Eso se sentía como un deja vu, uno molesto, ya había pasado por esto, ella simplemente desaparecía y aunque él adjudicaba su molestia a lo laboral, no era así, se pregunta si siempre que tuvieran un mal entendido ella optaría por desaparecer, porque no le gustaba, no le gustaba esa sensación de simplemente ser una nada, él era de otra época y en momentos como esos sentía más la brecha generacional, él era de esos que hablan y terminan todo hablando, ella simplemente le efectuaba ghosting.
Le dio un puño al escritorio, Matthew no era violento, pero estaba estresado, odiaba la inmadurez de Simona, la comunicación era importante, lo era. Él había hecho mal por olvidar su estúpido cumpleaños, pero ella se comportaba como una niñata. Es que lo era- le dijo una voz interior-. Cuando él conocía un móvil que enviaba mensajes de texto, ella apenas y nacía, él siempre había estado a la vanguardia de la renovación tecnológica, pero ella no conocía otra cosa, así que su manera de tirarle la puerta en las narices era desaparecer.
Ni siquiera había publicado nada en su estúpido canal de YouTube, se pasó la mano por el pelo y miró a un lado en su escritorio, le había comprado una canasta con dulces, porque ella no era de rosas, pero llevaban días encima de su escritorio, porque ella no le abría la puerta, no contestaba sus llamadas, ni chats y no aparecía por la oficina, lo cual la hacía una malcriada hija de papi, porque él jamás había dejado de responder en su trabajo por un romance y lo sabía de primera mano, porque siguió trabajando con Rebecca a pesar de su infidelidad, lo habría hecho todo el tiempo si ella no hubiera renunciado antes que él.
Así que sí, Simona era una niñata hija de papi y él estaba enfadado, a veces quería tirar la cesta y no verla más y fingir como ella lo hacía que no habían pasado por nada, pero él era de otra época, una donde se necesitaba hablar de las cosas, bien sabía que no tenían una relación formal, pero algo tenían, llevaban meses juntos y él ni siquiera veía a otras y francamente no creía que ella tampoco lo hiciera, finalmente siempre estaba con él.
La única cosa que no había hecho era ir con José, no le parecía nada adecuado hacerlo, finalmente cuando se la tiró no había ido con él para solicitar su permiso, de hecho en ese momento ni siquiera sabía que se trataba de su retoño, la misma nenita de la cual Gerard le había hablado con guantes de seda, así que no, no había ido con José, porque no tenía caso irle a poner quejas de su nena.
Ahora le resultaba estúpido no haber sabido quién era, cada vez que entraba en la oficina de su jefe veía los portarretratos con su cara, la cara de esa locura que había entrado en su vida, sólo que menor, una niña de ocho años lo miraba, con su sonrisa pícara y sus rizos rubios, entonces pensaba cómo era posible que con ese rostro angelical pudiera ser tan caótica y lograra girar su mundo entero de cabeza.
-Matthew ¿te pasa algo?- Le había preguntado entonces José y él había sentido vergüenza por haber estado mirando a su pequeña y sobre todo por todas las cosas indecorosas que ya le había hecho.
Abril, también notaba su incompetencia, le había señalado dos errores que había cometido y no eran menores, eran de esos que arrojarían pérdidas millonarias, se había disculpado por su negligencia y le había pedido excusas, Abril se había quedado sorprendida frente a su comportamiento, lo desconocía por los errores, pero también por la sumisión, por esa actitud de imbécil con la que venía y ya estaba rayando en la incomodidad.
Odiaba ser un imbécil por una mujer y no porque fuera particularmente machista, simplemente no estaba acostumbrado a las negligencias, no estaba acostumbrado a perder su cabeza de esa forma, de devanarse los sesos pensando en que se había equivocado mucho con ella, si su enojo era tal y sí, no debió hacerlo, era una tontería, un cumpleaños lo era, pero para ella era importante.
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Una locura llamada Simona [Terminada]
ChickLitLas aventuras están siempre frente a tus ojos, sólo debes saber en dónde pescar. Su táctica: brindar sonrisas acompañadas de miradas pícaras. Su estrategia: colarse en todos los espacios de su vida y volverse su colorido secreto. Sus obstáculos: él...