CAPÍTULO 09

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—¡Devuélvemela! —le grito y me lanzo hacia el para intentar quitársela

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—¡Devuélvemela! —le grito y me lanzo hacia el para intentar quitársela.

—Oh no, como crees — dice con una sonrisa triunfadora en su estúpido rostro.

—¿Cómo diablos la conseguiste si yo siempre la llevo conmigo? —vocifero.

—Tengo mis trucos —guarda mi medallita en su bolsillo.

—No voy a ser tu maldita esclava, me vas a devolver mi cadena o voy en este preciso momento a contarle al director que su bello nieto es un ladrón —me cruzo de brazos y esta vez soy yo la que sonrie.

—¿Y a quién piensas que Bruno le creerá? ¿A una mocosa que tiene mala conducta y se anda metiendo en problemas desde que pisó esta institución y hasta ayer se escapó para ir a la discoteca o a mi, su bello nieto consentido?. A mi me creería y a ti te expulsaría.

Al escuchar eso mi sonrisa se borra de repente ¿Como mierda sabe que estuve en la discoteca anoche?. Y es justo cuando mi mente presenta varias escenas de la noche anterior, un chico besándome, yo tomando y bailando con Aarón, haber vomitado, ver a Octavio en el baño teniendo relaciones con una chica, mis amigas y yo borrachas...

Me pongo la mano derecha en la cabeza y me agarro de la pared porque de momento siento un fuerte dolor de cabeza y un fuerte mareo.

—Empiezas el lunes, quiero que me traigas un chocolate caliente a mi habitación a las 7:30 am, y sé puntual que no me gusta esperar.

Le doy una mirada cargada de ira —Esta me las pagas hijo de puta —abro la puerta y salgo.

—A tu amo no lo vuelvas a llamar así —lo escucho soltar una carcajada cuando voy caminando por los pasillos.

Camino por los pasillos a grandes zancadas, siento mi sangre hervir, tengo un fuerte calor en el rostro y siento que mi cabeza va a estallar en cualquier momento. Atravieso los jardines y entro al edificio de las habitaciones femeninas y me dirijo hacia mi alcoba.

Cuando llego abro la puerta y la cierro de un portazo detrás de mi y me voy directo a mi cama.

—¡Maldita sea!, te odio maldito hijo de puta —grito con una almohada en la cara para alivianar el estrés que tengo.

—¿Estás bien? —me pregunta Adeline.

—¿Puedes creer que ese hijo de perra quiere que sea su esclava? —vuelvo a gritar con la almohada en la cara.

—Haber cálmate, inhala y exhala y luego me cuentas.

—¿Que pasó? Escuché gritos —veo a Lily salir del baño con el cepillo de dientes entre la boca.

—Ahg,lo odio — gruño y aviento la almohada al suelo.

—¿A quién? ¿De qué estás hablando? —pregunta Lily desconcertada.

Llamas Sobre HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora