CAPÍTULO 10

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14 de septiembre 2020

Estoy frente a mi tocador arreglándome el cabello y escuchando música con mis airpods para luego ir a clases, es entonces cuando mi música es interrumpida por una notificación que llega a mi celular.

Tomo mi celular que está encima de mi tocador, lo enciendo y es un mensaje de un número desconocido. Pero cuando lo leo sé inmediatamente quien es su emisor.

Número desconocido: ¿Dónde mierda está mi chocolate caliente? Así nunca vas a recuperar tu preciada medallita. Tienes 5 minutos para estar aquí, 827 :-*.

-Carajo, olvidé por completo que hoy empezaba mi calvario -digo en un susurro golpeando mi frente con las palmas de mis manos.

Me dan ganas de mandarlo a la mierda pero sé que no puedo hacer eso si realmente quiero recuperar la medallita que me fue obsequiada por mi difunta abuela, que en paz descanse.

-Adeline, te veo en clases -le grito a la chica que está en el baño secando su cabello.

Rápidamente termino de arreglarme y en menos de dos minutos ya estoy trotando hacia la cafetería por el chocolate caliente.

Cuando llego a la cafetería pido el chocolate y ya cuando estoy apunto de salir luego que me lo entregaran me detengo bruscamente en la puerta y me devuelvo a la barra.

-Oye, disculpa, me podrías dar un sobrecito de sal por favor.

-¿Solo eso? -me pregunta la mujer extrañada.

-Si, solo eso.

La chica de la barra le pide a su compañera que le pase un sobre de sal y luego me lo da a mi.

-Gracias -digo y sin esperar respuesta de su parte salgo de la cafetería.

Me siento en unas bancas y destapo el sobre de sal, luego abro el chocolate caliente, que por cierto ya no está tan caliente y le agrego toda la sal. Después lo revuelvo un poco con el sorbete y lo vuelvo a tapar.

Me paro de las bancas apurada y me dirijo al edificio de dormitorios masculinos. Nunca había entrado aquí pero es exactamente igual que el de chicas.

Ingreso al ascensor y marco el piso 8. Inmediatamente se abren las puertas salgo precipitada de este para buscar la habitación #27. Camino por los grandes y anchos pasillos y rápidamente la encuentro.

Toco varias veces la puerta con mis nudillos y a los segundo una figura bastante alta con el torso descubierto abre la puerta. Tengo que mirar hacia arriba para encontrarme con unos luceros negros. Pero mis ojos se vuelven a desviar solos a su torso descubierto y por cierto muy trabajado.

No hay que mentir, este chico es todo un adonis esculpido por Dios, pero su actitud de perros lo daña. Nunca saldría con alguien así.

"Que Dios no me lo mande de castigo" pienso.

-Llegas tarde, no me gusta la impuntualidad -dice serio.

-Disculpa, había mucha gente en la cafetería -me excuso.

-No quiero pretextos, para la próxima quiero que seas puntual -le da un sorbo a su bebida y yo rio internamente esperando su reacción, pero antes de que pueda ejercer alguna reacción siento una lluvia de chocolate caer en toda mi cara.

-¿Que diablos es esto? -me grita.

-¿No puedes ser más educado, estúpido? -grito frustrada intentando limpiar un poco mi cara con la parte trasera de mis manos, me dirijo hacia el ascensor para ir a mi habitación a cambiarme, ya que este mal educado derramó todo el chocolate en mi cara y ropa.

Llamas Sobre HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora