Nunca había sentido una nada tan grande y es que de tanto que sentía no sentía nada, no lograba entender, es como si todo estuviera pasando frente a él y la voz en off narrara los hechos sin que él lograra procesar nada.
A pesar de esa sensación de despersonalización que lo carcomía, él sí presentía que se estaba escapando trozos de su alma, como si después de eso nunca volvería a ser el mismo.
Matt no se daba cuenta pero lloraba, por su rostro se escurría una y otra vez sus lágrimas sin dejar de hacerlo, todo le daba vueltas y no comprendía nada, absolutamente nada, todos se movían a su alrededor y él estaba paralizado, tenía miedo y sin embargo no procesaba nada de lo que le habían dicho, no podía creer que estuviera en una unidad de cuidados intensivos y que Simona tan llena de vida estuviera en una de esas camas luchando por seguir viva, mientras esa luz que la inundaba se apagaba junto con la sonrisa que a él mismo le había dado tanto color.
Se le apagaba la vida...
Se le apagaba...
...Y aunque él luchaba por moverse, por salir de esa parálisis, por escuchar su corazón a través de los aparatos a los que estaba conectada, no podía, no lograba mantenerse en pie, no lograba llegar hasta ella...
Tan sólo no entendía qué hacía ella allí ¿por qué no estaba hablando? Era todo tan confuso, apenas hace mes y medio estaba dándole lata, cambiándole las rutinas y poniendo su vida de cabeza, hace apenas un mes que ella estaba bien, aunque lejos de él cuando había viajado a Centroamérica.
Los médicos se movían, él podía verlos a lo lejos, ella parecía una diana con todas esas agujas clavadas y los pocos momentos que estaba consciente bromeaba sobre todo eso, seguía minimizándolo y él no entendía por qué, no la entendía y ni siquiera podía gritarle su frustración sólo intentar tocar sus manos heladas.
Era ella la que estaba ahí acostada y era él quien sentía que moría.
¿Por qué Simona le había hecho eso?
¿Por qué jamás le había dicho la verdad?
¿Por qué él ni siquiera tenía fuerzas para enojarse e increparla por mentirosa?
No podía...
Tan sólo no entendía nada y su jefe, su suegro, el padre de quien fuera la niña de su vida parecía calmo, o más que calmo resignado, como si llevara años esperando eso y él en cambio no esperaba nada de eso, no podía, no entendía que la persona más llena de vida se estuviera marchitando en una cama de hospital.
El pecho de Matthew se movía y sacaba gemidos y suspiros, sin procesar nada, ella era la mayor embustera, pero él no estaba enojado, entre la vida y la muerte se empezaba a pensar diferente.
Ella lo dejaba cuando la quería más...
Se iba como la primavera daba paso al verano y él se sentía helado, sentía que moría y que se quemaba.
De alguna manera William se había enterado y había llegado ahí, pero Matt no prestaba atención a eso, su vida entera se estaba yendo con ella, no sabía cuánto la quería hasta que se le escapaba de las manos.
...
William jamás había visto a Matthew tan destruido, como si fuera un cascarón coco y todo lo que había ya no estuviera, él podía entender un poco el dolor de Matt, lo que había vivido William no era remotamente cercano, pero el día de la boda de Anna Lucie también sintió que algo se quebraba en él, así que entendía por lo que pasaba su amigo, su viejo amigo, entendía por esa experiencia que Matt no necesitaba que él le hablara, así que estuvo callado, sentado a su lado, todo el tiempo que quiso estar en ese hospital, hasta que la chica había muerto.
Lo había acompañado en los servicios funerales, lo había hecho en el cementerio y los días venideros, lo había hecho hasta que vio que ya no necesitaba que le dijera que debía bañarse y hasta que no fue necesario que él le eligiera la ropa porque ni siquiera de eso era capaz de hacer por él mismo.
Su amigo había querido mucho a Lindsay y sin embargo cuando ella lo abandonó, Matt siguió viviendo sin inmutarse. Había querido mucho a Rebecca y aun así nunca faltó al trabajo, ni fue una patética marioneta, sencillamente había sentido rabia, había ingerido un par de tragos con el mocoso de LeBlanc y eso había quedado ahí.
...Pero por Simona...
Simona lo estaba matando, se le había llevado la vida, el alma, se le clavaba el dolor en los huesos y lo poco que le había dicho es que sentía que caía en un pozo profundo sin fondo, los pocos momentos en los cuales medio se calmaba era cuando iba a llevarle dulces al cementerio, Will aunque era burletero nunca le dijo que esos dulces se los comerían sólo las hormigas, simplemente lo acompañaba a comprarlos y también lo esperaba a una prudente distancia dejándole algo de privacidad con ella.
William sabía lo que era querer tanto a alguien como para sentirse en un desierto sin agua si esa persona no estaba, Anna Lucie le había generado eso, pero al menos él podía verla de lejos, verla embarazarse creyendo que era de otro y saberla existiendo, así que no lograba entender lo que Matthew estaba viviendo.
Con el tiempo William había entendido un poco lo que había pasado, él había conocido a Chicle, pero no lo suficiente para enterarse de los misterios con los que cargaba, quizás sí él hubiera podido estar más cerca le habría evitado a Matt muchas cosas, él se culpaba por no haberse dado cuenta de la enfermedad que tenía la joven, también se culpaba por no aceptar antes que ella lo había acostumbrado a extrañarla, que si bien nunca le había exigido nada, no le había dado todo eso por nada, él a cambio se estaba muriendo por ella y culpándose por darse cuenta tarde, que esas manos de mujer lo habían moldeado para que sólo ella fuera su persona especial.
William tenía suerte, la vida lo había dejado amar no sólo una, sino dos veces y ese par de mujeres seguían con él haciendo su vida de cuadritos, pero de eso se trataba amar... En cambio su amigo en realidad nunca se había enamorado, no como lo estaba ahora y ya no podía decirle a esa persona lo que sentía.
William había intentado explicarle a Matthew que no era sano que se culpara, incluso María Antonia lo había hecho, ambos le habían explicado que Simona llevaba diagnosticada con lupus desde hacía muchos años, mucho antes que conocerlo a él y que ella misma había elegido no asistir a sus tratamientos médicos, al punto de ocasionarse no sólo la falla renal por la que había empezado todo, sino una falla en todos sus órganos internos, no podía tener la culpa de algo así, ni tampoco la tenía de no saberlo porque ese era un tema tabú para la muchacha, jamás lo hablaba, jamás lo había afrontado, simplemente había vivido la vida a su manera y en ese vivir lo había elegido a él, pero no había nada que ellos dijeran que cambiara la percepción de Matt.
Matthew insistía en que sí él lo hubiera sabido la habría forzado a cuidarse, mencionaba que debió haber sido más incisivo con el tema de los médicos, porque desde luego él había notado cosas como sus dedos en el frío de la nieve, como sus múltiples fiebres y las erupciones malares, pero no sabía al punto en el que estaban y en lugar de aceptar que ella no habría querido nada de eso y por eso todo se había dado así, él simplemente se culpaba por negligente, por no haberla amado mejor, como ella merecía.
Con cada movimiento ella había conseguido sus objetivos, lo había conquistado, lo había derretido, el iceberg que era ya no quedaba nada, había dejado en jaque su sentido común y el hombre frío, metódico y pragmático que Matt había sido ya no estaba, había muerto con ella y no sentía que quisiera cambiar eso, parecía estar bien con estar atado a ella.
Había pasado las líneas del encanto, efectivamente seguía esclavo y encadenado, sometido a ella, pero ya no lo veía como algo malo, Simona había llegado a cambiarle la vida, la había pintado de colores, sobre todo del rosa y cuando la culpa pasó y le llegó una verdad de que ella odiaría verlo así en ese hoyo profundo y negro él empezó a vivir, vivir a su manera y vivir a la manera de ella.
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Una locura llamada Simona [Terminada]
ChickLitLas aventuras están siempre frente a tus ojos, sólo debes saber en dónde pescar. Su táctica: brindar sonrisas acompañadas de miradas pícaras. Su estrategia: colarse en todos los espacios de su vida y volverse su colorido secreto. Sus obstáculos: él...