CAPITULO 44

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SHIARA

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SHIARA

―¡¿Qué?! ―grito exasperada ―¿Pe-pero cómo?, si siempre tuvimos cuidado extremo ―tartamudeo.

―Te dije que si algo he aprendido es a no subestimar a Bruno. Es más astuto de lo que parece ―recita sus propias palabras.

―¿Pe-pero cómo? ―sigo con el tartamudeo.

―No te puedo decir eso, porque si no, ya no podrá seguir contando tus escapes ―me da una sonrisa ladeada.

―No, no, jovencito. Ahora no me vas a dejar con un remolino de dudas en la cabeza. Ya empezaste ya terminas ―demando volviéndome a sentar en la camilla, y le presto atención
como si estuviese viendo mi película favorita.

―No ―contradice.

―Si.

―No.

―Que si ―me acerco un poco y oscurezco mi mirada penetrándolo con ésta ―dime ―lo señalo con mi dedo índice retándolo a que me diga.

―Bueno ya ―se rinde ―pero no me mires así. Tus cautivadores ojos grisáceos están más oscuros que de costumbre y eso asusta ―sonríe ladeado.

Y sus últimas palabras me ablandan, e intento reprimir la sonrisa que quiere salir a relucir en mi rostro, pero como se me hace muy difícil casi imposible tengo que girar el rostro hacia otro lado para que no me vea. Pero sin previo aviso este con su mano sujeta mi barbilla haciéndome voltear el rostro en su dirección.

Una mirada seria, pero algo ¿sensual? Es la que se refleja en su rostro, no lo sé, es difícil de explicar. Solo sé que me observa como si estuviese viendo su pintura favorita en una galería de artes, y conste que no exagero.

Un aura un poco densa se forma entre ambos, con un profundo silencio el cual no llega a ser incómodo. Un profundo silencio en el cual nuestras miradas tienen un enfrentamiento cuerpo a cuerpo para ver cual de las dos resulta vencedora.

Su mano viaja de mi barbilla a mi mejilla en donde aparta un mechón de cabello de mi rostro colocándolo detrás de mi oreja, su mano vuelve a pasearse delicadamente sobre mi mejilla sin ninguna prisa y se me es imposible no mover mi rostro al compás de su mano.

Sin darme cuenta me he empezado ha acercar a él. Creo que ambos estamos absortos en el momento para darnos cuenta que esta no es la ocasión indicada para este tipo de cosas. Por lo tanto me veo obligada a alejarme de golpe y carraspear para romper el esquema tan denso que nos rodea.

―En lo que estábamos, cuéntame cual es el truco que usa tú abuelo para haberme descubierto.

―Ti... ―no empieza a hablar bien ya que se ve interrumpido cuando la puerta de la habitación se abre sin previo aviso.

―Buenas tardes, disculpen las molestias pero tenemos la orden de cambiarlo de habitación ―un grupo de enfermeras irrumpen en la habitación y una de ellas es la que da el mensaje.

Llamas Sobre HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora