CAPÍTULO 73

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SAMMY

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SAMMY

-Sí -le confirmo después de unos segundos, en los cuales su rostro es de sorpresa y confusión total. -Esa soy yo.

-Pero, ¿Qué... ¿Cómo?... ¿Qué... qué haces aquí? -titubea -Y tan diferente -me analiza de pies a cabeza. -¿Realmente eres tú; la tímida y rescatada Sam?, ¿Dónde dejaste tus sobrias y holgadas ropas?. Y tu cabello -extiende su mano tocándome un mechón de pelo. -¿Qué le pasó a tu cabello? -se queda mirándome atónita -Y tus ojos -musita idiotizada, como si estuviese en una clase de hipnosis temporal. -¿Desde cuándo tus malditos ojos son violetas? -suelta la última pregunta exaltada.

En tanto yo pestañeo repetidas veces apartando la mirada. -Sí, es debido a un síndrome -digo rápidamente, justo en el momento en el que vuelvo a escuchar el sonido de las sirenas de las patrullas policiales. -Debemos irnos -reacciono rápidamente tomando la mano de Shiara con intención de llevarla conmigo, pero esta me hace contrapeso obligándome a detenerme.

-¡No! -exclama repentinamente como si fuese la cosa más equivocada y peor del mundo -Octavio -es lo único que dice -Octavio está allá aún, no podemos dejarlo -habla rápido, antes de empezar a caminar con prisa, retomando el camino por el cual vinimos.

-¡No! -esta vez soy yo la que la detiene abruptamente, tomando su brazo con fuerza, impidiéndo que escape.

-¿Qué?, ¿Cómo no?.

-Quiero decir, que no podemos. El lugar ya debe estar invadido completamente de policías, volver allí es ponernos en bandeja de plata para que nos apresen a nosotras también.

-Pero...

-Pero nada -la interrumpo -Hay que ser realistas; y la más segura realidad es que en estos momentos ya Octavio debe estar camino a un hospital siendo custodiado por policías para luego ser trasladado a la comisaría.

-Pero no podemos quedarnos de brazos cruzados.

-Shiara -la tomo por los hombros para que reaccione. -En estos momentos es lo único que podemos hacer; solo nos cuesta estar a la espera de lo que sucederá a continuación, y luego veremos cómo procedemos. Pero recuerda que estando tú también apresada no tendrás ninguna manera de ayudar a Octavio, en cambio desde afuera sí. Y si te devuelves ahora, es lo único que conseguirás.

-¡Es que no entiendes nada! -me grita zafándose de mi agarre, alejándose varios pasos y sujetándose el cabello con agresividad y frustración, en tanto gruesas lágrimas abandonan sus ojos.

-Claro que entiendo...

-¡No, no lo haces! -vocifera entre sollozos -Si lo hicieras buscarías la manera de ayudarme -dice lo último con voz más calmada aún entre sollozos, pero luego se desploma en la calle, abrazando sus piernas contra su pecho y escondiendo su cabeza entre las mismas. Mientras que desde mi posición soy capaz de ver como cada parte de su cuerpo tiembla, y sus sollozos y las alarmas de las patrullas son lo único que escuchan mis oídos.

Llamas Sobre HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora