CAPÍTULO 37

252 31 83
                                    

—¿Cómo que quién soy? —me pregunta incrédulo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


—¿Cómo que quién soy? —me pregunta incrédulo.

—Si, ¿Quién eres?. Te miro y siento que estoy con un completo extraño —me sincero y este se revuelve su cabello con evidente estrés.

—Créeme cuando te digo que sabes más de mi de lo que deberías —se para del sofá y empieza a caminar en círculos por la habitación.

—Bueno, como quieras, solo te dije lo que sentía con respeto a eso. Pero te entiendo, no tienes ningún derecho de contarme nada sobre tu vida. Solo que a veces me preocupas, y más después de verte metido en carreras clandestinas, y luego disparando un arma y manejando la situación como algo cotidiano. Es entonces cuando la siguiente pregunta llega a mí ¿Que será luego? —me dejo ir y le digo todo lo que pienso.

—No necesito tu preocupación.
Y creo que esas son las cosas más sencillas que has visto de mi.

—¿Ves?, Exactamente es lo que pienso, por eso siento que no te conozco.

—Y no lo haces créeme, pero tampoco deberías hacerlo —se sienta en el borde de su cama.

—¿Por qué? —le pregunto con curiosidad y confusión.

—Sencillamente porque eso pondría en peligro tu propia vida. La verdad en esta vida hay pocas cosas de las que me arrepiento, y haber causado que presenciaras aquella escena es una de ellas. Ya viste suficiente, no puedes saber nada más. ¿Qué hubiese pasado si una bala de aquellas hubiese perforado tu cuerpo ah?, Sería algo que no me perdonaría.

—Ya —es lo único que digo mientras cruzo mis brazos por encima de mi pecho y bajo mi mirada hacia mis pies —como te dije no me quiero meter en tu vida privada, y discúlpame si lo llegué a hacer en algún punto. Pero si algún día te place contarme estaré ahí para escucharte —le termino de decir y fijo mi mirada en él nuevamente. Notando sus ojos cubiertos de un color rojizo y grandes bolsas negras adornan estos.

Al ver que no inmuta palabra alguna, me giro sobre mis talones y me dirijo hacia la salida, pero una gruesa mano se apodera de mi muñeca deteniéndome el paso. Me voltea con brusquedad pegándome de la puerta, para luego sujetar mis manos por encima de mi cabeza, en tanto aprisiona mi cuerpo con el suyo.

—Te extraño —me susurra cerca del oído, mientras que con la punta de su nariz acaricia la mía y mantiene su respiración por la boca, en tanto sus labios están húmedos y entre abiertos.

Intenta acercar sus labios a los míos pero giro mi cabeza impidiendo el beso.

—¿Eres bipolar? —es lo único que se me ocurre preguntarle, rompiendo la conexión que se había creado. Causando que este suelte un suspiro profundo, y suelte el agarre que sostiene en mis manos.

—Es que las mayorías de veces que hablamos es para discutir. Aveces me gustaría estar contigo de otra manera —me dice, mientras se restriega los ojos con el dorso de la mano. Y en su voz puedo notar la pizca de sinceridad.

Llamas Sobre HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora