CAPÍTULO 72 (2da parte)

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"Al descubierto"

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"Al descubierto"

SHIARA

Horas después...

Son alrededor de las 12 de la madrugada, en lo que Octavio y yo estamos sumergidos en carretera desde hace alrededor de tres horas estresantes para mí.

Tuve que mentirles a mis padres, diciendo que iba a cenar con Octavio, que luego nos quedaríamos en su hotel viendo películas, y que regresaría hasta el otro día.

Y a pesar de que no quedaron muy convencidos con la información, después de mucha insistencia de mi parte, y de Octavio jurarles prácticamente que iba a estar a salvo con él y que me cuidaría bien, me dejaron ir, no sin antes mamá darme su típica charla de madre sobre-protectora.

¿Estoy nerviosa?, en exceso. En todo el trayecto del camino no hemos cruzado casi palabras. El ambiente está muy tenso entre ambos; yo temo por lo que me vaya a encontrar al lugar que sea que nos dirijamos, y él teme a que no me vaya a gustar tal cosa.

—¿Cuánto falta para que lleguemos? —pregunto, en tanto juego con mis manos sobre mis piernas en una expresión que demuestra nervios.

—Ya me has preguntado eso al menos cinco veces después de que iniciamos el viaje. Tienes que relajarte —me responde sin apartar la vista de la carretera.

Cruzo mis brazos sobre mi regazo y dejo escapar un suspiro sonoro, antes de recostar la cabeza sobre el asiento de copiloto de mi camioneta y pegar la mirada al ventanal, en un intento de hacerle caso al pelinegro y relajarme aunque sea un poco.

Dejo de tomar el tiempo en que seguimos en autopista, hasta que Octavio se estaciona en una muy desolada y oscura carretera; la cual llega a infundir cierta desconfianza y temor.

Escucho como apaga todos los motores de la camioneta, dejándome ahora sí más que claro que hemos llegado. Un hormigueo me empieza a recorrer todo el cuerpo, tensándome en mi asiento y haciéndome incapaz el mover una sola extremidad. ¿Realmente estoy lista para conocer los secretos más oscuros de mi chico de ojos negros?.

—Llegamos —expresa después de un tiempo, su voz escuchándose nerviosa y tensa a la vez. En tanto yo prefiero permanecer en silencio, aún inmóvil sobre el asiento.

De pronto siento como su mano viaja al muslo de mi pierna donde me da un leve apretón, como si fuese alguna forma de alentarme.

—¿Está todo bien? —me pregunta, haciéndome salir de mi pequeña hipnosis.

—Sí —respondo, no sonando cien por ciento convincente, en tanto fijo mi mirada en la suya, en su atrapante y fosca mirada que esconde tantos misterios.

—¿Estás segura que estás lista para esto?, porque de no ser así podemos…

—Lo estoy —lo interrumpo con tranquilidad, mientras poso una de mis manos sobre la que él mantiene sobre mi muslo.

Llamas Sobre HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora