CAPITULO 30

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—¿Quieres hacer algo esta tarde? —Habla Lily a mi lado, pero no respondo ya que tengo la vista fija en otro lado, mientras le hago presión a un lápiz que está a punto de quebrarse en mis manos —Shiara joder te estoy hablando, escúchame —la vuelvo ...

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—¿Quieres hacer algo esta tarde? —Habla Lily a mi lado, pero no respondo ya que tengo la vista fija en otro lado, mientras le hago presión a un lápiz que está a punto de quebrarse en mis manos —Shiara joder te estoy hablando, escúchame —la vuelvo a escuchar refunfuñar pero sigo sin hacerle caso.

Lo único que puedo ver es la maldita escena que tienen esos dos frente a mí, mientras tengo mi mandíbula tan tensa
que ya temo a que mis dientes se quiebren.

—Shiara maldita sea reacciona, piensa en todas las cosas que te dijo y deja de estar pendiente a él como una boba —me vuelve a hablar Lily con un tono de voz moderado, pero en aún así puedo sentir su enojo.

—Maldita sea, lo sé, lo sé, solo que mis putos ojos no quieren reaccionar —le hablo terminando de romper el lápiz.

—Ya, tienes que darle a demostrar que nada de lo que dijo te hirió, has como si te importara una hueva —reclama.

—Eso intento, pero es más difícil de lo que pensaba, es más, maldigo el día en el que choqué con ese imbécil en los pasillos.

La chica a mi lado solo rueda los ojos y suelta un bufido. Justo en ese momento escucho el timbre que indica la salida sonar, y yo soy la primera en pararme de mi pupitre y salir como una bala del salón de clases.

Camino en dirección al baño de mujeres, necesito lavarme la cara con agua helada para no estallar de tanto coraje que tengo acumulado.

Al llegar a este me acerco a uno de los lavamanos y abro el grifo, empezando a remojar mi rostro y cuello con el agua helada que sale de este. Para luego quedarme unos segundos mirando mi reflejo en el espejo.

—A ver Shiara, ¿Qué diablos pasa contigo?, ¿Desde cuándo un mojigato tiene tanta influencia en tu mundo sentimental?. Nunca ah pasado, y seguirá siendo así, ¿Me oyes?. Aunque te estés despedazando por dentro, saldrás allá afuera y demostrarás todo lo contrario. Porque eso es lo que hace una Winshester, poner el mundo a arder sin manchar sus manos. El quiere juego, pues juego tendrá. Bien dicen por ahí que los coches son como los hombres. Hay que conducirlos con mano firme para que funcionen —me hablo a mi misma frente al espejo, mientras que sujeto mi cabello en una coleta algo despeinada con una liga que tenía en mis manos.

Ya dispuesta a salir escucho como la puerta del baño se abre.

—Hola tontita —entra Sophie al baño junto a sus rabos.

—Ya decía yo que el día no sé podía poner peor —susurro mientras giro la cara a un lado.

—¿Que decías? —pregunta, yo ruedo los ojos y con la poca paciencia que tengo intento pasarle por el lado e irme.

Pero digo intento ya que esta no me lo permite, si no que impide mi paso sujetando mi brazo con su mano.

Miro el agarre que sostiene en mi brazo con desdén antes de zafarme de este.

Llamas Sobre HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora