Capítulo 43
Al despertar me hallaba en la cama del dormitorio con una bolsa de sangre puesta en el gotero, conectada a mí, la cual casi estaba a punto de acabarse. Mientras, Carlisle me observaba sin moverse lo más mínimo.
-¿Llevo mucho inconsciente?
-No, sólo un cuarto de hora. Ya has recuperado sangre suficiente.
-¿Debo beber la sangre de Eric? –Susurré, mirándole con atención, empezando a notar el dolor en mi tronco.
-Es lo mejor. Si no, no tendrás cómo explicar la enorme cicatriz que te quedaría, ni la de los colmillos en el cuello.
Observé los grandes arañazos del pecho. Eran horribles, y la cicatriz sería aún más espeluznante, además de injustificable. Pensé durante unos segundos sobre beber sangre y me daban arcadas sólo de pensarlo, pero no había más opciones. Ambos lo sabíamos.
Eric entró en ese momento en el cuarto, quedándose de pie en el umbral mientras nos observaba con los brazos cruzados.
-Por fin has despertado ¿Qué tal estás?
-Muy cansada y dolorida.
-Si bebes mi sangre se te pasará al instante.
Miré a Carlisle, quien asintió con una pequeña sonrisa, tratando de tranquilizarme.
-Está bien. Gracias por salvarme.
-Es un placer, Nadine. –Tras sus palabras sonrió, para acto seguido, extender sus colmillos y acercarse a mí.
Una vez sentado a mi lado en la gran cama, mordió su muñeca y la acercó a mi boca.
Vacilé unos instantes hasta que me obligué a beber de aquel hilo carmesí, cerrando los ojos. Al principio era algo asqueroso por el sabor, pero a medida que seguía bebiendo, comenzaba a sentirme llena de vitalidad y fuerza. Comenzaba a gustarme beber, pero justo en ese momento Eric me paró, y como por arte de magia, su muñeca comenzó a curarse vertiginosamente.
-Dios mío, esto es asombroso. –Hablé totalmente sorprendida, pasando a ponerme en pie y contemplar mi cuello en el espejo, ahora intacto.
-El pecho tardará algo más, por eso de ser mágico y venenoso. Aún así se curará de aquí a una hora por completo ¿Mola, eh?
-¿Qué efecto conlleva beber sangre de alguien como tú? Aparte de curar, claro.
-Serás más fuerte durante unos días y... lo demás ya lo irás descubriendo. –Añadió sonriendo de forma pícara, sin entender por qué, y eso me daba miedo -Bueno, me voy ya. Hasta pronto, Nadine. Carlisle.
Tras despedirse con una ligera inclinación de cabeza del vampiro, salió de la habitación, dejándonos solos en la estancia. Yo dejé de contemplarme anonadada en el espejo para mirar a Carlisle.
-¿Por qué me ha atacado esa cosa? ¿Y qué es una Seraphín?
-Son unas criaturas salvajes que habitan en los bosques. Son descendientes de los ángeles. Protectoras de los recién nacidos y de la naturaleza.
-¿Se llevan mal con los vampiros?
-No. Nunca hemos tenido enfrentamientos con ellas. Que yo sepa, claro.
-¿Entonces por qué me atacó? ¿Por qué Eric no nos lo dice? Y júrame, Carlisle, que no sabes de qué va esto, porque si lo sabes y me lo ocultas, vamos a tenerla de verdad.
-Te juro que no sé el por qué. Eric no puede hablar del futuro, podrían pasar cosas horribles si lo cambiamos. Lo descubriremos pronto, nos dijo.
-Más le vale, porque no quiero tener que quedarme recluida en casa porque unas mujeres salvajes medio ángeles quieren matarme sin ni siquiera saber por qué.
-Tranquila, no te pasará nada. Te acompañaré al trabajo para que no vuelvan a aparecer.
-Esto es ridículo. –Dije echándome hacia atrás el pelo, medio riendo, debido a la incredulidad de aquello, mientras el rubio me observaba serio, dirigiéndose hacia mí. Al estar a mi altura lo abracé, abandonándome entre sus fuertes brazos. Estaba cansada.
El atardecer se cernía sobre Forks, creando una bella puesta de sol mientras me encontraba en el despacho de Carlisle buscando mis papeles de la baja que debía llevar a Mary. Para mi sorpresa hacía algo de calor, supongo que debido al ajetreo que llevaba por buscar los dichosos papeles, así que me quité la bata negra de franela que llevaba puesta, quedándome sólo con un camisón corto y ajustado rojo fuego, que no recordaba haber comprado, pero aún así, no le di importancia y seguí con la búsqueda.
De pronto, alguien se acercó a mí por detrás, agarrándome de la cintura a la vez que su otra mano se deslizaba cadera abajo, y su boca se acercaba peligrosamente a mi cuello, comenzando a besarlo con lentitud.
Me giré lentamente para mirar a Eric a los ojos, y acto seguido, besarlo con pasión, acariciando su pelo y cuello con desesperación.
Él enseguida me alzó a horcajadas, llevándome hacia el escritorio de Carlisle, que despejó de un manotazo violento para después depositarme sobre él sin dejar de besarme con pasión, descendiendo por mi cuello de forma frenética. Un segundo después, noté como bajaba las tiras del pequeño camisón.
Arañé su espalda con fervor cuando sus manos descendieron a mi pecho y se deshicieron por fin de la prenda. A la vez, yo le quitaba con desesperación la camiseta negra y ajustada que llevaba, dejando al descubierto su trabajado y blanco torso. Comencé a morder su fuerte cuello, haciendo que, lleno de deseo, sus colmillos se desplegasen al instante. Nuestras miradas se encontraron un instante, antes de que pasara a morderme, haciéndome gemir de placer mientras comenzaba a penetrarme.
Desperté de repente de aquel sueño, en mi cama, con Carlisle al lado, mirándome fijamente con ojos curiosos, y me sentí morir de vergüenza pensando que podría haberme escuchado hablar dormida o algo semejante, sin duda mucho peor.
Me sentí fatal por haber tenido aquel sueño, o igual mejor pesadilla, pero lo que peor me sentaba era recordar cómo lo disfrutaba y me olvidaba del rubio; de mi marido.
-¿Estás bien? –Preguntó, escudriñándome con extrañeza
-Sí, no te preocupes. Sólo he tenido... una pesadilla. –Contesté mientras me levantaba de la cama, y me ponía una bata para cubrirme, tratando de no parecer nerviosa.
-¿Dónde vas? Son las 5 de la madrugada.
-Voy a la cocina a por agua, no te preocupes; enseguida vuelvo. –Le sonreí falsamente antes de desaparecer por la puerta del dormitorio, totalmente desubicada en mi mente.
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Una nueva esperanza
FanfictionLuz en la oscura y trágica vida de una joven. Luz para un hombre que vive enfrascado en la eternidad sin remedio alguno. Cuando los caminos se cruzan, surge una nueva esperanza. CarlisleXoc