CAPÍTULO 38

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OCTAVIO

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OCTAVIO

Siento mis párpados más pesados que nunca al abrirse, e inmediatamente abro mis ojos el mismo punzante dolor de cabeza me golpea, haciendo que ejerza una mueca en mi rostro por el dolor tan repentino.

Pestañeo varias veces para acostumbrarme a la luz del lugar, y mirar todo a mi alrededor, dándome cuenta que estoy en mi recámara.

Recuerdos llegan a mi cabeza de la noche anterior: mareos, baño ensangrentado, vómitos, y luego todo negro...

Salgo de mis pensamientos cuando escucho el sonido de la puerta al abrirse. Giro mi cabeza en su dirección, y solo reconozco la larga cabellera castaña, ya que está de espaldas cerrando la puerta y sosteniendo algo entre sus manos lo cual no distingo lo que es.

-Hasta que por fin despiertas -dice cuando se da la vuelta quedando frente a mí, en tanto sostiene una bandeja de desayuno en sus manos.

La deja reposar en mi mesita de noche, y luego toma asiento frente a mí, en un pequeño taburete acolchado. En tanto yo miro atentamente cada uno de sus movimientos.

-¿Qué pasó? -es lo único que le pregunto.

-En resumen, anoche vine a tu habitación a traerte una memoria USB, favor que me pidió tu primo. No respondías, así que tuve que entrar. Te encontré tirado al pie de tu cama inconciente. Llamé a Daniel y te llevamos a enfermería, te hicieron unos análisis, y el diagnóstico que nos dieron fue deshidratación y falta de sueño -me explica detalladamente -dijeron que necesitabas reposo y una buena alimentación, tambien seguir al pie de la letra la receta en medicamentos que te hicieron para que las cosas no pasen a mayores -me termina de explicar mientras da vueltas en el taburete giratorio.

No respondo nada y dejo escapar un sonoro suspiro mientras restriego mi rostro con mis manos.

-No quería entrometerme en tu vida privada, pero ya esto se está tornando muy tétrico. Anoche entré a tu baño y estaba todo ensangrentado, con intestinos de animales en el lavamanos y una amenaza escrita en el espejo -me vuelve a hablar y noto la seriedad de su voz -¿Qué está pasando? -su pregunta no suena exigente, sino más bien preocupada.

-No te interesa -es lo único que le digo parándome de la cama de golpe. Volviendo a sentir el punzante dolor de cabeza como un látigo.

-Lo sé, sé que no me interesa saber. Pero esto ya es serio, tienes que hablarlo con alguien y pedir ayuda. Primero una persecución seguida de un tiroteo en plena autopista y ahora esto, ¿Qué será después?

-Te dije que no te interesa, ya tengo todo bajo control.

-¿Tienes todo bajo control dices? -me pregunta alzando el tono de su voz, y puedo sentir el punzante desespero en su voz.

-No seas tan terca maldita sea y entiende que no son tus putos problemas -alzo el tono de voz yo también -Eso podría poner en riesgo tu vida, aún más en estos momentos. Mira lo que pasó aquella noche, como te dije ¿Qué hubiese pasado si una bala de esas hubiera perforado tu cuerpo? Estoy ya yo muy embarrado, no quiero ensuciar a nadie más con esta mierda.

Llamas Sobre HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora