CAPITULO 31

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Viggor

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Viggor.

Me quedo mirándolo fijamente.
Está más fuerte, tiene unos bíceps muy trabajados al igual que su abdomen y piernas, hasta parece que tiene inyecciones. Sus venas se remarcan por encima de su piel, y una barba regular adorna su barbilla, dándole un toque más temeroso a su rostro. Sus ojos me clavan dagas, y reflejan un odio y deseo de venganza como nunca había visto en una persona, y con la misma fuerza de sus ojos, así mismo me lanza un golpe inesperado en la mejilla derecha haciendo que me tambalee hacia un lado y sienta el sabor metálico de la sangre en mi boca.

Reacciono y le lanzo un golpe con demasiada fuerza que impacta contra su mandíbula, pero este mi se mueve.

Me vuelve a atacar lanzado dos golpes seguidos a mi abdomen, causando que me valla hacia atrás chocando fuertemente con los hierros de la jaula,  haciéndome retorcer de dolor.

Por el rabillo del ojo noto como éste viene hacia a mi, con plan de atacarme nuevamente, pero hago un giro en el suelo dejándolo que el solo se estampe en los hierros de la jaula. Y con rapidez me levanto de este y paso mi mano alrededor de su cuello, en la cual sostengo mi puñal que rosa su piel, haciendo una leve presión en su cuello.

—¿Que diablos haces aquí? —le pregunto con enojo, entre dientes.

—Tengo facturas por cobrar —responde, mientras está quieto bajo el agarre que sostengo en su cuello.

—Te quiero fuera de esta ciudad esta misma noche, ¿Me oyes?, Aquí nadie te debe nada.

—Te equivocas, tú me debes muchas, y prepárate porque esto apenas comienza —dice, y justo en ese momento siento como algo filoso atraviesa la piel de mi muslo derecho —Esta va por Amelie —hace un giro y se zafa de mi agarre.

Yo en cambio ahogo un grito y dejo la navaja en su mismo lugar, ni me inmutó en tocarla, puesto que si la saco perderé aún más sangre.

Aprieto mi puño a mis costados y me olvido del latente dolor de mi pierna, y solo siento una adrenalina y enojo por dentro que me obliga a acabar con todo a mi paso.

—¡THE GREATEST!, ¡LIÓN!, ¡SANGRE! —exclaman las personas afuera.

Dejo escapar un grito de enojo y me acerco a el iniciando la verdadera pelea.

Le lanzo dos golpes seguidos a cada lado de su cara, una patada con mi pierna izquierda en su abdomen, doy una giro e impacto otra patada que va en dirección a su cabeza, pero este logra esquivarla doblando su cuerpo antes de que llegue el golpe.

Gira y me lanza una patada a un costado de mi boca, haciendo que gire la cabeza por el golpe y escupa sangre en el sucio piso de la jaula.

Arremeto por delante y lanzo golpes certeros a su mandíbula, rostro y abdomen, y este me los devuelve igual.

Minutos después estamos ambos bañados en sangre, yo más que el ya que mi pierna no ah dejado de sangrar, al contrario tiene la jaula cubierta con un tono carmesí.

Llamas Sobre HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora