CAPITULO 54

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SHIARA

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SHIARA

—¿Tienes hambre? —le pregunto cuando cierro la puerta a mis espaldas, sintiendo una vez más la soledad de la misma al entrar.

Lo único que esta vez al tener a Octavio cerca no me da ningún tipo de mala vibra a mi alrededor.

—No —responde.

—Bueno. Me iré a dar una ducha entonces —le respondo a lo que enciendo todos los focos de la casa.

—Ok —responde y empieza a subir las escaleras, supongo que rumbo a su habitación. Yo tambien le sigo el paso para encaminarme a la mía.

Al llegar a mi habitación cierro la puerta tras mis espaldas. Al esta encontrarse plenamente oscura, con solo un pequeño rayo de luz proveniente de la luna, el cual se cola a través del nuevo ventanal que han venido a instalar esta tarde los recuerdos de la noche anterior invaden mi mente atemorizándome. Es por eso que corro prácticamente en busca del interruptor encendiendo el foco de la misma.

Dejo escapar un pequeño suspiro de alivio al ver que todo está en completo orden al encender las luces.

Me dirijo a mi clóset a por algo de ropa cómoda, y luego me voy directo al baño a por una ducha de agua caliente para relajar mis músculos luego de un divertido y a la misma vez agitado y cansado día.

Al entrar en la ducha dejo que el agua tibia empape todo mi cuerpo desnudo para luego tomar mi exfoliante corporal favorito de café, coger de a pocas porciones entre mis manos y frotarlo por toda mi piel eliminando todas las impurezas y células muertas de la misma.

Luego de unos largos minutos después de una ducha relajante salgo del baño con una toalla rodeando mi delgado cuerpo y mi cabello suelto goteando agua por todas partes donde camino.

Me dedico a secar mi cabello, vestirme y poner crema hidratante por todo mi cuerpo. Luego me pongo de pie frente a mi tocador, y tomando un peine entre mis manos me pongo a desenredar mi encrespado cabello.

Luego de unos minutos me sostengo una cola de caballo algo despeinada en el mismo y pocos segundos después escucho mi celular sonar con una llamada entrante en el centro de mi cama.

Me lanzo a mi cama y tomo mi celular viendo el nombre en la pantalla que me hace sacar una sonrisa.

*Mamá*.

—Hola ma —saludo cuando descuelgo la llamada.

—Hola pequeñuela, ¿Cómo estás?, ¿Ya han cenado tu hermana y tú?.

—Estoy bien mamá. Charlotte no está en casa, en cuanto llegue cenaremos —sonrío a pesar de que sé que no me ve.

—Es una lástima el no poder estar allá para verte.

—No te preocupes mamá, entiendo que son asuntos de suma importancia los que tienen que resolver allá. Luego nos veremos.

—Me alegro mucho tener una hija como tú, tan comprensiva.

Llamas Sobre HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora