Shiara, una chica de 18 años de edad; la cuál desde pequeña su mayor sueño ha sido ser la mejor patinadora artística en hielo. Desde muy pequeña siempre ha participado en eventos y torneos de patinaje artístico sobre hielo, pero luego de terminar la...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
SHIARA
La luz golpea mi rostro, y abro mis ojos poco a poco, pestañeando repetidas veces para acostumbrarme a la luz del día.
Siento algo pesado encima mío, así que me escaneo, encontrándome con Octavio a mi lado, con su mano enrollada a mi alrededor al igual que sus piernas. Y es cuando recuerdo la noche anterior, haciendo que una tonta sonrisa se instale en mi rostro.
Me levanto como puedo apoyándome en mis codos, y muerdo mi labio inferior aún con la estúpida sonrisa en mi rostro, mientras observo todas las facciones de Octavio.
Con una de mis manos acaricio suavemente su rostro, y paso uno de mis dedos por sus labios, haciendo que unas ganas de besarlos me abarque.
Al sentir mi toque este empieza abrir sus ojos poco a poco también, y cuando me ve me da una sonrisa ladeada, sin nada de picardía o maldad, simplemente una sonrisa, creo que la más sincera que eh visto en su rostro en el poco tiempo que llevo conociendolo.
-Buenos días -le digo con la voz algo ronca.
-Buenos días -se levanta un poco apoyándose de un solo codo, y su mano libre la desliza por mis piernas desnudas, dándome otra sonrisa ladeada pero esta si está cargada de picardía, y sus ojos son más oscuros de lo normal por el deseo que transmiten.
Su toque lanza una corriente de sensaciones por toda mi columna vertebral, y sin procesarlo, como si leyera mi mente tengo sus labios estampados contra los míos, me besa hambrientos y con lujuria y una de sus manos se va directo a mi entrepierna donde empieza a acariciar mi clítoris de manera circular.
Una tanda de gemidos escapan de mi boca ahogandose en el beso. Y al final terminamos hechandonos unos cuantos polvos mañaneros.
-El avión nos va a dejar -murmuro entre gemidos mientras soy embestida con la gran verga de Octavio.
Este no me hace caso a lo que le digo y me sujeta bruscamente del cuello estampando mis labios con los suyos. Y otra vez más me dejo llevar. Pero es que Dios, este hombre sabe cómo moverse, es un dios en la cama.
-Este es el último -me dice con la respiración agitada mientras vuelve a hundirse por tercera vez dentro de mi.
-Oh por Dios -gimo sujentandome del espaldar de la cama, y escasos minutos después me desvanezco en la cama llegando a mi tercer orgasmo, Octavio cae agitado encima mío, al parecer ambos llegamos juntos a nuestro orgasmo.
Cuando nuestras respiraciones se regulan nos levantamos de la cama y ambos pegados, desgastando nuestros labios nos adentramos al baño.
Cada uno toma su cepillo de dientes, y nos lavamos los dientes.
-¿Nos metemos juntos a la ducha o que? -le pregunto con picardía.
-No tienes que decirlo dos veces -me sujeta de la cintura, y yo enredo mis piernas alrededor de sus caderas, y mientras entra a la ducha nos besamos.