Parte 51 "Lejos de sus límites"

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Barcelona se descongelaba, no pasaba lo mismo con Matthew, cada vez se cerraba más, era como si en cuanto se abría a alguien éste le demostraba que era inocuo, no había ocurrido lo mismo con los equinos, pero él trataba de no pensar en Hércules, ni en Agamenón y Princesa, sus caballos favoritos, que seguramente seguían en Madrid, en el club de hípica, extrañaba sus caballos y aunque era un poco frío aceptarlo, los extrañaba más que a las personas incluyendo a su familia.

Su abuelo había intentado contactarlo, de hecho seguía llenando su cuenta bancaria cada mes, como si con eso remediara su postura, lo único que había esperado de Giles Shepard era que lo apoyara, pero contrario a eso éste había enfatizado lo inadecuado de su proceder al divulgar las ignominias de su familia.

Estaba ciertamente agotado y algo amargado, aunque él desde luego jamás lo diría, pero era algo que los que lo trataban se daban cuenta, estaba más huraño, mandón, controlador y ciertamente adicto al trabajo, ni siquiera había sacado mucho tiempo para verse con Claire y Antoniette, aunque ambas habían intentado contactarle, pero había pasado, no se sentía una buena compañía y no esperaba serlo.

Miró su Rolex con cierto desdén al notarse allí sentado en aquél café, sin ganas reales de estar allí esperando por el que fuera su amigo, su hermano, ahora era un extraño, un extraño como el nombre falso que usaba y los cambios a los que había sometido su aspecto.

No le sorprendió ni un ápice ver que William se acercaba con una nueva peluca que cambiaba por completo sus facciones, ahora era pelinegro como él mismo Matt, de hecho la peluca que llevaba se asemejaba precisamente al corte de pelo clásico que Matthew solía llevar, no era divertido, era grotesco y con su mirada lo expresó, ante una mirada de una Anna alegre, su mirada para ella fue casi tan gélida como la que le brindó a William, no comprendía cómo podía prestarse a todo ese circo, cómo avalaba todas las malas decisiones de William y se arrastraba con él.

-Veo que no andas de ánimo cabrón.-Repuso Will a manera de saludo.

Matthew ni siquiera le contestó, pero notó que ambos se sentaban a la mesa, evidentemente el hombre que era William hoy en día ni siquiera se inmutó por correr la silla para Anna y sentía que eso era todavía más irritable de todo, pese a sus groserías Anna parecía seguirlo a todas partes como un perro lo hacía con su amo.

-Matt me alegro tanto en verte, pero así como dice Will, te ves muy tenso, eso no te hace bien, cuida tu salud y también tu piel, que se puede arrugar. -Hizo un ademán dramático- De hecho mira, te traje algunas vitaminas y mascarillas, tienes un trabajo tan tensionante, lo he leído en periódicos algunas cosas.

Matt miró lo que Anna depositaba en la mesa, parecía que la tierra se había detenido y él único que parecía no hacerlo era él, aquello le resultaba algo surrealista, que la mujer que lo miraba no llevaba su pelo rubio, sino un caoba, pero seguía portándose como aquella Anna que una vez conoció.

-Creo que hay estilos de vida más tensionantes Anna.-Se limitó a señalar sin entrar en detalles que no consideraba que de ir prófugos de la justicia fuera algo tranquilo.

-Tal vez Matt, pero es que te veo no sé raro, no me gusta esa expresión de amargura que te veo, es decir siempre eres tan serio, pero no es igual.

Matthew eludió a Anna, no porque pretendiera ignorarle, sino que no tenía nada lindo qué decir, además en el fondo sabía que aunque se lo contara, ella no entendería, no entendería su apatía a estar ahí sentado con ellos dos, cuando para él sería más prudente que William se hubiera entregado, estaba convencido que eso sería lo que haría, pero en cambio no lo hizo.

Frunció el ceño cuando observó detrás de unas plantas ornamentales del lugar se veía un trozo rosa, no podía creerlo y quizás empezaba a alucinar, así que desvió la mirada de nuevo a ellos.

Una locura llamada Simona [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora