Parte 29 "Viejas amigas"

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Se miró al espejo una vez más, por primera vez en su vida no sabía cómo peinarse, Matt le había dicho que se dejara sus rizos, pero hacía tanto se había deshecho de ellos que estaban indomables.

Finalmente se decidió por un moño alto como un donut, debía salir y odiaba llegar tarde, salir para Lindsay era algo complicado, no solía tocar las cosas con sus manos y para mayor comodidad usaba guantes con piel de cordero, pero también tenía de otros tipos, según el clima le facilitara usarlos.

Odiaba andar tocando las cosas con sus manos, sabía que no era normal y que su TOC solía aumentar con situaciones de estrés, tal como la que vivía en ese momento, Matt era un gran factor y sentía que enloquecería si no lograba controlar sus pensamientos obsesivos e incluso los depresivos. Era difícil, sobre todo salir de su casa había estado unos minutos en la entrada desinfectando y limpiando el pomo, tan solo fue la idea de llegar tarde lo que la impulsó a salir. Algo que no había pasado el día que fue a ver a Matt a su casa de forma atrevida.

Luego por los pasillos ver la línea de las baldosas de un color grisáceo le habían dificultado caminar, pensando que se pegaría en su zapatos algo dañino, ya pensaría al llegar tirarlos a la basura o desinfectarlos, era complicado, pero intentaba decirse que estaba a salvo y con ese pensamiento llegó a la cafetería en donde tenía su cita, obviamente a pie, no fue capaz de tomar un taxi aunque siempre eran varias cuadras de diferencia, aunque su lugar quedaba muy central.

Extrañaba su adolescencia, sobre todo porque no había sido así, usaba los paños y el desinfectante para sus manos, pero no como había evolucionado con los años, a veces aunque no tuviese comportamientos obsesivos, la depresión la acechaba, así que su vida fue una lucha a tiempo completo para ser medianamente funcional.

Y para Lindsay era medianamente funcional, porque no creía que una persona normal tuviese que tomarse casi cuatro horas para salir a una simple cita en una cafetería, lo bueno es que lo había logrado y pudo sentarse en una de las mesas después de rociar todo con alcohol y secarlo cuidadosamente, pidió una botella de agua cerrada y miró su reloj satisfecha al ver que aún estaba a 15 minuto de la cita.

No obstante no pasó mucho tiempo cuando una figura conocida se sentó en frente de ella con una gran sonrisa, Antoniette era lo opuesto a ella, siempre había sido amable, aunque fuese muy unida a Anna, quien por el contrario solía ser déspota, como si el mundo tuviese que estar a sus pies, así que aunque en frente de los chicos solía tratarla bien una vez ellos desaparecían ella aprovechaba para hacerla sentir mal por salir con Matt.

-Verte me devuelve el alma al cuerpo. -Antón se sentó de forma delicada mientras le hacía un ademán al mesero, para pedir un trago, tanto estrés la envejecería, debía mirar otra forma de ganarse la vida.

-Antón... No... Es decir... -Comenzó a titubear, no sabía cómo decirle que no deseaba participar de ningún proyecto, sobre todo si le hacía quedarse mucho tiempo en Barcelona. -No voy a participar en ninguna restauración. -Por fin pudo hablar y esperaba no haber sido muy ruda.

-Oh... Me ilusioné. -Antón rió con ganas, restándole importancia al asunto, creyó que Lindsay podría ayudarla en el embrollo que estaba, pero al parecer ella seguía con su postura de irse. -Al verte creí que no te irías.

-No... Si... Es decir, por el momento no me iré, pero lo haré eventualmente y no quiero dejar nada a medias, por eso ese día que nos encontramos, te pedí una reunión, lo siento Antoniette.

-No te preocupes, -Antón recibió su bebida y después la volvió a mirar. -Yo fui la que malinterpreté el asunto, tan solo creí que no estarías en el apartamento y bueno ya sabes el resto. -Lindsay asintió, debió decirle que lo ocuparía un poco más, pero su decisión fue abrupta y estaba demasiado aturdida como para comentarlo.

Una locura llamada Simona [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora