alguien como ella, pero no se pudo resistir, era una chaqueta que tenía estampada a la sirenita y a ella le gustaba mucho de niña, aunque cuando creció ya no tanto, es decir, le molaba que Ariel hubiera luchado por lo que quería, sin importar si a Triton le parecía o no que ella no quisiera ser sirena.

Pero por el amor a Jesusaurio, no entendía cómo había renunciado a su voz sólo por un par de piernas, y vale, ella lo pillaba, que si hubiese sido que Ariel quisiera saber lo que era caminar, pero no, la muy tonta lo había hecho sólo por ir detrás de Erick, no hombre, que Simona era determinada, obstinada, pero eso de hacer las cosas sólo por el príncipe, pues no era que le molara mucho que digamos.

Lo único es que su chamarra era muy mona y nadie le quitaba eso, Ariel estaba estampada en toda la espalda con su cola verde de sirena y ese cabello rojo tan chulo que se traía, hasta pensó si debía teñirse el pelo de rojo, pero es que su cabello le gustaba más rosa, iba más con su forma de ver el mundo.

Se abrazó a sí misma intentando camuflar el frío que sentía, mientras miraba la aguja en la piel de su amigo y escuchaba el sonido que hacía el tatuador, ella siempre había querido tatuarse, sentía que de poder hacerlo tendría ya la piel supremamente pintada, la habría marcado con todo lo que le gustaba mucho y a Simona le gustaban muchas cosas, pero una cosa es que ella fuera arriesgada e intrépida y otra es que se las diera de suicida, así que no, no era una posibilidad.

Cuando Biel se levantó los dientes a ella ya le chirriaban y su amigo no era el típico caballero, así que aunque tenía un saco calientico, ni por asomo se lo ofreció a ella, lo cierto es que estaba enseñada a eso, sus amigos la veían como un amigo más y a ella eso no es que le molestara, no era como Rapunzel en una torre esperando que la rescaten, ella de estar en la mugrosa torre se las habría ideado con las sábanas o con el cabello para rescatarse sola.

Las princesas eran aburridas, excepto Mulán, a ver ella había rescatado a China y bueno las últimas ya no eran tan tontis, como Merida y Mohana, pero definitivamente no ayudaban mucho con la reivindicación femenina, a ver quién en su sano juicio se casa con un secuestrador sólo porque tiene una biblioteca espectacular, sólo Bella, o quién le agradece a un pelmazo que la bese sin su consentimiento mientras está dormida o envenenada, únicamente Blanca Nieves y la Bella durmiente, definitivamente los tíos que habían escrito esos cuentos eran unos misóginos pervertidos.

-Oye en serio que nunca estudias, no sé cómo no te tiras el semestre.-Le dijo Biel, mientras se miraba el tatuaje a través del plástico, Simona torció los ojos.

-Y dale con eso, pues que algunos tenemos talentos innatos y no tenemos que andar de mataditos en una biblioteca.

-¿Los talentos no incluyen chuparsela a Loreto?-Simona le pegó un puño en el brazo y si sabía que se lo acababan de tatuar, así que no le sorprendió el madrazo que su amigo soltó, ni que la mirara queriendo matarla, pero se lo merecía.

-¿Por quién me tomas pendejo? Que yo se la chupo al que me flipa, no soy una prosti de notas, si me prostituyera lo haría por dinero, porque la verdad no me parece un oficio denigrante, al cabo que algunos lo dan gratis, así que es bueno sacar provechos, pero no, lo mío es talento y no me gusta que me subestimes, como sigas así te reviento la madre.

-De verdad Simona que eres un tío con tetas.

Ella asintió, usualmente era tranquila y risueña, pero le molestaba que la subestimaran. Loreto era uno de sus profesores y era un vejete no como Enríquez, el profesor de audiovisuales, a ese le coqueteaba cada nada, pero sólo por diversión malsana, es que se ponía colorado, era tierno.

Una locura llamada Simona [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora